Javier Fontcuberta, CEO de Cuatrecasas: "Otro color en la política tributaria y flexibilizar el mercado laboral facilitaría la inversión"
- Ley concursal: "Mi valoración es positiva. Hay que proteger el tejido empresarial, pero no a costa de todos"
- Consulta de la opa: "La intervención de los poderes públicos tiene que estar limitada a lo imprescindible"
- Estrategia: "El plan estratégico tiene tres grandes pilares: talento, poner al cliente en el centro e innovación"
Carles Huguet
Barcelona,
Javier Fontcuberta es, desde abril, el consejero delegado del despacho de abogados Cuatrecasas. El letrado es el rostro de la nueva etapa emprendida por el bufete hace dos años y medio y se sienta con elEconomista.es en una conversación gestionada en el marco del XXVIII Congreso del Consejo Nacional de Estudiantes de Derecho (CONEDE) que se celebró en Esade Law School -escuela de la que es también profesor- para desgranar los retos que afrontan tanto la empresa como la economía española.
Hace décadas, el bufete ya era el mayor de Barcelona con apenas 11 abogados y hoy se ha transformado en una firma de referencia con más de 2.000 personas y presencia en seis países. Para el abogado, la profesión está en un momento de cambio parecido al vivido hace 40 años con la entrada del país en la Unión Europea.
Hace un mes que ha sido nombrado por los socios como consejero delegado, ¿qué líneas estratégicas se ha marcado?
Mi nombramiento no cambia la estrategia, porque ya con mi anterior posición vinimos trabajando en la elaboración de un nuevo plan estratégico. El que está en marcha tiene tres grandes pilares: personas, clientes y tecnología. Debemos incorporar talento que trascienda de uno mismo, no creemos en el que es sabio pero no comparte. Y a ese talento tenemos que ofrecerle una carrera profesional sólida, algo que no es sencillo, porque los jóvenes han cambiado y ha entrado en la ecuación elementos como el teletrabajo y la flexibilidad, que hace cinco años no existían.
¿Y de cara a los clientes, cómo ha cambiado Cuatrecasas?
Mi gran objetivo ha sido poner al cliente en el centro. ¿En qué se traduce esto? Por ejemplo: hemos roto el sistema estructurado en las disciplinas clásicas del derecho y hemos establecido lo que hemos llamado grupos de especialidad. Y con 2.000 personas, mover a un despacho de esta naturaleza es complicado. Prescindimos también de los esquemas territoriales y ahora operamos todos bajo una sola cuenta de explotación con la finalidad de asegurar a los clientes que ponemos a su disposición el mejor talento disponible para su problema con independencia de donde esté. También por otra vertiente: evitar convertirnos en una firma asimétrica. La situación geopolítica del país es la que es y hay una gran concentración del volumen de negocios en Madrid. Queremos evitar que esa concentración nos lleve a generar una asimetría en la calidad de los abogados. Por eso todos los abogados, independientemente de dónde estén, pueden optar a asesorar los asuntos más sofisticados.
¿Y el tercer foco?
La innovación. De primeras con la innovación técnica, que creemos que es uno de los pilares de la abogacía del futuro. Y esto puede parecer un poco contraintuitivo con la tecnología, porque si la tecnología ya te lo hace, ¿por qué demonios yo tengo que tener ese conocimiento técnico? Las máquinas nos darán soluciones muy interesantes, pero sin pensamiento crítico detrás difícilmente vamos a poder dar una solución válida para nuestros clientes. Lo que pedimos a nuestros abogados es que la reflexión quede en la trastienda y ofrezcamos una solución válida para el negocio que recoja toda esa reflexión. La segunda parte es la innovación tecnológica. Queremos ser protagonistas del cambio y por eso hace ya casi tres años iniciamos un proyecto de Inteligencia Artificial con Harvey, que es probablemente la plataforma de IA generativa más sofisticada para los abogados, para entender bien qué es lo que nos puede ofrecer la tecnología.
