El fin del dividendo de la paz de la UE
Maria Demertzis
La guerra de Ucrania ha puesto fin a un periodo de 60 años en el que Europa ha disfrutado de un dividendo que podríamos llamar de paz, una cantidad liberada por la reducción de los gastos de defensa para invertirla en actividades económicas beneficiosas. Pero no sólo es lamentable la pérdida de este dividendo de la paz; con ella viene una reordenación de las prioridades y una mayor precariedad en el orden mundial.
El gasto militar como porcentaje del PIB ha disminuido de forma constante en la mayor parte del mundo durante la mayor parte de los últimos 60 años. Mientras que en 1960 los países de la Unión Europea gastaban de media algo menos del 4% de su PIB en gastos relacionados con el ejército, en 2020 apenas superaban el 1,5%. Desde 2015, el gasto se ha estancado en este nivel.
Sin embargo, en los últimos años el gasto militar en la UE y en otras partes del mundo ha empezado a aumentar de nuevo, y sin duda lo hará más. Partiendo de la base de que el gasto militar aumentará un 1% con respecto al nivel actual y se estabilizará en él, esto supondría 140.000 millones de euros adicionales que la UE tendría que encontrar cada año.
¿Cuál es el coste de oportunidad de este dividendo de la paz? ¿Qué otras actividades tendría que suspender la UE para financiarlo?
La Comisión Europea calcula que la UE necesitará entre 175.000 y 290.000 millones de euros más de inversión al año para conseguir la neutralidad climática en 2050. A lo largo de 30 años, el dividendo de la paz asciende a 4.200.000 millones de euros, lo que equivale al coste de descarbonizar todos los edificios de la UE.
Mientras continúa la guerra en Ucrania, surgen varios estudios sobre el coste de la reconstrucción y, lo que es más importante, el papel de la comunidad internacional en este esfuerzo. Un informe reciente sostiene que, sobre la base de poco más de un mes de guerra, el coste de la reconstrucción será de entre 200.000 y 500.000 millones de euros, dependiendo de su duración. Si se tiene en cuenta lo que Rusia ha costado a Ucrania no sólo en la guerra actual, sino también desde 2014, y posiblemente lo que costará en el futuro, entonces la factura aumenta a 1.360 millones de dólares. La UE tendrá un papel importante en este sentido.
Por otro lado, tal vez un esfuerzo más centralizado para proveer de seguridad a la UE suponga un aumento de la eficiencia. La Comisión Europea ha esgrimido este argumento, basándose en que actualmente la defensa europea duplica recursos y tiene mercados fragmentados que no aprovechan las economías de escala. Un estudio del Parlamento Europeo estima esas ganancias en 26.000 millones de euros al año, pero también señala que si la UE tuviera un sistema de defensa único como el de Estados Unidos, esas ganancias serían significativamente mayores.
Es importante destacar que la guerra de Ucrania ha provocado una renovada demanda de un mayor papel de la UE en materia de seguridad. En una encuesta realizada justo antes de la guerra, cuando se les preguntó: "Si Rusia invadiera Ucrania, ¿quién debería acudir en su defensa?", los encuestados designaron inequívocamente a la OTAN y a la UE como los defensores apropiados - de forma sorprendente, en mi opinión, con un apoyo casi igual de cerca del 60%. Y es notable porque mientras que la defensa colectiva ha sido siempre el único principio que une a los miembros de la OTAN, la UE es, por el contrario, un proyecto de paz cuyo objetivo principal es promover la cooperación económica.
La UE tiene una cláusula de defensa mutua (artículo 42.7 del TUE), pero no existe una base de financiación sustantiva para ella. El Fondo Europeo de Defensa, el intento de la Comisión Europea de resolver algunas de las ineficiencias de Europa, asciende a 8.000 millones de euros para el periodo 2021-2027 y palidece en comparación con los fondos de defensa nacionales. El presupuesto anual de defensa de Alemania, por ejemplo, supera los 50.000 millones de dólares, y el de Grecia los 5.000 millones. En cualquier caso, el propósito del fondo tiene más que ver con la investigación y el desarrollo, no con la creación y el mantenimiento de una capacidad de defensa común.
Pero la justificación de una capacidad de defensa común europea no puede basarse únicamente en motivos económicos. En primer lugar, hay que establecer un caso para una mayor coordinación de la política exterior. Esto, a su vez, está estrechamente relacionado con cuestiones de soberanía e identidad nacional. Es difícil pensar en una capacidad de defensa común sin tocar temas que van más allá de la arquitectura actual de la UE.
Lamentablemente, la reutilización del dividendo de la paz requiere una redefinición de las prioridades, pero puede hacerse. Lo que es lamentable es la pérdida implícita de la paz.