Bolsa, mercados y cotizaciones
El espejismo en el desierto de la renta fija: repetir un año como 2019 es un imposible
- Tras un 2019 mucho más exitoso de lo esperado, la deuda ha comenzado 2020 al alza
- El bono español tendría que irse -0,56% para ganar tanto como en 2019
Carlos Jaramillo
El año 2019 fue enormemente positivo para aquellos inversores que mantuvieron la calma, ya que casi todos los activos lograron rentabilidades muy por encima de lo previsto al inicio del ejercicio. En el caso de la deuda se llegaron a obtener retornos estratosféricos de doble dígito y con las rentabilidades en medio mundo cerca de mínimos históricos se antoja una misión imposible tener un año tan positivo como 2019 e incluso poder rascar algo, ante el desierto de rentabilidades que hay por delante de este activo.
Los analistas de Blackrock han calculado los movimientos que tendría que vivir la deuda a lo largo de este año para poder alcanzar el resultado logrado en 2019 y, para lograrlo, sería necesario triturar los mínimos históricos marcados en estos últimos años. A nivel global la renta fija dio un retorno del 6,8% el pasado año y para lograr esto mismo en 2020 su rentabilidad tendría que ceder hasta el 0,69%, frente al 1,3% en el que se mueve actualmente y al mínimo histórico del 1,07%. En el bono americano su interés tendría que caer al 0,98% para lograr igualar el retorno del 7% del pasado año y para obtener un 5% tendría que llegar al 1,27%, desde el 1,59% actual.
"Pensamos que la perspectiva sobre la renta fija en 2020 se reduce a si la política acomodaticia de los bancos centrales podrá seguir siendo eficaz y descartar una recesión global y creemos que sí (...). Sin embargo, las valoraciones se han ampliado y con los diferenciales de crédito más estrechos y los tipos libres de riesgo en cotas tan bajas apenas existe margen en algunos países para rebajar los tipos y compensar el incremento de los diferenciales", apuntan en Janus Henderson.
El inicio del año ha sido positivo para la deuda -la renta fija en euros gana un 2% y en dólares, el 1,7%- ante las dudas sobre la debilidad de la economía global y las noticias sobre el coronavirus, pero los expertos consideran que cada vez es más complicado ganar, especialmente en la gubernamental.
"Los bonos soberanos globales han descontado una ralentización brusca en la actividad global. Las expectativas de inflación de las economías desarrolladas permanecen sensiblemente por debajo de los objetivos de los bancos centrales y la deuda a corto está descontando mayores recortes de tipos (...) Si el virus es contenido y su golpe se reduce al primer trimestre del año, nuestra tesis subyacente de un año mejor para la deuda corporativa que para la soberana permanecería intacta", apuntan en BCA Research.
En la deuda soberana europea la rentabilidad tendría que irse al -0,65% para igualar lo logrado en 2019 y al -0,87% para obtener ese 5%. Mientras, el bono español logró un retorno total del 11% en 2019 y para repetir este año necesitaría situar su rendimiento en el -0,56%, frente al mínimo histórico del 0,035%. "Tras un verano en el que todo giraba en torno a tipos más bajos por más tiempo y con las expectativas de un recorte de tipos llevando la deuda a mínimos históricos, en 2020 el riesgo podría ser al alza [en las rentabilidades]. Si el mercado no pone en sus expectativas más recortes de tipos y contando con alguna subida en el medio plazo se podría producir una tímida subida de las tires", argumentan en Natixis.
En el crédito, el grado de inversión en euros apenas da una rentabilidad del 0,36%. Para llegar a ganar un 5% el interés tendría que descender hasta el -0,3% y repetir el éxito del pasado año parece misión imposible, ya que se necesitaría que retrocediese hasta el -0,48%. En la deuda con grado de inversión en dólares la rentabilidad es positiva -del 2,6%-, si bien es cierto que el precio de cubrir la divisa llevaría el interés a niveles similares a los del crédito en euros.
Protege pero no renta
Uno de los problemas a los que se enfrentan los inversores ante el entorno de bajos tipos de interés es que si la renta fija nunca había sido fija ahora tampoco ofrece esa renta -o es muy escasa-. "A pesar de que las rentabilidades están en mínimos históricos, pensamos que la deuda pública seguirá sirviendo a su fin en una cartera, es decir, subir de precio cuando las acciones bajan", indican desde JP Morgan AM. Sin embargo, en la gestora del banco americano recuerdan que "aunque sigue brindando protección, ya no ofrece ingresos reales. De hecho, las rentabilidades negativas en buena parte del mercado europeo implican que los inversores deben pagar por los bonos que hacen las veces de seguro, lo cual sume a los inversores en un difícil dilema".
Uno de los problemas a los que se enfrentan los inversores ante el entorno de bajos tipos de interés es que si la renta fija nunca había sido fija ahora tampoco ofrece esa renta
Con todo, los inversores no parecen estar muy preocupados ante esta circunstancia y sigue entrando dinero en los productos de deuda. Según datos de Bernstein, en las 4 primeras semanas del año se produjeron entradas de 72.000 millones de dólares en los fondos de renta fija, lo que supone el récord de la serie histórica. "Los bancos centrales continúan informando de su compromiso de seguir apoyando con su política acomodaticia, lo que ha provocado que siga habiendo presión a la baja en las rentabilidades de la deuda y un apoyo en los flujos de dinero", indican desde la casa de análisis.
De momento, el mercado descuenta una bajada de tipos adicional en Estados Unidos en la próxima reunión de septiembre y espera que pueda llegar un segundo recorte entre finales de este año y el arranque del próximo. Por contra, en la eurozona los inversores todavía no ven más bajadas en el precio del dinero, pero sí que consideran más probable un movimiento a la baja que al alza. Con esta protección de los bancos centrales, los analistas creen que los inversores descartan que pueda llegar un desplome en los mercados de deuda. "Los mercados parecen haber abrazado el compromiso de Jerome Poweel de actuar de forma agresiva en caso de una ralentización, con las acciones cerca de máximos históricos y con la rentabilidad de la deuda en niveles exuberantemente bajos", apuntan desde Société Générale.