Motor

Tourbillon: el Koenigsegg Gemera se hace aún más exclusivo


Miguel García

El carísimo y exclusivo Koenigsegg Gemera se hace aún más refinado con una transmisión tan precisa (y compleja) que merece el nombre de una sofisticada pieza de relojería, Tourbillon.

Todo vale en el amor y en la guerra. Y entre los hipercoches con más de 1.000 caballos y bastante más de un millón euros, hay de los dos: amor por la ingeniería mecánica más exclusiva y guerra por conquistar los corazones de los más acaudalados del planeta. La última estratagema parece atacar al último Bugatti, el Tourbillon, antes de que se entreguen los primeros a sus propietarios… bautizando una nueva transmisión para el Koenigsegg Gemera como Tourbillon. ¿Desde cuándo se pone un nombre una transmisión más allá de unas siglas o un número de referencia?

Rimac, el genio croata presentando el Bugatti Tourbillon (sí, también Tourbillon), un hipercoche de más de 3 millones de euros

Lo mejor de lo mejor

Según Christian von Koenigsegg, el CEO de su empresa, cristianizar una transmisión era porque "representa el equivalente al reloj suizo de alta gama y es sencillamente bonito". Así que, su LST (de Light Speed Transmission) ha pasado a ser LSTT (Light Speed Tourbillon Transmission) y rediseñado completamente.

La transmisión a cada rueda y la minimalista caja de cambios, antes de acoplarse al motor, mostrada por el CEO de Koenigsegg, que se lleva su apellido

Tourbillon fue uno de los inventos clave de la relojería, que aumentó muchísimo la precisión de los relojes de bolsillo en 1800, aislando mediante un mecanismo la influencia de la fuerza de la gravedad. No es de extrañar que Bugatti y Koenigsegg hayan "encontrado" la misma manera de calificar sus realizaciones, por su precisión en ejecución y por ser capaces de enmascarar fuerzas de la naturaleza como la gravedad y la resistencia aerodinámica.

Hasta tres relojes de Breguet con su patente de Tourbillon fueron comprados por la familia Borbón antes de 1814 (de los 35 vendidos hasta 1835, cuando murió Breguet)

El Gemera, por el momento, es el único coche capaz de disponer de tracción total con un único motor eléctrico, situado en el tren delantero. La transmisión cuenta con nueve marchas, en una llamativa disposición, que envuelve como una bufanda al motor biturbo 5.0 V8 de 1.500 CV (y 1.500 Nm).

LSTT acoplada al motor de combustión, envolviéndolo. Permite enviar la potencia a cada rueda trasera individualmente

Han hecho desaparecer el diferencial convencional, empleando para cada una de las ruedas traseras un conjunto de embragues hidráulicos, que permite una gestión vectorial del par que se envía, incluso desactivar una o ambas ruedas.

Vista transparente de la caja de cambios de nueve marchas dentro de la LSTT, llamada así por sus pasos de marcha instantáneos

En el tren delantero hay un motor eléctrico de seis fases de 600 kW, con un embrague hidráulico para cada rueda, y unido mediante un árbol de transmisión de fibra de carbono con la LSTT. Permite mover el coche solo con electricidad durante 50 km, arrancar el motor de combustión situado en la parte trasera y mover el coche en marcha atrás.

Compactísimo motor delantero eléctrico, con su diferencial vectorial a base de embragues y la electrónica de control

Los mejores "relojeros" del automóvil

Fue nuestro colega Alvaro Sauras quien acuñó -o a quien primero escuchamos- la expresión "relojes de cuco" para referirse a los motores de combustión. No era por el ruido que tanto evoca y a muchos deleita, sino por los precisos, complejos y elaborados mecanismos que necesita, incluyendo cajas de cambio. Aún los fabricantes tradicionales siguen denodadamente desarrollándolos después de más de un siglo, en busca de mejorar mínimamente una eficiencia que siempre será mediocre al lado del motor eléctrico.

El motor eléctrico se describe por sí mismo: minúsculo y con 800 caballos (600 kW)

Ni el reloj de cuarzo, ni el digital, sin embargo, han conseguido desterrar totalmente ni a los relojes de cuco, ni a los relojes mecánicos construidos artesanalmente. No sin esfuerzo, dos de los más importantes maestros de la relojería automovilística, como Bugatti y Koenigsegg, consiguen encontrar hoy todavía cientos de compradores para sus mecánicas de precisión.