Se dice que la IA va a cambiar la abogacía. ¿Así lo ven?
Si nos vamos 40 años atrás, España se incorporaba a la UE y aquí teníamos una plataforma de abogados muy potente que tuvo que hacer el esfuerzo de entender cómo la abogacía se adaptaba a esa nueva realidad comunitaria. Algunos lo hicieron bien y pudieron capturar lo que pasaba en la Europa comunitaria, y cómo la competencia iba a cambiar la estructura del mercado doméstico. Han sobrevivido y han sido protagonistas de la nueva realidad de la abogacía de los negocios. Y otros desaparecieron. Probablemente estamos ahora en un momento parecido, en el que hay un cambio en las reglas de juego del mundo de la abogacía de los negocios, y quien no sepa adaptarse puede ver comprometido su futuro.
¿Dónde ven oportunidades de crecimiento en esta nueva etapa?
Tenemos claro hacia dónde queremos ir y hacia donde no. Es evidente que el mercado transaccional es un mercado que para un despacho como el nuestro resulta interesante, tanto por lo que respecta a las transacciones corporativas como en el ámbito financiero. El arbitraje internacional es un pilar muy importante para nosotros, y también lo es el fiscal, que ha sido el origen de nuestra propia organización. No descarto otros, como puede ser por ejemplo el mundo de los aranceles en esta nueva dinámica en el mundo del comercio internacional.
¿Y a nivel geográfico?
Somos un despacho español, que se convirtió en ibérico y ahora mismo es internacional con presencia en México, Colombia, Perú y Chile. Tenemos absolutamente descartado tener presencia directa en países de nuestro entorno europeo, pero es algo que descartamos. Con nuestra representación en Londres y Bruselas estamos cómodos, pero para entrar en países como Alemania o Francia la barrera de entrada es demasiado alta y ya tenemos partners allí. La prioridad es consolidar nuestros negocios en Latinoamérica.
¿Con nuevas jurisdicciones?
No. Nuestro reto es ganar protagonismo en las jurisdicciones en las que estamos, y hacerlo en esas cuatro áreas que comentaba: el transaccional corporativo, el transaccional financiero, arbitraje internacional y fiscal. El sueño, el camino por donde vamos, es que seamos capaces de ofrecer a Estados Unidos y Canadá un proyecto de región que cubra en esas jurisdicciones una propuesta con calidad única para capturar inversiones. Felipe Mariño, un socio colombiano, nos va a representar en la oficina de Nueva York y esperamos que podamos consolidar esta dirección en los próximos años.
¿A nivel de cifras, cómo están?
Cerramos el año con una facturación de 436 millones frente a los 388 millones de 2023. Un crecimiento que se produce, además, en un momento particular, en el que el mercado transaccional no termina de despegar. Estamos muy satisfechos y tenemos margen de crecimiento en Latinoamérica, por ejemplo, que es solo el 12% de nuestros ingresos. Además, tenemos un índice de rentabilidad muy bueno, pero creo que hay espacio para poder mejorarla.
¿Han notado mucha inflación salarial en el sector? Es algo que se ha notado mucho en países como Estados Unidos o Reino Unido
Hay una cierta inflación, pero afortunadamente estamos en un marco distinto. En Reino Unido, ha habido movimientos que son absolutamente estratosféricos, con abogados que parece que son estrellas del pop, con pagos de 15 o 20 millones de euros. Esto hay que ver cómo se monetiza. España es un mercado completamente distinto.
Vozpopuli publicaba la pasada semana que están restructurando su sistema de socios. ¿Qué se busca con el movimiento?
Somos un despacho meritocrático y, por tanto, intentamos premiar y dar el reconocimiento a aquellos que más están aportando. Y aportar más no significa necesariamente facturar más; significa hacer una contribución a los fines del despacho en una mayor extensión. Ha sido una propuesta colaborativa en la que he estado durante casi un año y que ha tenido el apoyo prácticamente unánime de toda la organización.
