Televisión

Rico, rico, rico: la gran fortuna del cocinero Karlos Arguiñano, sin duda el más famoso de España

Karlos Arguiñano en acción

La vida es como una buena receta: se trata de encontrar el equilibrio perfecto entre lo simple y lo extraordinario. Y eso, Arguiñano lo ha sabido hacer como nadie. Hay hombres que nacen con estrella y otros que nacen con un delantal bien atado a la cintura, que viene a ser lo mismo si se sabe usar. A sus 76 años, Karlos Arguiñano Urkiola (Beasáin, Guipúzcoa,6 de septiembre de 1948) es el cocinero más conocido, por encima de eminencias y premiados con estrellas Michelin; gracias a su innegable virtud y don para ser no solo un as en los fogones sino un presentador de televisión excepcional, escritor, empresario y hasta actor y productor no solo de formatos televisivos sino de de películas como Airbag.

Karlos pertenece a esa estirpe de cocineros que no solo han domado los fogones, sino también las cámaras de televisión, los negocios y hasta el corazón de un país entero. Con su inconfundible bigote, su simpatía desbordante y su arte para convertir un plato sencillo en una fiesta, este vasco de sonrisa contagiosa ha amasado no solo masas de hojaldre y bechamel, sino una fortuna digna de un auténtico magnate.

Arguiñano, que ya pasa los 76 años y sigue al pie del cañón, es el chef más rico y famoso de España. Su cuenta bancaria, según estimaciones, ronda los 50 millones de euros, una cifra que no solo viene de sus recetas con perejil, sino de su olfato para los negocios, que es tan fino como el de un buen sumiller. Su imperio gastronómico y mediático lo ha convertido en un auténtico referente, trascendiendo generaciones y fronteras con su cocina honesta, su filosofía de vida y ese sentido del humor que ha sido su ingrediente secreto.

Nació en Beasáin en 1948, en un hogar sin lujos pero con mucho carácter, el mismo que lo llevaría a abrirse camino a golpes de cuchara y sartén. Se formó en la Escuela de Hostelería de Zarauz y pronto comenzó a despuntar en el mundo de la gastronomía. Fue uno de los pioneros de la Nueva Cocina Vasca, junto a figuras como Juan Mari Arzak y Pedro Subijana, pero su destino no estaba solo en los manteles de lino y los menús degustación, sino en la gran pantalla de la televisión.

En los años 90, cuando los programas de cocina aún no eran el espectáculo que son hoy, Arguiñano entró en los hogares españoles con su estilo campechano y directo. No hablaba de emulsiones ni de esferificaciones, sino de pimientos rellenos y guisos con fundamento. Se convirtió en un fenómeno mediático y, desde entonces, no ha soltado la cuchara ni el micrófono. En Antena 3 sigue, de lunes a viernes, conquistando a la audiencia con su programa "Cocina Abierta", en el que demuestra que lo bueno, si sencillo, es dos veces bueno.

Pero si la televisión le ha dado fama, su gran éxito empresarial ha sido su restaurante. El Hotel Restaurante Karlos Arguiñano en Zarauz es una parada obligatoria para los amantes de la gastronomía. Un lugar donde el mar Cantábrico se funde con los aromas de una cocina que es puro sabor y tradición. Allí acuden peregrinos del buen comer, atraídos tanto por la comida como por la posibilidad de ver de cerca al chef más querido de España.

El negocio no se queda solo en el restaurante. Arguiñano ha sido un maestro en diversificar su fortuna. Ha escrito libros de recetas que se venden como pan caliente, ha lanzado su propia línea de productos gastronómicos y ha participado en innumerables campañas publicitarias. Su rostro ha aparecido en anuncios de electrodomésticos, supermercados y hasta de yogures, demostrando que todo lo que toca se convierte en oro… o al menos en una buena cuenta de resultados.

Si hay un lugar en el mundo donde Karlos Arguiñano es verdaderamente feliz, ese es su hogar en Zarauz. Vive en una casa espectacular cerca del mar, con espacios amplios, grandes ventanales y una cocina que es el sueño de cualquier amante de los fogones. Durante la pandemia, cuando tuvo que grabar su programa desde casa, el público pudo echar un vistazo a este santuario culinario: una estancia luminosa, con una enorme isla central donde sigue cocinando para los suyos con la misma pasión de siempre. No es un hombre de lujos ostentosos, pero sí de buen vivir. En su casa hay espacio para los hijos, los nietos y los amigos que siempre encuentran en su mesa un plato caliente y una buena conversación. Su cocina, con mármol claro y madera oscura, es su reino. Desde allí ha conquistado el mundo, sin necesidad de abandonar su amada Zarauz.

La familia, su verdadero tesoro

Si hay algo que Arguiñano valora más que el dinero, es su familia. Casado con María Luisa Ameztoy, el chef ha criado a siete hijos: Zigor, Karlos, Eneko, Joseba, Martín, María y Amaia. Y si la vida le ha dado algo más rico que una merluza a la koskera, eso son sus 14 nietos, que son su mayor orgullo. Para él, no hay mayor placer que reunir a toda la familia alrededor de una mesa y disfrutar del verdadero lujo: la comida casera, el buen vino y las risas compartidas. A pesar de su fortuna, su éxito y sus años de carrera, Karlos Arguiñano no tiene pensado colgar el delantal. Lejos de retirarse, sigue cocinando con la misma energía de siempre. La televisión, su restaurante y sus proyectos lo mantienen activo, porque para él la cocina no es un trabajo, sino una forma de vida.

Ha dejado huella en la gastronomía española y su legado es incalculable. Es el hombre que enseñó a España a cocinar con alegría, sin miedo y con ingredientes de calidad. Su voz ronca y su risa contagiosa han acompañado a generaciones enteras, convirtiendo la cocina en un arte accesible para todos.

Si algún día Karlos Arguiñano decide tomarse un descanso, será con la satisfacción del deber cumplido. Su fortuna es grande, sí, pero su mayor riqueza está en el cariño del público, en el respeto de sus colegas y en la alegría de saber que ha hecho felices a millones de personas con su cocina y su humor.

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