Opinión

Urge un plan de ayudas fiscales a las empresas ante el coronavirus

    El coronavirus desata el pánico en los mercados

    elEconomista.es

    El pánico marca ya, sin paliativos, el paso a las bolsas mundiales. Wall Street es el mejor ejemplo, donde el S&P 500 registra un desplome histórico, que rebasa hitos cercanos como el Brexit o la quiebra de Lehman Brothers, y permite remontarse al estallido de la burbuja puntocom o, incluso, a los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un resultado inevitable, una vez que se impone el reconocimiento de que la crisis del virus de Wuhan es una epidemia global, que amenaza con tener en EEUU un impacto semejante al que ya tiene en Europa, y que despierta el miedo a una nueva recesión mundial. Es más, se presenta acompañada de efectos colaterales de difícil control, en especial, una caída del precio del petróleo que puede no encontrar suelo si Arabia y Rusia llevan adelante sus amenazas de no respetar ningún pacto de precios.

    Ante una convulsión de estas dimensiones, una vez más tiene que lamentarse la diferente capacidad de reacción a ambos lados del Atlántico. En EEUU ya ha reaccionado la Reserva Federal con una rebaja de tipos que, probablemente, el banco central ahonde este mismo mes. A ello se suma el presupuesto extraordinario de 8.500 millones. Por su parte, en la UE, todo está preparado para que el BCE tome cartas pasado mañana. El eurobanco no puede permitirse la inacción, debido a su capacidad para generar confianza en los mercados.

    No obstante, sería ingenuo prever que Fráncfort pueda desencadenar un gran efecto. Su política monetaria tiene menos margen que la propia de la Fed (los tipos en Europa ya están anulados). Además, es imposible que una crisis de demanda como la actual, en la que el miedo atenaza a los consumidores e inversores, se resuelva anegando en liquidez a estos últimos. Muy al contrario, lo que hace falta son medidas fiscales que les animen a poner en circulación los recursos que ahora atesoran.

    España, con su sector turístico y miles de pymes en la diana, no puede permitirse demoras en su plan de acción

    Desde este punto de vista, resulta decepcionante la ausencia de coordinación de la UE. Ante una oportunidad histórica para afianzar su peso institucional como la actual, la Comisión se aferra a anuncios genéricos sobre la creación de un "claro procedimiento de coordinación y comunicación". Hasta ahora, su única decisión realmente valiosa estribó en animar a los Estados miembros a tomar la iniciativa, asegurándoles que sus programas de gasto excepcionales no computarán a efectos del cálculo del déficit. De inmediato Italia recogió el guante, con un programa de 7.500 millones y, más recientemente, Alemania, con 12.400 millones. No puede decirse lo mismo de España. Pese a la creciente incidencia del virus en nuestro territorio, el presidente Sánchez se limitó ayer a hablar de un "plan de choque" que estará listo "cuanto antes", sin desgranar detalle.

    Alemania e Italia ya han adoptado paquetes de medidas que en España aún no tienen su definición establecida

    Es muy posible que del Consejo de Ministros de hoy tampoco surjan concreciones y se limita a hacer un informe de la situación actual. No es ésa la respuesta que cabe esperar en un país que se encuentra en el epicentro de la actual crisis, no tanto por el número de afectados, sino por el daño que amenaza a su imagen y a un sector clave como el turismo. Es más, desde hace días las pymes y los autónomos ven trastocada su actividad y diezmadas sus plantillas. La respuesta que demandan es un plan fiscal de amplio alcance que ayude a afrontar las tensiones de liquidez a las que se enfrentan, con ayudas que el ICO podría vehicular, y los gastos de personal (no es lo mismo gestionar bajas temporales que cuarentenas cuyo final es ahora impredecible). El coste de demorar más la aplicación de estas demandas será abocar al PIB a una recesión.