¿Puede sobrevivir sin Carlos Ghosn la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi?
Anne Feitz
Las preguntas se multiplican. Mientras que los inversores, directivos y empleados de Renault aún parecen conmocionados por la detención del hombre que sigue siendo el CEO de la compañía del rombo, las cuestiones sin respuesta son igualmente numerosas dentro de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi, de la que Carlos Ghosn es también el primer ejecutivo. Este sorprendente asunto se fundamenta en un modelo original, cuya solidez se pondrá a prueba por este espectacular giro de los acontecimientos derivado tras la detención en Japón del líder empresarial.
Creada en 1999, la asociación entre Renault y Nissan se basa en sinergias industriales y participaciones cruzadas: Renault posee el 43 por ciento de Nissan, que a su vez posee el 15% de Renault (sin derecho a voto). Desde 2016, Nissan también posee el 34% de Mitsubishi. Se trata de un esquema acordado mientras Nissan se encontraba al borde de la bancarrota. Desde entonces, se han ido estableciendo sinergias industriales y comerciales: desde las compras hasta la ingeniería, se han ido implementando más y más funciones comunes. La alianza estimó estas sinergias en 5.700 millones de euros en 2017. Todo lo anterior se realizó con dos, luego tres, grupos que se mantuvieron legalmente independientes. Incluso si esta cifra sigue siendo en gran medida teórica (mezcla los costes ahorrados y los ingresos adicionales, en comparación con una situación en la que cada grupo estaría solo), la mayoría de los observadores reconocen que esta asociación es positiva: los tres fabricantes conforman el principal fabricante del mundo, con 10,6 millones de vehículos vendidos el año pasado.
Los analistas financieros reconocen los valiosos efectos de escala -reconociendo las dificultades que implica fusionar dos grupos con culturas tan diferentes- a pesar de la presión de los inversores, para los que nada puede ser más relevante que si la fusión hubiera sido efectiva. "La alianza no resultará afectada", dijo el director general de Nissan, Hiroto Saikawa. Según un buen conocedor de ambos grupos, "el líder japonés es pragmático, consciente de los efectos positivos de la alianza". Hoy en día, lo que se plantea es más bien la cuestión del equilibrio de poder dentro de la alianza.
Hoy en día, lo que se plantea es más bien la cuestión del equilibrio de poder dentro de la alianza
Hasta ahora, Carlos Ghosn había sido el cemento: solo él tenía la legitimidad y la autoridad para conseguir que las decisiones fueran aceptadas tanto en París como en Yokohama.
Sin embargo, desde hace aproximadamente un año y medio, el Gobierno francés -que posee el 15% de Renault- se ha preocupado por el futuro de la asociación. Había pedido a Carlos Ghosn que pensara en una organización legal que lo hiciera irreversible, ansioso de que Renault no fuera tragado por su socio japonés. "El Estado, como accionista, estará muy atento a la estabilidad de la Alianza y del grupo Renault", recordó Emmanuel Macron el pasado lunes, horas después de que estallara el caso Ghosn.
La defensa de los intereses podría quedar en entredicho sin el líder brasileño
La salida de líder brasileño de la presidencia de Nissan y Mitsubishi se produce precisamente en un momento en el que la búsqueda de una mayor integración se ve obstaculizada por el desequilibrio de las fuerzas implicadas: Renault posee el 43% de Nissan, pero este último es casi el doble de grande que él. Durante el último combate de lucha libre con el Gobierno francés, Nissan también había conseguido que Renault renunciara a ciertas prerrogativas en Nissan y limitara el número de sus representantes en el Consejo de Administración.
Encontrar un sistema aceptable para todas las partes, incluidos los gobiernos de ambos países, es una tarea imposible
Encontrar un sistema aceptable para todas las partes, incluidos los gobiernos de ambos países, es una tarea imposible. Según un cálculo de Deutsche Bank, tras deducir las participaciones cruzadas, la capitalización bursátil de los japoneses era al menos el doble de la de los franceses antes de la debacle del pasado lunes.
A los ojos del Estado francés, la presencia de Ghosn a la cabeza de la alianza, garantizaba la defensa de los intereses franceses. Sin ella, el ejercicio puede ser más complicado.