Opinión

Sexo, mentiras y cintas de vídeo para la investidura de Pedro Sánchez


    José María Triper

    Cómo en la premiada película de Steven Soderbergh, el discurso mítin de Pedro Sánchez en la sesión de investidura aparentaba más ser una ficción de sexo, mentiras y cintas de vídeo que el programa de Gobierno de un presidente el Gobierno de la cuarta economía de la UE, ahora que ya parece que tiene la investidura confirmada a falta de la escenificación final de una votación cantada.

    Una enumeración de medidas vagas e imprecisas que en el terreno de la economía se traduce en una orgía de gasto que parece más el resultado de un onanismo mental que de una reflexión seria sobre la situación política y económica del país, con un problema territorial grave y desbocado y una recesión económica que amenaza el crecimiento y el empleo. Y una orgía de gasto desenfrenado y sin preservativo que nadie explica como cómo se va a pagar.

    Y es aquí donde se pasa del sexo a las mentiras, mas graves en lo que se oculta que en lo que se dice. Porque Sánchez y sus socios eluden la reducción del déficit público y de la deuda y, siguiendo la más pura ortodoxia del zapaterismo, ocultan la recesión en consecuencia, tampoco introduce medidas de respuesta para paliarla y combatirla.

    Al contrario, incluye entre sus objetivos prioritarios la derogación de la Reforma Laboral, que organismos como el Banco de España, la Comisión Europea avalan como el instrumento que ha permitido crear cerca de medio millón de puestos anuales de trabajo y ha conseguido que la economía española sea capaz de generar empleo con crecimientos del PIB inferiores al 2 por ciento, algo insólito en nuestra historia económica reciente.

    Las cifras que manejan los expertos, y que no aparecen en el texto de la coalición, elevan a más de 35.000 millones de euros el coste de esas medidas de Gobierno, de los que 6.000 millones se llevaría sólo la revalorización de las pensiones acorde con el IPC, de acuerdo con las cifra del Banco de España, y otros 10.000 millones esa renta de inserción para familias sin ingresos que ha conseguido colocar la formación de Pablo Iglesias en ese desiderátum populista.

    A esto habría que añadir los más de 7.000 millones que cuestan las promesas de Sánchez a los partidos regionalistas, privilegiados por una ley electoral injusta, para comprar su voto en la sesión de investidura. Además de la conformación de una Administración elefantiásica con una veintena de Ministerios, a tenor de lo que dicen los socios de la coalición, frente a los doce que tenía el último gobierno de Rajoy, y que Sánchez, Iglesias y compañía, tampoco dicen ni saben como van a poder sufragar.

    De hecho la subida de impuestos que propugnan apenas va a aportar un aumento de recaudación de 5.000 millones de euros, amén de que esa fiscalidad no la van a pagar los destinatarios de la misma, sino los ciudadanos de a pié, muchos de los cuales por ignorancia o fanatismo se frotan las manos hablando de que pagaran las empresas y los ricos sin reparar en lo que se les viene encima. O, ¿acaso piensan que los bancos, las tecnologías, las energéticas o las empresas en general no van repercutir esa subida impositiva en los consumidores mediante incrementos de comisiones, eliminación de servicios gratuitos en la red, subidas de precios o destrucción de puestos de trabajo?

    Pero la cosa no acaba aquí. Porque la Comisión Europea ha exigido a España unos recortes de gasto por importe de unos 9.000 millones de euros para cumplir con los objetivos de déficit. Un déficit que España no sólo ha incumplido en 2019 sino que se ha incrementado por primera vez desde el año 2013, rompiendo una tendencia de reducción continuada desde entonces.

    Y eso se produce en un contexto en que la economía ha crecido por primera vez también desde el inicio de la recuperación por debajo del 2 por ciento -el 1,9 por ciento en el cuarto trimestre de este año- y con una importante desaceleración en el empleo. Esto es lo que hay y quienes no lo ven así, o mienten o se hacen trampas en el solitario que luego pagaremos todos y con intereses.

    "Yo no seré presidente a cualquier precio", recuerdan que dijo Sánchez cuando su fallida investidura, el mismo que colaboró en la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, que renegaba de los independentistas y que dijo que no podría dormir gobernando con Podemos. Ahora quienes no vamos a poder dormir somos el resto de los españoles que así tendremos tiempo para repasar las cintas de vídeo que el viernes difundía ese camión que recorría las calles de Madrid con los discursos, entrevistas, declaraciones, engaños y contradicciones del ya casi presidente.