Televisión

¿De verdad Oughourlian va a cargarse a Ángels Barceló, líder de audiencia en la Ser frente a Herrera y Alsina?

La Cadena Ser, como todo el grupo PRISA, atraviesa un momento de redefinición estratégica que, aunque esperable con la llegada de nuevos directivos, ha generado una inquietud creciente entre los oyentes, los profesionales del medio y el propio sector. Trasel relevo de Pepa Bueno al frente de El País, el epicentro del debate se encuentra en una figura que, sin dejar de ser prescindible, representa hoy el mayor bastión de la radio informativa en España: Ángels Barceló.

Con 3.170.000 oyentes diarios, según el último Estudio General de Medios (EGM), Hoy por Hoy no solo conserva su liderazgo histórico en la franja de la mañana, sino que ha consolidado una ventaja significativa sobre sus competidores directos: Carlos Herrera en COPE y Carlos Alsina en Onda Cero. Barceló ha sumado 90.000 nuevos oyentes en la última oleada, lo que supone un crecimiento del 2,9 % que cualquier cadena firmaría en los tiempos actuales de fragmentación mediática.

Aun así, los rumores de su posible salida no cesan. Desde la llegada de Fran Llorente como nuevo director editorial y de contenidos de Radio y Negocio Audiovisual de la Cadena Ser, y bajo la batuta de Joseph Oughourlian, presidente no ejecutivo de Prisa, se está reordenando el tablero mediático con movimientos que apuntan a redefinir las líneas editoriales de los principales medios del grupo. La consigna parece clara: reforzar un discurso de centroizquierda independiente, menos alineado con el Gobierno actual, y libre de hipotecas políticas.

En ese contexto, la continuidad de Ángels Barceló en las mañanas de la Ser, pese a sus espectaculares datos de audiencia y su prestigio profesional, ha pasado a ser objeto de especulación. Pero una frase flota en los pasillos de Gran Vía 32: "No hay bemoles".

Es cierto que su contrato aún no ha sido renovado, nos confirman fuentes de la empresa, aunque a estas alturas de la temporada eso no es inusual. Sin embargo, la incertidumbre ha abierto la puerta a cábalas y tensiones internas.

El problema es más profundo de lo que parece. Sustituir a Barceló no es como cambiar una pieza de ajedrez en un tablero vacío. Es reemplazar al rostro —o, mejor dicho, a la voz— que representa el principal activo de la emisora, tanto en términos de audiencia como de ingresos publicitarios. Es, además, una apuesta arriesgada en términos de estabilidad interna y reputación editorial.

En los pasillos de Prisa se barajan nombres, y uno de los que suenan es el de Ana Pastor, actual rostro de La Sexta y esposa del periodista Antonio García Ferreras. Pastor coincidió en TVE con Llorente durante la etapa de Luis Fernández, en la que ambos consolidaron una manera distinta de hacer periodismo que entonces parecía moderna. Era el zapaterismo.

Sin embargo, hoy son pocos los que creen que Pastor pueda sostener las cifras estratosféricas de Barceló, menos aún en un entorno como el de la radio, donde el vínculo emocional con el oyente se construye a través de años y madrugadas o mañanas compartidas.

A todo esto, hay que sumar una realidad incontestable: la Cadena Ser no es El País. Si en el diario de referencia del grupo Prisa fue posible remover piezas sin que se resintiera gravemente la estructura, en la radio el margen de maniobra es más estrecho. La conexión entre locutor y oyente no solo es más directa, sino también más volátil. Un paso en falso puede suponer una fuga masiva de oyentes en cuestión de semanas. O tal vez no.

Por otro lado, existen alternativas intermedias. Algunas fuentes internas apuntan a que la estrategia podría no pasar necesariamente por el relevo de Barceló, sino por una reestructuración de sus equipos de tertulianos, en un intento por redefinir el tono editorial sin romper del todo con la imagen del programa. Esa posibilidad, menos traumática, permitiría a Llorente y Oughourlian avanzar en su hoja de ruta sin poner en riesgo el liderazgo matinal.

Sin embargo, esta opción no está exenta de riesgos. Si los cambios son percibidos como una imposición o si alteran sustancialmente la dinámica de un espacio que funciona como un reloj suizo, la reacción de la audiencia puede ser adversa, y los efectos podrían notarse rápidamente. O tal vez Barceló no aguante las imposiciones.

En cualquier caso, lo que está en juego no es solo un nombre o un programa, sino la esencia misma del liderazgo de la radio informativa en España. El trono que hoy ocupa Ángels Barceló no se mantiene únicamente por méritos pasados, sino por una conexión viva y poderosa con millones de oyentes que la escuchan, confían en ella y la eligen por encima de cualquier otra opción.

¿Se atreverán Oughourlian y Llorente a desmontar este equilibrio? ¿Pesará más la nueva estrategia editorial o la prudencia empresarial? En las próximas semanas se despejará la incógnita. Pero si algo está claro es que, en plena efervescencia mediática, mover a Barceló es una operación de altísimo voltaje. En términos de reputación, audiencia y credibilidad, puede ser el mayor acierto o el más caro de los errores. Y no hay vuelta atrás. En Gran Vía se han puesto farrucos: "No hay bemoles".

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