Los efectos del 'golpe' al diésel
elEconomista.es
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, fue ayer clara en el Congreso al asegurar que "el diésel tiene los días contados" en España. Es bien sabido que este tipo de motorización se encuentra en el punto de mira de las autoridades de la UE por sus altas emisiones de óxidos de nitrógeno.
En consecuencia, son varias las grandes capitales europeas que preparan restricciones a estos vehículos, como las limitaciones a su estacionamiento en el centro urbano que Madrid ya planea.
Pero aquello a lo que Ribera se refería en concreto son medidas a más corto plazo como posibles endurecimientos de la legislación estatal y, en sintonía con el Ministerio de Hacienda, a medidas fiscales como la subida de los impuestos al diésel, de modo que queden igualados a los propios de la gasolina.
Sin duda, tiene razón el Gobierno cuando defiende que esta última es una medida reclamada por Bruselas cuya aplicación el anterior Ejecutivo ya estaba estudiando. Además su repercusión será limitada para amplios sectores del transporte, ya que camiones y autobuses cuentan todavía con los beneficios del gasóleo profesional.
Con todo, sería un error minusvalorar el efecto del alza de impuestos en el diésel para sectores como la distribución mediante vehículos de menor peso, clave en el comercio online, o para miles de autónomos.
A la circunstancia de que no disfrutan de esas bonificaciones en el combustible, se une el hecho de que los mayores impuestos llegan en un momento de escalada del precio de los carburantes y de inflación al alza.
De hecho, los nuevos tributos pueden impulsar aún más los precios, lo que conlleva riesgos en un momento en que el consumo interno ya muestra ciertos síntomas de agotamiento.