Bolsa, mercados y cotizaciones
Invertir en un mundo multipolar
- El dólar ya no es tan confiable en las primeras etapas de una crisis
- Lo fundamental ahora es gestionar activamente el riesgo cambiario
Jorge González Gómez
La primera mitad del 2025 ha sido de todo menos tranquila. Entre turbulencias geopolíticas, políticas impredecibles en Estados Unidos y un entorno económico desafiante, los mercados globales han buscado una dirección que aún no se consolida. Lo que sí parece claro es que la era del dominio estadounidense en los mercados internacionales está perdiendo fuerza. El capital empieza a fluir con más decisión hacia Europa y Asia, donde las condiciones políticas y económicas ofrecen mayor margen de maniobra.
Estados Unidos enfrenta un panorama incómodo: crecimiento lento, inflación persistente y un margen muy reducido para actuar tanto desde la política fiscal como desde la monetaria. La Reserva Federal probablemente bajará los tipos de interés dos veces en lo que queda del año, pero las medidas podrían no ser suficientes si las tensiones políticas y comerciales siguen enturbiando el horizonte. Las empresas, mientras tanto, han entrado en pausa. Se han frenado decisiones de inversión y contratación a la espera de mayor claridad.
Fuera de EEUU, la historia es diferente. Europa y Asia se preparan para avanzar. En el Viejo Continente, los gobiernos han mostrado responsabilidad fiscal durante años y ahora están listos para aumentar el gasto público. Las barreras regulatorias se están suavizando, y el crecimiento económico podría repuntar sin que eso implique un repunte inflacionario. El Banco Central Europeo ha recortado un 1% los tipos de interés durante el primer semestre, y se anticipan políticas fiscales aún más expansivas para 2026. En Asia, y particularmente en China, las conversaciones comerciales siguen generando volatilidad, pero las políticas internas se inclinan hacia el estímulo y la estabilidad.
Algo interesante es cómo el mundo está reaccionando ante las medidas arancelarias de Estados Unidos. En lugar de responder con represalias comerciales, muchos países están apostando por incentivos económicos internos, buscando aislarse de las sacudidas políticas de Washington. Esto marca un giro importante en el equilibrio comercial global y reafirma que el crecimiento del futuro será más equilibrado, más repartido entre regiones.
Esta nueva configuración también impacta el mercado de divisas. El dólar estadounidense, que históricamente ha funcionado como refugio seguro, ha perdido parte de ese poder. Ya no es tan confiable en las primeras etapas de una crisis, sobre todo si la crisis comienza en el propio país de las barras y estrellas. El rango proyectado del dólar frente al euro se mantiene entre 1,12 y 1,22, con claras presiones bajistas. En este contexto, la recomendación desde Tressis es que se cubra parte de la exposición a la divisa.
Lo fundamental ahora es gestionar activamente el riesgo cambiario. Ya no basta con asumir que el dólar te cubre las espaldas. Y aquí entra un actor clásico, pero más vigente que nunca: el oro. Este metal sigue siendo esencial en cualquier asignación estratégica de activos. No sólo ofrece cobertura ante la incertidumbre, sino que está respaldado por un ciclo estructural alcista impulsado por las compras de los bancos centrales y el entorno de baja confianza. En un mundo multipolar y convulso, el oro no es una moda: es una necesidad táctica y estratégica.
Pasando al terreno de la renta fija, la historia también está marcada por la cautela. Tras una montaña rusa en los diferenciales crediticios durante los primeros meses del año, la situación ha mejorado, pero sigue siendo incierta. La llegada del segundo mandato de Trump trajo consigo una sacudida que se sintió con fuerza en los mercados de bonos. Aunque muchas de las medidas más extremas ya han sido revertidas, la desconfianza persiste, especialmente sobre hacia dónde van las políticas comerciales y fiscales. Por ahora, no se recomiendan grandes movimientos, salvo quizás reducir exposición a los emisores más débiles. La idea es protegerse, sin dejar de capturar valor.
En este sentido, los bonos corporativos con calificación intermedia —los llamados crossover, entre BBB y BB— ofrecen actualmente una relación riesgo-rendimiento bastante atractiva. En el tramo medio de la curva de rendimiento, es decir, bonos con vencimientos entre 3 y 7 años, el equilibrio entre reinversión y riesgo de duración parece óptimo. En cambio, extender duración hacia bonos de 30 años no es lo más sensato ahora, porque se espera que los rendimientos largos sigan altos por más tiempo o se incremente en un contexto de aumento de las emisiones de Alemania y EEUU.
En cuanto a la renta variable, el mensaje es claro: llegó la hora de mirar más allá de Wall Street. Aunque las acciones estadounidenses siguen siendo fundamentales en una cartera bien diversificada, hay señales de que el capital global está mirando hacia otras regiones con políticas más predecibles y mayor margen de maniobra económica. El entorno estadounidense está marcado por un nivel de incertidumbre que está afectando no solo a los flujos de capital, sino también a la confianza empresarial. La recomendación es conservar exposición a compañías realmente excepcionales en EEUU, aquellas que no tienen equivalentes en el resto del mundo, y al mismo tiempo ampliar horizontes hacia Europa y Asia.
Japón también entraría en nuestra lista de regiones a tener en cartera para la segunda parte del año. La continua mejora en la gobernanza corporativa y reformas en el mercado laboral. Las empresas japonesas están cada vez más enfocadas en generar valor para los accionistas, y el entorno de tasas reales negativas, junto con políticas fiscales expansivas, brinda un marco muy favorable para su mercado accionario.
El mundo ha cambiado, y con él, las reglas del juego para invertir. Ya no basta con seguir las tendencias de EEUU. Los inversores deben mirar más allá, construir carteras diversificadas, estar atentos a la calidad, y abrazar el cambio como una fuente de oportunidades. En tiempos de incertidumbre, la estrategia lo es todo.