Opinión
El Post Covid-19 y la nueva globalización
Patrick Zweifel
Los bloqueos en las economías del mundo con la pandemia del coronavirus han sido una respuesta racional, guiada por consideraciones de salud pública. Pero han causado un colapso sin precedentes al comercio transfronterizo y generado el temor a efectos negativos que persistan durante mucho tiempo cuando esta crisis haya pasado. Sin embargo, hay buenas razones para creer que el comercio internacional no se va a ver dañado catastróficamente, aunque es probable que la red de relaciones económicas internacionales cambie significativamente.
De todas formas, la reversión de la globalización comenzó con la Gran Crisis Financiera mundial en 2008. Ese año la globalización alcanzó máximos, con el comercio de mercancías representando el 25,3% del PIB mundial. Algunos signos del cambio en contra del comercio internacional y las fronteras abiertas ya se habían visto con el creciente populismo, el Brexit, las guerras comerciales de Trump y las embestidas contra instituciones multilaterales como la Organización Mundial del Comercio, además de las tensiones en Europa sobre la migración. De hecho en el decenio posterior a 2008 se impusieron medidas comerciales restrictivas a importaciones por valor de 1,5 billones de dólares y el comercio en 2019 se ha reducido al 21,7% del PIB mundial.
Pero, además del proteccionismo, hay que tener en cuenta otros factores que poco tienen que ver con movimientos antiglobalización, especialmente la débil inversión posterior a la Gran Crisis Financiera.
Es probable que las cadenas de suministro se vuelvan menos globales
Ahora bien, la integración internacional ha favorecido la velocidad con que se ha propagado esta pandemia, lo que no es ninguna sorpresa en la era del turismo de masas, con miles de vuelos que conectan las partes más dispares del mundo y ciudades que doblan su tamaño como centros del transporte internacional. De ahí que las cadenas de suministro globales se hayan llegado a ver gravemente interrumpidas. Así que, sin duda, los gobiernos que salgan de esta crisis se pensarán dos veces los beneficios de la integración y la interdependencia global. Incluso es probable que las barreras a viajar permanezcan, como lo hicieron las medidas de seguridad a raíz del 11-S. En concreto China puede ser el blanco de nuevas restricciones, pues políticos y populistas han argumentado que es necesario "castigarla", por ser fuente de la infección. Pero China ha mostrado la necesidad de la cooperación multilateral con su disposición a prestar asistencia médica y suministros a muchos países. Habrá ganado amigos en todo el mundo. Además China, el primer país en sufrir el coronavirus, dada la escala de su comunidad e instalaciones científicas, es fundamental para la colaboración internacional sin precedentes en investigación médica que la pandemia ha fomentado.
El caso es que en el mundo post-Covid-19 hay riesgos para la globalización.
En este sentido es probable es que el comercio internacional adopte nuevas formas. Así, puede ocurrir que se reduzca el comercio de bienes físicos y la movilidad de las personas mientras que la globalización digital puede ganar importancia. De hecho el bloqueo ha mostrado a empresas y gobiernos cuánto se puede lograr con Internet en cuanto a eficacia del trabajo a distancia y servicios en línea. Las videoconferencias frente a reuniones en persona pueden ser más eficientes y ahorrar tiempo y el aprendizaje a distancia facilitar educación de calidad para muchos más estudiantes de manera eficaz,
Aunque las empresas pueden tratar de reducir vulnerabilidades y algunas verse inclinadas a traer producción internacional a casa, el principio de ventaja comparativa seguirá existiendo, pues siempre será más eficiente económicamente obtener algunos bienes y materiales de otros países. Así que es previsible que los flujos de bienes físicos sean sustituidos por servicios digitales. Las empresas que quieran diversificar sus redes de proveedores, incluso con cierta redundancia, aunque con ello aumente el coste de su producción, pueden intentar compensarlo con mayor automatización. También es probable que las cadenas de suministro se vuelvan menos globales y más regionales. Es lo que ha ocurrido en Asia las últimas tres décadas, donde el comercio intraasiático, que representaba el 28% del total de exportaciones de la región, aumentó hasta el 42% en 2008 y de nuevo hasta el 46% para 2018.
El caso es que las relaciones comerciales internacionales siempre tienen riesgos. Pero los beneficios de economías interconectadas a nivel mundial son mucho mayores que los costes. En las últimas décadas cientos de millones de personas han salido de la pobreza en todo el mundo con el aumento del comercio mundial, impulsado con la caída de las barreras comerciales y los aranceles. No debemos permitir que esta pandemia deshaga lo logrado.