Bolsa, mercados y cotizaciones
El sindiós en el que viven la mayoría de ahorradores
Joaquín Gómez
Madrid,
Hasta que todo está perdido, nada está perdido. Quiero pensar que la cruzada de convertir ahorradores en inversores es un proyecto imbatible en un mundo en el que vamos a sufrir una inflación acumulada superior al 20% en el trienio comprendido entre 2021-2023. A la crudeza de esta realidad se une que el inversor conservador, como consecuencia de la necesidad imperiosa de los bancos centrales de controlar la inflación, sufrirá este año el mayor de los hundimientos que pudiera imaginar: con pérdidas en cartera próximas al 10%.
El ahorrador en estos momentos se siente como esos soldados a los que Robert Duvall manda surfear en Apocalypse Now mientras destruye las líneas enemigas arrasando un bosque real de palmeras bajo una tormenta de napalm (escena hoy inimaginable de rodar y que consintió a Coppola el gobierno filipino de Ferdinand Marcos).
Prueba de su absoluta desorientación es que quienes realmente cuentan con ahorro para poder conservarlo, aquellos que pueden planificar que en el medio plazo no lo van a necesitar, vuelven a recurrir al sindiós de los garantizados. La culpa no es solo del miedo. La penitencia hay que ponérsela al rodillo de la banca que le es más fácil colocar en ventanilla productos tontos para clientes tontos. Así funciona un negocio que viene estigmatizado porque de los casi 9.600 fondos comercializados en España con clase en euros y una trayectoria de al menos 20 años, únicamente un 1,6% proporciona una rentabilidad anualizada igual o superior al 7%.
El borreguismo financiero ha provocado que los fondos garantizados hayan captado, solo en septiembre, casi 750 millones de euros en España. Se trata de la mayor entrada de dinero en un solo mes en al menos diez años, según datos de Morningstar. Reaparecen y vuelven a representar el 3% del patrimonio de los fondos de inversión, muy lejos de ese 25% que alcanzaron en la crisis de deuda. Y lo triste es que reaparecen en uno de los momentos más apasionantes para la inversión con rentabilidades que se mueven entre el 0,35% y el 2,2%.
Se dice que el miedo es libre, pero para el ahorrador es su esclavitud. Quien pueda pensar en el medio plazo, el sufrimiento que dejan unos mercados como los actuales va a poner por delante oportunidades históricas de inversión. Justo antes de que los bancos centrales normalicen sus políticas monetarias se van a construir magníficas carteras de renta fija, que permitan madurar retornos de la inversión cómodos de 5%. Para la renta variable quien no piense en retornos anualizados mínimos de doble dígito es que no tiene una cartera. Los ratios a los que se están comprando muchas compañías no son una bicoca, pero se acercan. Si se produce esa claudicación tipo Lehman o el Covid, que no se ha producido, será el momento de hasta pedir crédito.