¿Comprar un coche eléctrico o de combustible en 2024?: la OCU tiene la respuesta definitiva
- La entidad señala que los coches eléctricos siguen compensando
- Recargar el coche eléctrico cuesta 280 euros más que en 2020
- Estos son los kilómetros que hay que hacer para amortizar un coche eléctrico
Cristian Gallegos
Uno de los grandes dilemas que enfrentamos a la hora de comprar un coche es si elegir uno a combustión tradicional o uno eléctrico. En el caso de los primeros, estamos tradicionalmente más identificados con ellos y la escalada de los precios de la electricidad nos hacen seguir optando por los vehículos de gasolina o diésel. En la acera contraria, los eléctricos, toman fuerza por las restricciones medioambientales y también por la subida de los precios de los carburantes. Sin embargo, existen más factores que pueden ser determinantes a la hora de la decisión final. En este contexto, la OCU toma la palabra para argumentar el coche que compensa más.
La opción de acceder a un coche eléctrico es una alternativa que cada vez toma más fuerza en España pese a sus elevados precios. Para ayudar a los usuarios a entrar a este mercado, el Gobierno incluso ha puesto en marcha subvenciones para la compra de este tipo de vehículos.
Por su parte, los coches que usan carburantes dejarán de venderse (como nuevos) antes de 2035, y podrán circular de manera normal hasta 2050, según lo acordó en junio de 2022 el Parlamento Europeo.
Hasta que las medidas afecten a los vehículos de combustión tradicional, tendremos dos alternativas (más las híbridas) para la compra de un coche. En esta línea, la OCU ha hecho los cálculos sobre qué tipo de coche es más rentable para comprar y la respuesta es afirmativa: el eléctrico sigue compensando, aunque el coste por 10.000 km ha aumentado mucho entre 2020 y 2023.
Por esta razón, si te estás planteando comprar un coche eléctrico o si ya tienes uno, te preguntarás cuánto te afecta al bolsillo la escalada de los precios de la electricidad de la que tanto se ha estado hablando estos últimos años.
Para este análisis, la OCU ha calculado cuánto cuesta recargar el coche con los precios de noviembre de 2023 y lo que costaba hace dos años, antes de que comenzara el ascenso de los precios de la energía. Una tendencia que se podría replicar para el próximo año. Además, lo ha comparado con lo que cuesta usar un vehículo tradicional tanto gasolina como gasoil.
Eléctrico, gasolina y diésel: ¿cuánto han subido?
Según detalla la organización que protege a los consumidores, los aumentos de precios no están afectando únicamente a la electricidad, sino también a otras fuentes de energía, pues el precio de la gasolina se ha incrementado también en los últimos años. Para estudiar esa evolución, la OCU estimó el coste para un usuario que realiza unos 10.000 km/año con un vehículo de gama media.
- En términos de consumo, el consumo de un coche eléctrico supone unos 2.000 kWh de electricidad al año. La OCU ha supuesto que se recarga en casa por la noche durante el horario valle y con la tarifa regulada PVPC. Recargar el coche eléctrico cuesta 280 euros más que en 2020
- En el caso de los vehículos de gasolina calcularon un consumo medio de 7 litros/100 lo que supone 700 litros para 10.000 km.
- Para los vehículos de gasoil, han estimado un consumo medio de 6 litros/100 km, lo que supone un consumo para el diésel de 600 litros para 10.000 km.
El coche eléctrico es "más rentable" a largo plazo
Aunque la electricidad ha subido mucho, los combustibles fósiles también, por lo que el coche eléctrico sigue siendo rentable a largo plazo. Por ejemplo, para un coche cuyo modelo eléctrico cuesta 10.000 euros más que la versión de gasolina, el precio extra de compra se amortizaría en 130.000 km, y eso sin tener en cuenta las ayudas del Plan Moves. "Lógicamente, el tiempo para amortizar el precio de compra del eléctrico también se alarga", afirma la OCU.
Los eléctricos ganan en la carrera 'sostenible'
Para responder esta pregunta, la OCU ha evaluado distintos vehículos según su nivel de emisiones a lo largo de todo su ciclo de vida y la respuesta es que los coches eléctricos siguen siendo, en conjunto, los más sostenibles, siempre que se usen durante al menos tantos km como los de gasolina, porque su ventaja está en la fase de uso.
Diferencias de subidas por tipo de coche
Los usuarios del coche eléctrico han experimentado una subida de 280 euros, pero también quien conduce un coche de gasolina estará pagando 320 euros más y el usuario de un coche diésel, 326 euros más que en 2020.
Son incrementos muy notables en todos los casos que hacen que, incluso con unos precios de electricidad altos, el coste de conducir un coche alimentado por electricidad sigue siendo menos de la mitad de lo que cuesta llevar un coche de gasolina: 470 euros frente a 1.145 euros por cada 10.000 km.
La autonomía del coche eléctrico depende mucho del modelo elegido, pero hay algunos que con solo media hora de carga permiten recorrer más de 400 km.
Coste de recarga pública
La entidad también ha calculado cuánto pagaría un usuario de coche eléctrico si lo recarga siempre en las redes de recarga rápidas que existen, aunque es un escenario improbable, ya que normalmente solo se recurre a estas redes en los viajes u ocasionalmente.
- En el caso de usar la red Ionity, casi 1.000 euros más por cada 10.000 km de lo que cuesta con la tarifa valle. La red Ionity, siempre ha sido la más cara, aunque ha bajado algo sus precios.
- La red de Iberdrola ha subido el precio de cada kWh de 0,30 a 0,445.
- La red de Zunder (antes EasyCharger) ha pasado de cobrar 0,30 a 0,44 euros/kWh.
Aunque se trata de redes pensadas para un uso esporádico, algunas también ofrecen bonos con descuentos para los usuarios más asiduos. Estos precios se incrementan claramente si se utilizan aplicaciones que permiten usar distinto tipos de redes como es el caso de Electromaps, Chargemaps o Plugin surfing.
Subidas que pueden frenar la descarbonización
Las pruebas que ha realizado la OCU han demostrado que, aunque todas las energías son caras actualmente, las subidas han afectado más a los coches eléctricos, lo que puede suponer un freno para su implantación y va claramente en contra de los objetivos de descarbonización que se han planteado.