Internacional

Las quimeras del instituto de virología de Wuhan, el epicentro del covid-19

  • Los expertos denuncian desde hace años la falta de seguridad en el centro
Sede del Instituto de Virología de Wuhan. Foto: Reuters.

José Luis de Haro
Nueva York,

A unos 14 kilómetros del Mercado de Huanan -considerado la zona cero del Covid-19 donde se venden animales salvajes vivos como murciélagos, civetas, serpientes o pangolines-, científicos chinos combinaron un patógeno similar al coronavirus responsable del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (Sars), pero incapaz de contagiar humanos, con secuencias del VIH, para determinar su capacidad de infección humana. Algo que se probó efectivo y que posteriormente continuó desarrollándose con múltiples quimeras, que acabaron por infectar células de las vías respiratorias humanas con un impacto similar al del Sars. Al inocularse en ratones, se vio que el virus afectaba a sus pulmones y no respondía a terapias o vacunas empleadas en el Sars.

Informe de la CIA

Estos ensayos no concuerdan del todo con las conclusiones publicadas por los servicios de inteligencia de EEUU, que concluyen formalmente que el virus de la actual pandemia tuvo origen en China, aunque se reitera que el patógeno no fue creado por el hombre ni genéticamente modificado.

Eso sí, no descartan que el virus hubiera escapado accidentalmente, pero no hay señales que lo indiquen. Hace dos años un miembro del Departamento de Estado de EEUU mostró su preocupación por la escasa seguridad del recinto donde se llevaron a cabo estos experimentos. Y es que, en la provincia china de Hubei, se erige el Instituto de Virología de Wuhan creado en 1956, aunque hasta hace seis años no se cumplieron con el máximo nivel de bioseguridad, BSL-4, que permite operar con algunos de los virus más peligrosos.

Los criterios de gestión incluyen filtrar el aire y tratar el agua y los desechos antes de salir del laboratorio. También estipulan que los investigadores se cambien de ropa y se duchen antes y después de usar las instalaciones. Medidas que no evitan que este tipo de operaciones sean controvertidas, dado que se trabaja con los virus que causan el ébola, la viruela o la peste. El primer centro BSL-4 de Japón se construyó en 1981, pero funcionó con patógenos de menor riesgo hasta 2015. En EEUU y Europa, donde en los últimos 15 años se han abierto más de una docena de estos centros, también se han registrado quejas por los peligros relacionados con este tipo de entidades, cuyas actividades incluyen un alto componente experimental.

Durante una década, los científicos de Wuhan barren el sur de Asia en busca de murciélagos y las extrañas enfermedades que albergan, permitiendo el descubrimiento de coronavirus exóticos. Los más destacados se detallan en más de 40 estudios académicos que describen un esfuerzo para documentar la conexión entre estos mamíferos voladores y los brotes de enfermedades en China.

En 2007 ya se descubrió un grupo de coronavirus en los murciélagos de herradura con genomas casi idénticos a los que provocaron el Sars, pero sin la capacidad de infectar humanos. Se optó por combinarlo con secuencias del VIH, para determinar, con éxito, si podría afectar a células de humanos. Seis años más tarde, el laboratorio contaba con una muestra que coincidía genéticamente en un 96% con el Covid-19.

"Si el virus escapa, nadie podría predecir su trayectoria", avisó Simon Wain-Hobson

Los investigadores del WIV continuaron desarrollando este análisis y en un segundo artículo publicado en 2015, no solo se reiteraron los hallazgos del primero, sino que confirmaron abiertamente que manipularon esta quimera para demostrar su fuerte capacidad de contagio tanto in vitro como en ratones.

Simon Wain-Hobson, especialista del Instituto Pasteur de París, señaló en el semanario Nature, que estos investigadores habían creado un nuevo virus que "crece notablemente bien" en las células humanas. "Si el virus escapa, nadie podría predecir su trayectoria", avisó.

'Mujer murciélago'

La directora del Centro de Enfermedades Infecciosas Emergentes en el WIV, Shi Zhengli, también conocida como la mujer murciélago, ha jurado insistentemente "por su vida" en las redes sociales que el Sars-cov-2 que ha desencadenado la pandemia actual y que ha infectado a casi 4 millones de personas en todo el mundo "no tiene nada que ver con el laboratorio".

No obstante, el contacto con animales que son conocidos huéspedes de patógenos mortales, incluidas cepas estrechamente relacionadas con el Covid-19, implica riesgos. Lo mismo ocurre con la exposición accidental a las quimeras creadas en el centro, según los expertos.

De hecho, tales accidentes ocurren docenas de veces al año en laboratorios de alta seguridad en todo el mundo, incluidos los de EEUU, donde existe un registro detallado. No sucede lo mismo en China. Un artículo científico publicado en 2019 ya puso de manifiesto deficiencias sistémicas generalizadas en estos centros.

Es por ello que algunos cientificos consideran que la hipótesis que contempla la posibilidad de que alguien se infectara accidentalmente en el laboratorio y después fuera a comer al mercado de Huanan, instigando así el brote, podría sostenerse.

Tampoco niegan la verosimilitud de que ciertos animales vendidos al público en el recinto procedieran del WIV. Wang Yanyi, su directora general, fue acusada de hacerlo en las redes sociales, algo que posteriormente desmintió.

Aguantar un terremoto de magnitud 7

El laboratorio de Wuhan costó 44 millones de dólares y como parte de las medidas para garantizar su seguridad se situó en un área elevada, para evitar inundaciones, mientras su infraestructura cuenta con la capacidad de resistir un terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter. Desde que recibiera luz verde para comenzar sus operaciones en 2017 puso su atención en enfermedades emergentes y actuó como un "laboratorio de referencia" para la Organización Mundial de la Salud (OMS), vinculado a su vez con otros centros similares en todo el mundo.

Sus primeros proyectos se centraron en estudiar el patógeno que causa la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo: un virus mortal transmitido por garrapatas que afecta al ganado en todo el mundo, incluido el noroeste de China, y que también puede afectar a las personas. Sin embargo, éste se categoriza dentro del nivel 3 de bioseguridad, el mismo donde se agrupa, por ejemplo, el Sars-CoV, el coronavirus responsable del Síndrome Respiratorio Agudo Grave que entre 2002 y 2004 infectó a más de 8.000 personas y provocó al menos 774 muertes. Este virus puede, según la OMS, también manipularse en algunos casos en laboratorios con una categoría de seguridad aún menor, la BSL-2.