Internacional

¿Y si Trump no puede seguir en la carrera electoral? Su muerte o retirada llevaría al caos total

  • La Cámara de Representantes podría tener la última palabra
  • Es demasiado tarde para cambiarle en las papeletas: ya se está votando
Una papeleta para las elecciones de EEUU. Foto: Reuters.

Víctor Ventura

Por si faltaba algo de caos, la confirmación de que Donald Trump ha dado positivo por Covid-19 puede sacudir las elecciones presidenciales aún más de lo que ya lo ha hecho. Por el momento, el presidente solo muestra síntomas moderados similares a la gripe, como cansancio o dolor de garganta, según ha informado la Casa Blanca. Pero si la situación empeorase y el presidente acabara incapacitado de forma grave o, en el peor de los casos, incluso falleciera, la situación en la que quedarían las elecciones que ya se están celebrando a día de hoy sería histórica: ¿qué hacer con las papeletas a su nombre?

Las leyes electorales estadounidenses son una mezcla de remiendos aprobados a lo largo de décadas, en un intento de convertir un sistema que, de entrada, no esperaba contar ni con partidos ni con elecciones populares, en un sistema democrático. En teoría, lo que los ciudadanos votan este próximo mes de noviembre no es a su candidato a presidente, sino a 538 delegados que sí lo harán en diciembre. Si todo siguiera como estaba pensado en 1780, esos delegados podrían votar a quien quisieran y no habría problema alguno en que votaran a un hipotético sustituto de Trump.

Sin embargo, 2020 no es 1780. Las restricciones creadas a lo largo de los siglos para convertirlos en meros ejecutores de la voluntad de los votantes complican todo de forma sobremanera. En la gran mayoría de estados, los delegados están obligados a votar por el candidato que ganó las elecciones, y solo una minoría de ellos incluye una excepción que les permita cambiar de opción si el candidato muere o se retira de la carrera entre las votaciones y la elección del mandatario.

Richard Pildes, profesor de Derecho de la Universidad de Nueva York, explicó en un debate a principios de año que "las leyes no explican qué hacer si el candidato muere", y que, en aplicación estricta de una sentencia del Tribunal Supremo de este mismo año contra el transfuguismo, sería la Cámara de Representantes la que, en última instancia, decidiera si esos votos son válidos. En otras palabras, quedaría en manos de los demócratas, con mayoría en el Congreso, la decisión de si permitir a los delegados republicanos cambiar su voto u obligarles a votar por el que se presentó a las elecciones, aunque esté incapacitado o haya fallecido, anulando su elección en la práctica.

La solución más rápida sería que el comité de dirección del Partido Republicano nombrara a otro candidato y cambiar las papeletas. Pero ya no hay tiempo físico: ya se han emitido más de 2,5 millones de votos y decenas de millones de papeletas están ya impresas y dirigiéndose a las casas de los más de 60 millones de estadounidenses que han solicitado el voto por correo. Un cambio urgente de candidato a última hora a finales de mes, si la salud de Trump empeora de forma grave, llegaría tardísimo, con un tercio de los votos esperados ya en las urnas.

Millones de votos nulos

En ese caso podría haber una nueva batalla: si el Partido Republicano cambia de candidato a última hora, todos los votos a favor de Trump hasta ese momento serían nulos, y su nuevo candidato tendría garantizada la derrota en casi todo el país. A continuación, serían los parlamentos de los estados, encargados de certificar los resultados, los que podrían dar pie a una nueva guerra legal, con las bancadas republicanas exigiendo que se admitan los votos de Trump como papeletas a favor de su nuevo candidato.

En cualquier otra elección, habría que repetirla. De hecho, en Minnesota, la elección de uno de sus diputados será declarada nula por la muerte hace unos días de uno de los candidatos de un partido minoritario, y la repetición será aplazada hasta principios de 2021. Pero la Constitución exige que alguien sea elegido presidente en diciembre y tome posesión en enero.

En caso de que algo grave le ocurra a Trump, Joe Biden no obtenga mayoría -las encuestas, hasta el momento, le son favorables, pero nada es 100% seguro- o haya problemas a la hora de decidir quién ha ganado los estados clave, y ningún candidato (vivo) obtuviera la mayoría absoluta, la elección del presidente pasaría a la Cámara de Representantes, que se renovará también en noviembre, mientras que el Senado elegiría al vicepresidente. Por si acaso, y en medio de la incertidumbre provocada por esta loca carrera electoral, la batalla por el Legislativo acaba de hacerse mucho más decisiva que nunca.