12-J, del gatillazo al psicodrama
José María Triper
Todo salió como pedía el guion. Las urnas del 12-J no dieron lugar a sobresaltos ni a sorpresas. Las amplias mayorías de Núñez Feijóo en Galicia y de Urkullu en el País Vasco estaban cantadas de antemano. Por eso lo más relevante de la noche electoral fue la noche de los perdedores o el psicodrama de los Pablos, Casado e Iglesias, que empiezan a vivir peligrosamente en los liderazgos de sus respectivas formaciones.
Un Pablo Casado que ha cosechado un nuevo "gatillazo" electoral, y van…Porque la cuarta mayoría absoluta de Galicia es mérito exclusivo de Feijóo, de una gestión eficaz y de una fórmula de derecha moderada, capaz de aglutinar un voto transversal que no ha dejado espacio a Vox ni a Ciudadanos. Un éxito basado, además, en una campaña personalista, con carteles en los que sólo figuraba la imagen del presidente reelegido y en la que no aparecían las siglas del PP, y tras negarse a la coalición con Ciudadanos que querían imponerle desde la dirección nacional.
Lo más relevante de la noche electoral del 12-J es el psicodrama de los Pablos, Casado e Iglesias, que empiezan a vivir peligrosamente en los liderazgos de sus respectivas formaciones
Todo lo contrario de lo acaecido en el País Vasco donde Pablo Casado impuso la coalición con los naranjas y a su candidato, Carlos Iturgaiz, en detrimento de un Alfonso Alonso condenado al ostracismo. Decisiones que han llevado a los populares a un batacazo histórico, pasando de nueve a cinco escaños – de ellos uno es de Ciudadanos- y propiciando la entrada, por primera vez, de VOX en el Parlamento regional.
Cierto es que se trata de comicios autonómicos y en dos comunidades con características de marcada singularidad, pero ocurre que las encuestas sobre intención de voto nacional que se vienen repitiendo desde las pasadas generales de noviembre reflejan con una apabullante tozudez que el PP no despega y sigue sin convencer como alternativa, dos años después de que Casado accediera a la presidencia del partido en un congreso extraordinario y gracias a la alianza de los dos que perdieron las primarias.
Desde entonces, el PP de Casado cosecho una derrota estrepitosa pasando de los 134 diputados de Mariano Rajoy a sólo 66 en el Congreso. Recuperó algo en las generales de noviembre, aunque sólo subió a 89 escaños. Y hoy, en julio de 2020, el pronóstico del promedio demoscópico le adjudica un 25% de votos y 99 escaños, frente a los l13 que se dan al PSOE, que sigue siendo el partido más votado a pesar de su calamitosa gestión de la pandemia.
Dos años después del Congreso popular de julio de 2018 la "generación Casado" sigue estancada en los mismos registros de intención de voto que la "generación Fraga"
Es decir, que dos años después de aquel Congreso, la "generación Casado" está estancada en registros propios de la "generación Fraga". Como apuntaba una voz autorizada del PP tras conocer los resultados definitivos de Galicia y el País Vasco "el problema de Casado es su mala relación con su realidad política".
Algo similar a lo que le ocurre a su homónimo podemita, Pablo Iglesias, al que los resultados de este 12-J le enfrentan a un psicodrama individual y grupal que puede conducir a una catarsis de consecuencias difícilmente predecibles. Podemos ha desaparecido del Parlamento de Galicia, donde ha perdido los 14 escaños que tenía, y pierde otros cinco diputados en Euskadi que pasan a engrosar la representación de Bildu.
Los morados han empezado a pagar en Galicia el desgaste político de la cloacas, no del Estado sino propias, y el personal de su todavía líder y vicepresidente del Gobierno atrapado en sus propias mentiras, su "machismo patológico" y las posibles consecuencias judiciales por el Caso Dilna. De momento desde dentro de Unidas Podemos han empezado ya a surgir voces relevantes que plantean abiertamente la renuncia de Iglesias y su sustitución por la ministra Trabajo, Yolanda Díaz, cuya figura se acrecienta en la misma proporción que disminuye la del macho alfa de Galapagar.