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Por qué el jamón ibérico o el queso manchego son 'peores' que la Coca-Cola Zero en Nutriscore

  • Nutriscore es un sistema de etiquetado que se implantará este 2021
  • Se trata de un semáforo nutricional que clasifica los alimentos
  • El jamón ibérico o el queso manchego sale mal parados

Paco Vega
Madrid ,

El Ministerio de Consumo espera presentar a finales de año un real decreto-ley que permita implantar en 2021 en España el sistema de etiquetado Nutriscore, un código de colores que ofrece interpretación rápida sobre la calidad nutricional del producto que se vaya a adquirir. Un nuevo etiquetado que está causando polémicas porque pone mala nota a productos típicos de la gastronomía nacional como el aceite de oliva o el jamón ibérico mientras que refrescos como la Coca-Cola Zero obtienen mejor puntuación. Dos valoraciones que son reales, pero no comparables.

Nutriscore no compara a la Coca-Cola con el aceite de oliva

Nutriscore es un método de etiquetado que se focaliza en la cantidad de calorías, azúcares, sodio y grasa saturada de los alimentos y, mediante un algoritmo, se atribuyen puntos positivos y negativos en relación con la cantidad de los constituyentes. Así, se hace un perfil nutricional global de los productos que se muestra en un gráfico, a modo de semáforo, de 5 colores (del verde al rojo), y 5 letras (de la A a la E).

Esta ponderación por colores o letras no responde a una clasificación universal de todos los productos, sino que atañe solo a una familia de alimentos. Por ello, los clientes deben saber que si la Coca-Cola Zero es clasificada con una letra 'B' y el aceite de oliva con un letra 'C' no significa que el refresco sea más sano que la grasa, lo que dice es es que la Coca-Cola Zero es un refresco menos perjudicial que otro de la misma familia y que el aceite de oliva es una grasa menos perjudicial que otra vegetal. 

"El Nutriscore no dice si un alimento es bueno o no. Solo juzga un valor relativo que indica si ese producto es mejor o peor que otros", explico a la Agencia EFE el profesor Serge Hercberg, quien fue jefe del equipo que desarrolló los trabajos científicos sobre los que se basa ese sistema de etiquetado. Así, respecto al caso paradigmático del aceite de oliva, el especialista argumentó que el baremo 'C' para este producto español se trata de la mejor clasificación posible para una grasa añadida, ya que ningún otro aceite tiene una categoría mejor.

"La 'C' no es para nada una penalización. Cuando el consumidor vaya a la sección de aceites, verá que el de oliva tiene la mejor posición posible para los aceites vegetales", detalla Hercberg. A pesar de esta valoración, el ministro Garzón ha accedido a retirar de este etiquetado al aceite de oliva para evitar perjudicar al sector. Mientras, mantiene a otros malparados por Nutriscore como el queso, las aceitunas o el jamón ibérico.

La clave de los malos resultados está en las calorías, la sal y la frecuencia de consumo

Ascensión Marcos Sánchez, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), explicó a Europa Press que el etiquetado es una buena herramienta, pero que se centra demasiado en el cálculo de calorías por cada 100 gramos y el algoritmo de la clasificación no tiene en cuenta la frecuencia o la porción de consumo habitual.

"El algoritmo de Nutriscore está calculado a partir de la cantidad de energía y de algunos nutrientes por 100 gramos o 100 mililitros, así como del porcentaje de presencia de ciertos alimentos, sin considerar la porción ni la frecuencia con que se consume dicho producto en la dieta, que es algo fundamental a tener en cuenta", ha argumentado Marcos. Así, concluye que este sistema no se adapta a la dieta mediterránea, basada en un consumo equilibrado, variado y moderado de alimentos; y que el algoritmo no está bien ponderado, ya que la presencia de algunos puntos favorables enmascara los puntos desfavorables.

De esta manera, la clave de todo está en la frecuencia: que el aceite de oliva, el queso manchego o el jamón ibérico tengan clasificaciones malas no significa que sean productos malos para la salud, sino que se tienen que consumir con moderación. 

Tomando como ejemplo el jamón, Serge Hercberg entiende que este producto, como el resto de carnes procesadas, esté catalogado con la letra "D" porque, aparte de las grasas saturadas que tiene, su contenido en sal varía de 2,5 a 5 gramos por cada 100 gramos, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar los 5 gramos de sal diarios.

A su juicio, la charcutería o los quesos, con independencia de su origen, son parte de las costumbres tradicionales y es bueno que se consuman, siempre que sea en cantidades pequeñas o menos frecuentemente, siguiendo los consejos de la dieta mediterránea.