Internacional

Trump desaprovecha una de sus últimas cartas: el presidente sale quemado y las apuestas se inclinan por Biden

  • Las encuestas tras el debate dan la victoria a Biden
  • La imagen del presidente sale dañada y se le va acabando el tiempo

Víctor Ventura

Donald Trump llegaba al debate presidencial 7 puntos por debajo de su rival, Joe Biden, a nivel nacional y en la mayoría de estados clave. Los sondeos llevan un mes entero petrificados y los votos ya se están apilando en las urnas -casi 1,6 millones de papeletas ya, a primera hora del miércoles-. A falta de poco más de un mes para que empiecen a abrirse los sobres, el actual presidente de EEUU necesitaba hacer algo para cambiar el tono de la campaña electoral. Y su decisión de embarrar la cancha y llevar el debate a un tono hosco y combativo no parece haberle sido de ayuda: Biden ha repuntado en las apuestas, y los primeros sondeos muestran que Trump salió peor de lo que entró.

Las opiniones de los votantes parecen claras. Las tres encuestas realizadas tras el debate mostraron una victoria de Biden, aunque con variaciones según su formato. La de la CNN mostraba un 60-28, números similares a los de Hillary Clinton hace cuatro años. La de la cadena CBS, un 48-41 que casi calcaba la intención de voto nacional, entre una muestra que, antes del encuentro, esperaba que Trump ganara, 46 a 38, un giro de unos 15 puntos a favor del demócrata. Y la de DataForProgress, un margen de 13 puntos, 52 a 49%.

El problema de Trump es que con enardecer a su base de votantes -una labor que lleva haciendo cada día de los últimos cuatro años- no basta: el porcentaje de personas que tiene una buena opinión del presidente lleva desde el principio de su mandato atascado en el entorno del 42-43%, su intención de voto en las encuestas está estancada en el 43%, y en las legislativas de 2018, su partido apenas llegó al 44,8% de voto. Ahondar en ese mismo 43% de votantes hasta el paroxismo de poco le puede servir ya.

Y esas mismas encuestas indican que el debate de ayer fue en dirección contraria: según la encuesta de CBS, Biden mejoró su imagen entre el electorado en 14 puntos, mientras que Trump empeoró la suya en 4. Y los momentos destacados del debate, más allá del intercambio de insultos, fueron la negativa de Trump a condenar a una organización terrorista supremacista blanca, a la que les pidió que se mantuvieran "a la espera", o sus peleas a cuenta de los hijos de Joe Biden, uno de ellos militar fallecido en acto de servicio, y otro cuya pasada adicción a las drogas Trump atacó.

Los comentarios de los indecisos también fueron claros. Un grupo de discusión de votantes indecisos de Ohio, organizado por el analista republicano Frank Luntz para la cadena CNN, mostró unos resultados preocupantes para el presidente: Biden "sorprendió", fue "mejor de lo esperado", "profesional", "coherente", "presidencial" o resultó "íntegro y humano". Mientras, sus opiniones de Trump fueron completamente opuestas: "horrible", "caótico", "drogado", "chiflado", "matón" o "arrogante". Uno de ellos incluso defendió a Biden por llamarle "payaso" en un momento: "Si el zapato encaja...". La inmensa mayoría de ellos no se decantaron finalmente por dar su voto a ninguno de los dos, pero nada indica que Trump se hiciera un favor a sí mismo con su actuación.

Biden arrasa en las apuestas

Pero, más allá de las encuestas, una de las señales más claras de lo que pasó fueron los movimientos en las apuestas. Este año, al contrario que en 2016, es Trump el que recaba más apoyos entre la gente que se juega su dinero que entre las encuestas. Pero la noche del martes, Biden tomó la delantera con claridad. Según datos de Betfair, del millón de dólares apostado durante el debate, el aspirante demócrata recibió el apoyo del 70%, muy por encima del 56% de opciones con las que llegaba. Movimientos similares se vieron en plataformas similares, como PredictIt, en las que Biden subió entre 3 y 5 puntos, según los datos de Guesser.

La mayor esperanza de Trump a estas alturas es confiar en que las encuestas estén sistemáticamente mal en todo el país -algo que no ocurrió en las legislativas de 2018- o que la negatividad desmovilice a los demócratas. Esto, precisamente, es algo en lo que intentó ahondar en algunos momentos del encuentro, en los que presionó a Biden para que se distanciara de las ideas más izquierdistas del senador Bernie Sanders o la diputada Alexandria Ocaso-Cortez para, a continuación, decirle que "acabas de perder el voto de la izquierda".

Sin embargo, los datos parciales de voto hasta la fecha ni siquiera indican eso: la participación es 100 veces superior a la que había en estos momentos en 2016, con 1,6 millones de votos emitidos antes siquiera de empezar octubre, y los militantes demócratas suponen el 53% de las papeletas recogidas hasta ahora en los estados que informan de ese dato, frente al 20% que provienen de militantes republicanos (el 27% restante son de votantes 'independientes' o de partidos minoritarios).

Una última alternativa, que Trump también repitió anoche, es que haya un caos en el recuento electoral, especialmente por el aumento histórico del voto por correo, que puede retrasar bastante los datos definitivos si el resultado está muy ajustado en varios estados decisivos. Los estados más importantes están haciendo todo lo posible por facilitar el proceso, y algunos como Florida, Carolina del Norte o Georgia contará los votos por correo por adelantado para poder publicar los resultados en cuanto cierren las urnas. Pero nadie sabe si Trump simplemente insistirá en que ha habido fraude y se negará a aceptar los resultados si pierde e irá a los tribunales, como también aventuró en el debate.

De todas formas, aún quedan tres cara a cara: uno entre los candidatos a vicepresidente, el próximo martes, y otros dos entre los primeras espadas, a lo largo del próximo mes. La gran pregunta es si Trump cambiará su estrategia o insistirá en lo de anoche. Y, sobre todo, si quedará tiempo para cambiar el resultado electoral para entonces, cuando la cifra de votos ya puede haber superado la decena de millones.