Buenos días tristeza
Mariano Guindal
Mi amiga Ade, neumóloga infantil del Ramón y Cajal, me comenta que la sociedad está impactada con lo que está sucediendo: "ayer cené con mis amigas médicas y, además de estar estupefactas, enfadadas, frustradas…, compartimos un estado emocional nuevo que nunca habíamos tenido respecto al país: una tristeza profundísima". Una tristeza anímica y generalizada que poco a poco va adueñándose de la sociedad.
Esta es la gran diferencia respecto a la primera ola de la pandemia. Entonces dominó la solidaridad, salió de todos lo mejor que llevábamos dentro. Carlos Alsina eligió como himno de su programa Más de Uno de Onda Cero la canción italiana Facciamo tinta che. Y consiguió imprimir la fuerza y el optimismo que necesitábamos frente al coronavirus: "Hagamos como que todo va bien".
"Mientras haya un horizonte en esta tierra. Mientras no pierdas las ganas de reír. Mientras brille en nuestro cielo alguna estrella, no te rindas, no te canses de vivir. Todo va a ir bien, de algún modo. Sé que todo va a ir bien".
Si ahora, en el inicio de la segunda ola, a alguien se le ocurriese cantar esta canción le tomarían por loco y le increparían. Está saliendo lo peor de nosotros. Mientras todos estemos juntos, todo irá bien. Pero ya no es posible, no solo no estamos juntos, sino que estamos enfrentados. Todos sabemos que no vamos a salir más fuertes sino mucho más débiles y empobrecidos.
La sociedad que salía a los balcones está crispada y es agresiva por culpa de los políticos
¿Qué ha pasado de esa sociedad que se asomaba todos los días al balcón para aplaudir a los que cuidaban de nosotros, a los sanitarios a los policías? Ha desaparecido por arte de magia y en su lugar ha hecho acto de presencia una sociedad crispada, miedosa y agresiva.
Buena parte de la culpa la han tenido nuestros políticos que han utilizado la enfermedad y el miedo de la sociedad como armas arrojadizas. Es terrible comprobar según el CIS de Tezanos los españoles temen más a sus políticos que al Coronavirus.
Este es el principal hecho diferencial de nuestro país con el resto y lo que probablemente explique que España sea uno de los peores países en la gestión de la crisis sanitaria y económica. Las cosas no nos van bien porque no estamos juntos.
Durante la moción de censura de Santiago Abascal contra Pedro Sánchez tuvimos una escenificación más de este clima de enfrentamiento y desasosiego. Un debate que se celebró el mismo día en que España superaba el millón de contagios oficiales y 34.000 muertos. Probablemente estas cifras se eleven en realidad a más del doble. El mismo día en que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, notificaba más de 21.000 nuevos contagios en 24 horas y medio país decretaba el toque de queda en medio de una trifulca entre el Gobierno y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Diaz-Ayuso.
Hay tristeza porque sin alegría no hay gasto y la economía se apaga. Hay tristeza porque nos tememos que las Navidades las pasaremos confinados. Hay tristeza porque no hay expectativas de cambio a pesar que existen indicios que en unos meses las cosas pueden cambiar a mejor.
Como en la película de Otto Preminger Bonjour Tristesse (1958) basada en la novela de Francois Sagan, la nuestra era una sociedad ociosa y disipada que basaba nuestra independencia en el respeto mutuo hasta que un día apareció alguien que sembró la cizaña y descubrimos de repente la tristeza. Será la sociedad y no nuestras élites quienes nos saquen del frío con la primavera, como siempre ha hecho.