Opinión
Cambios perniciosos en el IRPF
elEconomista.es
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, fue contundente en el Congreso al asegurar que ahora reconoce una única línea roja a la hora de pactar subidas del IRPF con Podemos: no tocar los tipos marginales a los que tributa "la clase media y trabajadora".
Queda así abierto un amplio repertorio de subidas que, aunque en algunos casos afecten a un reducido número de contribuyentes, seguirán teniendo efectos negativos de amplio calado.
No debe engañar la circunstancia de que elevar el tipo marginal máximo del IRPF, en su tramo estatal, a partir de 150.000 euros anuales, sólo atañe a 90.000 ciudadanos.
Con esa medida no se lograrán más de 400 millones extra de recaudación, pero pagando el peaje de aplicar unos gravámenes confiscatorios que pueden rondar el 52% (una vez sumado el tramo autonómico) y que, por tanto, desincentivan el acceso a los rangos salariales más altos.
Pero, además, el hecho de que Hacienda apenas reconozca ya "figuras impositivas inviolables" vuelve a abrir la puerta a una limitación de las deducciones fiscales de los planes de pensiones, lo que golpea esta forma de ahorro complementario, tan necesario ante la precariedad que sufre la Seguridad Social.
Del mismo modo, se reducirán las ventajas de la inversión más allá del inmobiliario si las rentas del capital ven elevada su tributación por encima del tipo máximo actual del 23%.
Siguiendo con los vehículos financieros, tampoco se puede descartar ahora un resurgimiento del anacrónico proyecto de penalizar las sicav.
Por tanto, los cambios en el IRPF que el Ejecutivo se abre ahora a negociar, lejos de ayudar en nada a mejorar la actual situación económica (en la que ya se produce una desaceleración), amenazan seriamente con agravarla.