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Bonos ligados a la inflación: cómo proteger tu dinero si los precios suben

  • Pagan un cupón fijo que se ajusta automáticamente a la inflación
  • Tienen otra ventaja: suelen estar poco correlacionados con otros activos
Imagen: iStock.

Gabriel Justiniano Vázquez

Cuando los precios suben, el dinero en nuestros bolsillos vale menos. Y en los últimos años, entre guerras, tensiones energéticas y decisiones complicadas de los bancos centrales, la inflación se ha convertido en una preocupación constante para ahorradores e inversores. En este contexto, los bonos ligados a la inflación podría ser la herramienta adecuada. Estos bonos, emitidos por gobiernos como EEUU, Alemania o Francia, están diseñados para proteger el valor de tu dinero.

¿Cómo lo hacen? Ajustan automáticamente su valor para seguir el ritmo de los precios. Es decir, si la inflación aumenta, el bono también lo hace. Y si los precios bajan, también lo reflejan. Para quienes buscan mantener su poder adquisitivo a lo largo del tiempo, estos bonos pueden ser una opción inteligente.

Inversiones que protegen frente a la inflación

Aunque su denominación varía según la región -en Estados Unidos se conocen como TIPS (Treasury Inflation-Protected Securities) y en otros países como ILBs (Inflation-Linked Bonds)- todos estos bonos siguen un mismo principio de funcionamiento sencillo: pagan un cupón fijo sobre un capital que se ajusta automáticamente en función de la inflación.

Es decir, a medida que suben los precios, también lo hace la base sobre la que se calculan los intereses. Esto permite que el inversor no solo reciba pagos periódicos, sino que además preserve su poder adquisitivo, ya que tanto los cupones como el valor final del bono reflejan la evolución del coste de vida.

Imagina que prestas dinero a un gobierno durante 3 años. Normalmente, a cambio recibirías intereses fijos cada año, y al final recuperarías lo que prestaste. Con los bonos ligados a la inflación, el interés es fijo, sí, pero se calcula sobre un capital que sube con los precios. Es como si el préstamo creciera con el coste de la vida.

El ajuste por inflación: del índice mensual a la referencia diaria

Una de las preguntas habituales sobre los bonos ligados a la inflación es: ¿cómo saben cuánto tienen que ajustar su valor? La respuesta está en el índice de precios que utiliza cada país. En Estados Unidos, por ejemplo, los TIPS se actualizan siguiendo el IPC general, publicado mensualmente por la Oficina de Estadísticas Laborales. En Europa, la mayoría de los bonos están vinculados al índice armonizado de precios al consumo, conocido como HICP, que publica Eurostat.

¿Por qué sus cupones son más bajos que los de los bonos nominales?

A primera vista, los bonos ligados a la inflación pueden parecer poco atractivos al ofrecer cupones iniciales más bajos que los bonos tradicionales con el mismo plazo, pero esto tiene una razón clara.

En lugar de ofrecer una rentabilidad "inflada" para anticipar la subida de precios, estos bonos pagan un interés más bajo porque actualizan su valor según la inflación real. Dicho de otro modo: el cupón (es decir, el pago periódico que recibe el inversor) se calcula sobre un capital que va aumentando con la inflación. Así, aunque el porcentaje del cupón sea menor, se aplica sobre una base creciente. No se promete de antemano una rentabilidad nominal más alta para compensar la inflación, se paga exactamente según la inflación que ocurra.

Además, ofrecen un beneficio adicional en carteras diversificadas, suelen tener baja correlación con otros activos, lo que ayuda a reducir la volatilidad global. En definitiva, aunque ofrecen menos al principio, estos bonos dan más seguridad al final al proteger el valor del dinero en contextos de inflación, y son una herramienta útil para quienes buscan preservar su poder adquisitivo a lo largo del tiempo.

Un instrumento útil cuando la inflación acecha

Los bonos ligados a la inflación se vuelven especialmente valiosos en entornos marcados por la incertidumbre económica. Su utilidad se hace evidente cuando existe la posibilidad de que la inflación repunta de forma inesperada, cuando se producen conflictos geopolíticos que elevan los precios de la energía o cuando los bancos centrales muestran indecisión sobre la evolución de los tipos de interés. También destacan en escenarios donde el mercado subestima el riesgo inflacionario, confiando en que los precios se mantendrán estables, dejando a los bonos tradicionales expuestos a pérdidas. En todos estos escenarios, contar con este tipo de activos en cartera puede ser una forma eficaz de proteger el poder adquisitivo y aportar diversificación frente a riesgos que otros instrumentos no cubren.

Una cobertura contra la inflación, pero cuidado con la duración

Aunque como toda herramienta, no son mágicos ni perfectos. No siempre ganan más, y en entornos de baja inflación pueden rendir menos que otros activos. Pero su mayor valor está en la protección, en esa especie de "seguro" contra el aumento del coste de vida. Y cuando los precios suben más de lo esperado, son de los pocos productos que están preparados para ello.

Ahora bien, es importante no olvidar un riesgo que comparten tanto los bonos tradicionales como los ligados a la inflación: el riesgo de duración. Cuanto mayor sea la duración de un bono, mayor será su sensibilidad a los movimientos de los tipos de interés. Si las rentabilidades exigidas por el mercado suben, el precio del bono caerá, incluso aunque esté indexado a la inflación. Por eso, más allá de su lógica de protección, también conviene evaluar la duración de estos activos y su encaje dentro del conjunto de la cartera.