Opinión
Importante perjuicio al cliente
Juan Fernando Robles
Es nuestro país muy dado a solucionar problemas que no tiene, hallando soluciones que no solo no mejoran las cosas, sino que las empeoran. En los últimos acontecimientos sobre el IAJD que grava las hipotecas tenemos un claro ejemplo de marear la perdiz sin aportar nada. Así, tantos esfuerzos destinados a clarificar lo que estaba claro por parte del Tribunal Supremo se han transformado en iniciativas legislativas para terminar de estropearlo todo de la peor manera.
El populismo y la falta de rigor está calando en nuestra sociedad, hasta el punto de que todos se inclinan hacia donde sopla el viento. Si ahora lo que vende es decir que el IAJD lo pague el banco, a esa tesis se suben todos los políticos habidos y por haber para defender al ciudadano de la voracidad bancaria. Pero en esto la voracidad no es de los bancos, sino del Estado, pues se trata de un impuesto, en este caso cedido a las comunidades autónomas, que aplican, además, tipos distintos entre ellas. Así, no tiene el mismo gravamen una hipoteca en el País Vasco, que es el 0,5 por ciento, que en Andalucía, que es el 1,5 por ciento.
Ese titubeo de criterio ha puesto en la agenda un asunto al que casi nadie había prestado atención y que en la práctica no representaba ningún problema
Es obvio que el Tribunal Supremo se ha lucido, pues ha tenido que rectificar para no generar un lío tremendo y porque en esta materia se podía sostener una cosa y la contraria. Los impuestos son impuestos y las leyes y reglamentos definen los sujetos pasivos de tal forma que no se alcanza a comprender qué pinta un juez, por muy supremo que sea, enmendando la plana al legislador en materia que ha sido tan usual y tan poco controvertida. Ese titubeo de criterio ha puesto en la agenda un asunto al que casi nadie había prestado atención y que en la práctica no representaba ningún problema.
Pero creado el inexistente problema por los ineptos de turno, siempre llega un iluminado para solucionarlo. Y en eso estamos, en decir lo malísimos que son los bancos por no haber pagado el impuesto, sencillamente porque las leyes dicen que quien lo tiene que pagar es su cliente, y en cambiar esas leyes y reglamentos para que digan otra cosa. Tenemos, también, a la masa jaleando y creyendo que se va a librar de pagar el tan ingrato tributo porque lo pagará el banco, que para eso tiene mucho dinero. Al final, fueron felices y comieron perdices y el benéfico Gobierno librará al sufrido ciudadano de una carga.
Pero como dura poco la alegría en casa del pobre, eso de que los ciudadanos se van a librar de pagar el impuesto no se lo cree ni el que asó la manteca
Solo falta cantar eso de qué buenas son las hermanas Ursulinas, qué buenas son que nos llevan de excursión, sustituyendo a las hermanas por Pedro Sánchez, por supuesto.
Pero como dura poco la alegría en casa del pobre, eso de que los ciudadanos se van a librar de pagar el impuesto no se lo cree ni el que asó la manteca, sobre todo si piensa un poco. En los bancos todos los gastos, impuestos a su cargo incluidos, son soportados por los intereses y comisiones que obtienen de sus clientes. De esta forma, el impuesto que nos ocupa será repercutido a la clientela incrementando los costes de las operaciones hipotecarias o de otras. Además, se puede dar la hermosa circunstancia, muy socialista, de que aquel cliente más rico y con más capacidad negociadora se libre del impuesto por el bajo coste de su hipoteca, mientras que el pequeño cliente, con condiciones más gravosas, pague el suyo y el del vecino.
Donde había un coste transparente, tasado por la Administración y que afectaba a todos por igual, se va a pasar a un coste opaco, distribuido como el banco quiera y que afectará a los clientes con menor capacidad económica, frente a los que tengan más, o soportado por un cliente que no tenga nada que ver con la hipoteca y que verá encarecida su financiación o sus servicios porque el banco, de una forma o de otra, tendrá que recuperar los impuestos pagados.
Abundando más, para el banco el pago del impuesto puede representar incluso un negocio, porque tendrá una excusa para subir los tipos de interés y las comisiones hasta donde pueda, algo que hará al unísono todo el sector sin tener que ponerse de acuerdo. Es más, si el banco soporta un gasto y adelanta un importe, querrá obtener un margen.
Y ya para rematar la faena, si las comunidades autónomas tienen diferentes tipos de gravamen, el encarecimiento de las condiciones hipotecarias puede afectar de igual forma a las comunidades en las que se pagaba poco como en las que se pagaba más, de tal forma que puede acabar sucediendo que un vasco pague por los sobrecostes como si tuviera que soportar el impuesto de un andaluz.
La cuestión de fondo es si es lícito que nos pidan impuestos para pagar a tanto inepto.