Bolsa, mercados y cotizaciones

Dos evidencias de burbuja en Wall Street y un pequeño antídoto


    Joaquín Gómez

    Desde la subida de finales del año pasado encuentro poco atractivo en concentrar la mayor parte de la inversión en bolsa estadounidense y, sobre todo, de forma indexada. Aunque los beneficios empresariales estén superando las expectativas, desde que el S&P 500 superó los 6.000 puntos considero que hemos entrado en territorio burbuja porque se paga más de un 20% por encima del multiplicador histórico de beneficios del mercado estadounidense.

    El comportamiento de la bolsa estadounidense obliga a reflexionar sobre una corrección que, no por mucho que esté anunciada, no se producirá. En realidad ya se produjo a comienzos de abril, con el cartelón de Trump en su día de la liberación arancelaria, pero el mercado se ha recuperado en forma de V y está narcotizado por la masa de liquidez en el que mucho tienen que los efectos de la tokenización y los cripotoactivos.

    Otro claro indicador de que la bolsa estadounidense está muy cara es el indicador Buffett, aunque no fuese él quien lo inventó pero sí quien lo popularizó, que mide la relación del tamaño de una economía en relación a la capitalización bursátil de sus empresas. Se trata de una herramienta utilizada para evaluar si el mercado de valores de un país está sobrevalorado o infravalorado en relación con su economía. El valor de todas las bolsas alcanza el PIB mundial, y en otros picos anteriores (100% en 2007, 110% en 2000, y 65% en 1929) fueron seguidos de caídas del 50%.

    El valor de la bolsa americana duplica el PIB, récord histórico desde 1970. Las cifras asustan pero creo que no hay que asumir un apocalipsis porque supongo que esa capitalización suma todas esas compañías que son falsamente estadounidenses porque cotizan en Wall Street y, sobre todo, porque las Siete Magníficas son un tercio de todo el valor del primer mercado bursátil.

    El único antídoto que creo que puede atenuar la corrección es que por primera vez en los últimos meses puede empezar a corregirse la anormalidad de que el bono estadounidense ofrezca más rentabilidad que la expectativa de revalorización de la bolsa estadounidense.

    Si el mercado acaba interpretando tras Jackson Hole que Powell está dispuesto a continuar la bajada de tipos en EEUU es previsible que la rentabilidad actual que hoy ofrece el T-Note del 4,3% comience a relajarse hasta el 4%, incluso doble este porcentaje hacia abajo.

    En el lado contrario, la burbuja bursátil de Wall Steet, que tiene que desinflarse pero no explotar, ofrece un pírrico 4,2% de expectativa de rentabilidad por la inversa del PER (veces que el beneficio está recogido en el precio de las acciones). Sin embargo, si se proyectan los beneficios de 2026 la expectativa de rentabilidad alcanza el 4,7% y con los de 2027 se sitúa en el 5%. A medida que la brecha sea más grande se atenúa el impacto de la corrección.