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Qué se pierde por tener la clase 'sucia' de un fondo en lugar de la limpia


    Cristina García

    Un inversor puede ahorrarse hasta 1.700 euros al año si construye su cartera con fondos libres de retrocesiones, que algunas plataformas ofrecen ya desde importes mínimos asequibles.

    Imaginemos que necesita comprar unas zapatillas de marca. No es ningún secreto que, en función de dónde las compre, puede ahorrar unos euros por adquirir exactamente el mismo producto. En fondos de inversión ocurre algo similar. Un mismo fondo puede tener múltiples clases, que se pueden identificar por la letra que las gestoras añaden al final del nombre, a pesar de que la cartera en todos ellos es la misma. Lo que varía son las comisiones a pagar, que normalmente se establecen en función del patrimonio invertido. La diferencia de invertir en la que habitualmente se distribuye entre los inversores minoristas, que suele ser más cara porque incluye las famosas retrocesiones (el porcentaje de la comisión de gestión que se queda el distribuidor por recomendar su compra) y la más barata puede llegar a ser significativa. Para una cartera de fondos de medio millón de euros, el ahorro puede llegar a los 1.700 euros al año. A las primeras, las que incluyen la retrocesión, se las conoce como clases sucias, y a las segundas, que no la cobran, son las llamadas clases limpias.

    Con un ejemplo se ve más claro. El fondo más vendido en Europa este año es Allianz Income and Growth, según Morningstar, un mixto moderado con 10 clases disponibles. Los gastos corrientes en la versión más vendida entre los inversores particulares son del 1,55%. Sin embargo, en la versión más barata del mismo, a la que también pueden acceder, los gastos corrientes son del 0,95%. El problema con el que se encuentra el inversor es que reconocer cuál de todas es la clase limpia no es fácil, ya que ni siquiera todas las gestoras utilizan la misma nomenclatura para identificar a los fondos. Esta clase es la que se utiliza en los contratos de asesoramiento y de gestión discrecional de carteras ya que, desde la entrada en vigor de Mifid II, la entidad financiera está en la obligación de ofrecer el fondo con la comisión más baja cuando se contratan estos servicios.

    Sin embargo, en los últimos años han surgido plataformas de fondos que permiten comprar directamente clases limpias desde importes mínimos bajos. Es el modelo por el que ha apostado EBN Banco. En su plataforma solo se pueden contratar clases limpias con una inversión mínima de 2.500 euros y aportaciones sucesivas de 1.000 euros. "Ofrecemos 1.050 fondos, que equivaldrían a unos 7.000 a 8.000 fondos", describe Víctor Ferraz, responsable de la plataforma de fondos. Además, ofrecen algunos fondos de gestoras que no disponen de clase limpia pero devuelven el 100% de la retrocesión. A cambio cobran de manera explícita una comisión de administración y custodia del 0,3%.

    En esta entidad han calculado que el ahorro medio de comprar un fondo sin retrocesiones y otro con ellas ronda el 30%, pero en algunos casos la brecha supera el 60%, como ocurre en algunos de los fondos más vendidos por esta entidad (ver gráfico). Ferraz explica que el ahorro en una cartera de medio millón de euros construida con clases limpias puede llegar a los 1.700 euros anuales respecto a una construida con clases sucias. "Y eso sin tener en cuenta si la entidad en cuestión aplica gastos de custodia de los fondos", aclara.

    Las comisiones de los fondos se descuentan diariamente del valor liquidativo del mismo, por lo que unos menores costes también redundan en una mayor rentabilidad para el partícipe (ver gráfico).

    Hay otros modelos similares al de EBN Banco, como puede ser el de IronIA, una fintech nacida en 2020 de la mano de Diaphanum, que también ofrece acceso a una amplia oferta de fondos e incluye en ella clases limpias. La diferencia con la anterior es que utiliza un modelo de suscripción mensual o anual.