Bolsa, mercados y cotizaciones
Brian Armstrong, el casi desconocido CEO de Coinbase que ha llevado las criptomonedas al 'corazón' de Wall Street
- Fundó Coinbase en el año 2012 buscando llevar el bitcoin a las masas
- Con la salida a bolsa de Coinbase estará entre los 100 más ricos del mundo
- Su perfil mediático es discreto y rechaza temas sociales en su empresa
elEconomista.es
La actualidad financiera ha venido marcada los últimos días por la salida a bolsa de la plataforma de intercambio de criptomonedas Coinbase. La expectativa en torno al debut en el parqué de la primera compañía de este tipo ha sido tal que ha obtenido una valoración inicial de en torno a 85.000 millones de dólares en su salto al Nasdaq y la cotización del bitcoin ha alcanzado esta semana nuevos máximos. ¿Quién ha sido la persona que ha conseguido llevar a las criptodivisas al 'corazón' de Wall Street? Se llama Brian Armstrong, tiene 38 años, es el CEO de Coinbase y mediáticamente casi un desconocido.
Fundador de Coinbase en 2012, Armstrong se ha alejado durante todo este tiempo del habitual perfil mediático que ha abundado en el universo de Silicon Valley. También ha huido en cierto modo del cliché de gurú evangelizador con las criptomonedas, pese a ser lo que le ha llevado a la cima. De hecho, si en algo sí se parece Armstrong a esos otros nombres -todos tenemos a Elon Musk en mente-, es en su patrimonio. Si Bloomberg le colocaba, pese a lo difuso de su fortuna, entre las 500 personas más ricas del mundo, la salida a bolsa de Coinbase puede colocarle en la lista Forbes de los 100 más ricos del planeta. Su participación del 20% en la empresa no queda muy lejos de los 20.000 millones.
Este viaje a las alturas no le ha restado discreción a un Armstrong que rara vez habla con la prensa y asiste a pocas conferencias. Su cuenta de Twitter es inusualmente tranquila y su biografía no depara grandes anécdotas. El fundador de Coinbase creció en San José (California) y estudió economía e informática en la Universidad Rice de Houston. Trabajó en tecnología de la información para Deloitte & Touche antes de regresar a una empresa de educación que fundó mientras estaba en la universidad. Se unió a Airbnb en 2011 y constituyó su plataforma de criptomonedas al año siguiente.
¿Cómo llegó Armstrong a las criptodivisas o las criptodivisas a él? Allá por 2010, cuando el bitcoin contaba con dos años de vida, Armstrong sintió la 'llamada'. Tuvo conocimiento de la criptomoneda y se dio cuenta de que esta era inutilizable para casi todo el mundo. Por aquel entonces, un usuario tenía que descargarse el programa de bitcoin y operar un 'nodo' en la red. Esto estaba más allá de la capacidad de la mayoría de las personas que no eran programadores y por eso llegó a la conclusión de que hacía falta una plataforma de acceso más sencilla a las criptomonedas. Varias personas que han trabajado con Armostrong confirman a Wall Street Journal que su 'leitmotiv' desde el principio ha sido llevar el bitcoin a las masas.
Ese objetivo se convirtió en la meta principal de Coinbase. Armstrong y su socio Fred Ehrsam rechazaron desde el principio la tendencia anarquista del bitcoin y trabajaron con reguladores, bancos e inversores de capital riesgo de Silicon Valley para intentar que el bitcoin fuera tan accesible para el público como el correo electrónico. Tan seguro estaba Armstrong de lo que estaba ideando, que en una de las reuniones con el capital-riesgo en 2012 para buscar financiación expuso con toda racionalidad a uno de sus oyentes que las criptomonedas constituirían un mercado con una capitalización de un billón de dólares. Se quedó corto porque recientemente ha alcanzado los dos billones.
El tándem entre Armstrong Ehrsam funcionó a la perfección los primeros años. Si el primero era la parte más callada y reflexiva, su socio fue el perfil dinámico que tomaba la palabra en las reuniones. Así hasta que en 2017 Ehrsam renunció a su papel ejecutivo. Esto dejó a Armstrong al frente de todo hasta que delegó ciertas funciones en Asiff Hirji. Durante esta la alianza la empresa siguió creciendo pero dos años más tarde las discrepancias llevaron al divorcio.
Tras la ruptura, Armstrong volvió a volcarse en atraer a clientes institucionales, que hoy en día constituyen alrededor de la mitad de los 223.000 millones de dólares en activos de la plataforma. También quiso fijar una cultura de empresa después de varios años. La compañía no se involucraría en "cuestiones sociales más amplias" ni abordaría temas políticos política a menos que estuvieran relacionados directamente con las criptomonedas. "Quiero que Coinbase se concentre en lograr su misión, porque creo que es la forma en que podemos tener el mayor impacto en el mundo", escribió en el blog de la compañía.
Armstrong: "No creo que las criptomonedas estén aquí para resolver todos los problemas del mundo"
En esta tesitura, Armostrong ofreció a quien no le gustaran estas líneas maestras una indemnización por despido que 60 empleados aceptaron. La polémica llegó cuando en plena pandemia estallaron las protestas del movimiento Black Lives Matter y se acusó al CEO y la compañía de no pronunciarse sobre la cuestión racial. Lejos de cambiar su opinión, estas críticas reforzaron la idea de Armostrong de que las inquietudes sociales quedaran lejos del perfil de la empresa. "No creo que las criptomonedas estén aquí para resolver todos los problemas del mundo", dijo en una suerte de desquite.
Más allá de este amargo trago, Coinbase pasó a tener un beneficio de 322 millones de dólares en 2020 desde las pérdidas del año anterior, y las comisiones por transacciones en su intercambio representaron la mayor parte de los 1.140 millones de dólares de ingresos netos. Con estas cifras sobre la mesa, su salida a bolsa se ha convertido en un acontecimiento que se espera sea un punto de inflexión en la aceptación del bitcoin por parte del mundo financiero.