Otro tema por el que Cuatrecasas ha sido noticia es por la reclamación hecha por Robert Tchenguiz por supuesta "negligencia" en el asesoramiento de la venta de la Ciudad Financiera de Banco Santander. Les pide 213 millones...
Estamos tranquilos. Es un proceso que está en una fase preliminar en el Reino Unido. Se trata de una demanda absolutamente oportunista que no tiene ningún tipo de recorrido.
¿Entienden que no hay caso?
Sabemos que no hay caso. Hemos analizado por activa y por pasiva el alcance de la reclamación. También el momento en el que se produce la reclamación y cómo está planteada. Y no tiene base ni recorrido. No nos roba ni un minuto del tiempo más allá de la atención para que nuestros abogados tengan todos los argumentos.
Comentaba que el mercado transaccional no arranca. ¿Qué se puede hacer para impulsarlo?
Es cierto que hay un factor económico muy alto. Los tipos de interés postcovid han provocado que fondos y private equitys hayan entrado en compañías a precios altos. Por lo tanto, tienen que salir también a precios altos. Sin embargo, en nuestro país, es evidente que la política tributaria podría tener un color diferente e incentivar las decisiones de inversión frente a países competidores. Creo que tenemos que buscar un equilibrio en el sistema tributario que permita el desarrollo de riqueza y no penalice los resultados positivos de las empresas. También las políticas laborales pueden tener una incidencia y una flexibilización del mercado. No tengo dudas de que facilitaría la inversión.
Habla de política tributaria. Ha hecho mucho ruido la campaña del bufete Amsterdam & Partners contra Hacienda, a la que acusa de carterista...
No conozco el caso en profundidad, pero en los últimos tiempos la voracidad de la administración tributaria se ha intensificado. Me gustaría que la aproximación de la hacienda española fuera distinta de la que estamos viviendo hoy.
¿Y a nivel europeo? Una de las grandes quejas es la sobrerregulación...
El modelo europeo nos ha llevado a ello, pero tenemos la percepción de que las instituciones lo han entendido y lo comparten. Europa tiene debilidades en el ámbito mundial, pero cuando se ha unido y desarrollado ha sido en momentos especialmente delicados. Y este, sin duda alguna, lo es. Lo que pido a las instituciones europeas es que nos movamos con rapidez en esa dirección.
Una de las normas que más titulares ha generado es el escudo antiopas, ¿Cómo valoran la moratoria?
Forma parte del nuevo esquema mundial. Hemos partido de un contexto absolutamente liberal, en el que parecía que todo el mundo podía invertir en todas partes sin ningún tipo de limitación. Y eso a Europa le ha debilitado, porque le ha faltado afinar sobre la política de control de las inversiones exteriores. Viéndolo con perspectiva, es claro que se han tomado decisiones equivocadas como la desindustrialización. A pesar de tener una opinión general de corte liberal, entiendo que en los mercados europeos o domésticos haya que tomar decisiones de este tipo.
¿Y la ley concursal? Hará tres años que se estrenó con el caso Celsa...
Mi valoración es positiva. Creo que tenemos que proteger al tejido empresarial, pero no puede ser a costa de todos. Y es evidente que en los últimos años hemos tenido un crecimiento de las situaciones especiales. Es probable que veamos un incremento de este tipo de operaciones a corto y medio plazo, con los acreedores adquiriendo proyectos de terceros que, en todo caso, tienen que preservar el empleo y los proyectos empresariales en curso.
Sobre el gran caso del momento, la opa de BBVA a Sabadell. Se ha dicho que la consulta del Gobierno es ilegal. ¿Qué le parece?
Me permitirán que mantenga cierta reserva con respecto a mi opinión. Pero frente a este tipo de circunstancias creo que la intervención de los poderes públicos tiene que estar limitada a aquello que es imprescindible y en el contexto de la ley.