Bolsa, mercados y cotizaciones
El colapso inicial del 11-S en las bolsas tuvo un impacto más bien limitado
- El primer 'cisne negro' del siglo puso en alerta a los inversores de todo el mundo
Xavier Martínez-Galiana
Guy Spier debía haber estado en la zona cero de Manhattan aquel infausto 11 de septiembre cuando dos aviones impactaron contra las Torres Gemelas. Tenía una reunión en las oficinas de Moody's -la agencia de calificación de crédito-, situadas en el 7 World Trade Center (justo enfrente de una de las torres). Sin embargo, aquel día se retrasó y no llegó puntual a su cita.
Spier, conocido por haber pagado un dineral en una subasta benéfica para cenar con Warren Buffet, y autor de La educación de un inversor en valor, vivía en Nueva York hace 20 años y desde allí gestionaba el fondo Aquamarine. "Sobre las 8:50 recibí una llamada de otro participante [en la reunión] avisando de que algo había pasado en el centro y que la reunión podría aplazarse. Entonces, poco después, recibí una llamada de mi amiga y colega Amanda Pullinger, quien iba en un autobús desde Nueva Jersey a Manhattan. Me dijo que encendiese la televisión: lo hice y, unos minutos más tarde, vi las imágenes del segundo avión estrellándose contra el edificio", relata Spier en un correo a elEconomista.
¿Hubo motivos para temer una abrupta corrección en la bolsa? "En cuanto a mi cartera de inversión, llegué bastante rápido a la conclusión de que el impacto sería muy limitado", sostiene el fundador de Aquamarine. "Esos aviones y las vidas y los edificios destruidos no iban a impedir que la gente de todo el mundo continuase comprando Coca-Cola o los KitKat de Nestlé, o recibiendo calificaciones crediticias de Moody's: Nestlé, Coca-Cola y Moody's eran tres empresas que representaban una porción significativa de mi cartera", recuerda Spier.
Jesús Sánchez-Quiñones, ya director general de Renta 4 en 2001, destaca que, a pesar de que "algunos de los principales bancos de inversión tenían sus oficinas en las Torres Gemelas" y "nos enfrentábamos a algo totalmente desconocido", "los ánimos se calmaron sorprendentemente pronto".
El directivo español rememora cómo el Ibex pasó de golpe de los 7.700 a los 7.300 puntos, aproximadamente, e insiste en que a partir de ahí "el mercado se calmó bastante". Cree que "el riesgo era realmente sistémico", aunque admite que "la interrupción de la negociación en la bolsa estadounidense durante unos días evitó una mayor volatilidad". Aun así, resalta lo importante de la tragedia. "La primera reacción, viendo en directo en televisión a personas tirándose al vacío desde los edificios en llamas, fue mucho más humana que pensar en una bajada coyuntural de las bolsas".
Del 11 de septiembre y los días posteriores, José Miguel Maté Salgado subraya que "la incertidumbre, principal enemigo de los inversores, era muy significativa". Con la perspectiva que otorgan los años, Salgado, que en 2001 llevaba un año como consejero delegado de Tressis, elabora un análisis de lo sucedido: "Destacaría la crisis de confianza que generó, el alza de las materias primas, en particular el petróleo, la posterior depreciación del dólar y la actuación de las autoridades monetarias (especialmente la Fed, bajo el mandato de Alan Greenspan), que dejaron el grifo abierto y fomentaron la expansión del crédito y la desregulación financiera para recuperar el crecimiento. Ya sabemos cómo terminó la fiesta a partir de 2007 (crisis subprime)".
¿Qué decisiones tomaron desde Tressis? "Hicimos un análisis detallado de nuestras carteras para eliminar aquellos sectores más expuestos, por ejemplo, al turismo, los viajes o los seguros, por razones obvias, y entramos en aquellos relacionados con la seguridad global o la defensa".
El 11-S fue el primer cisne negro del siglo, un acontecimiento inesperado que de algún modo preparó al mundo para la crisis del Covid-19. En 2001, Santiago Satrústegui, presidente de Abante, preparaba el lanzamiento de su gestora, que la CNMV aprobó en marzo de 2002. Antes de eso, trabajó para Morgan Stanley, que tenía oficinas en las Torres Gemelas. Los atentados le tocaron cerca: unos meses antes había trabajado en las torres.
"Entendimos que era un evento importante, con un impacto tremendo en la historia de Occidente", recalca Satrústegui. Aun así, dice, "no fue un evento que tuviera una profundidad grande en los mercados". Quizá, añade, porque "todo el mundo puso de su parte para que las cosas pudieran seguir funcionando". Además, puntualiza que el 11-S coincidió con una crisis, la provocada por la caída de las tecnológicas (burbuja puntocom), que tocó suelo en marzo de 2003.
Amenaza global
Si bien el impacto del 11-S en los mercados financieros fue moderado -el Dow Jones perdió un 14% la semana siguiente de la tragedia-, "en el momento nos pareció un shock brutal y cuando se confirmó que era un atentado pensamos que iba a impactar muchísimo en el mercado y en EEUU", asegura Elena Guanter, responsable de relaciones con clientes para Iberia y Latinoamérica de Candriam.
"Mi marido vivía en Londres en aquella época y nos dijo que le habían cancelado los vuelos, que no iba a venir", evoca Guanter. "Recuerdo que en Madrid empezaron a evacuar Torre Picasso". Sus palabras resumen el estado de ánimo general en la época: "Creíamos que había una amenaza global, que esto nos podía pasar a nosotros también".