Lleva 20 años con su chico y es madre de dos hijas adolescentes fruto de su matrimonio. Este viernes, ejercía de 'terapeuta' de otro matrimonio, el formado por sus compañeros Marisa Martín Blázquez y Antonio Montero. En un momento dado, Verónica Dulanto preguntó a sus entrevistados si seguían teniendo sexo pero Marisa, muy rápida, le devolvió la pregunta a Verónica, que le volvió como un boomerang. La respuesta fue evasiva, pero desde luego no mostró entusiasmo y se limitó a encogerse de hombros, arquear las cejas y decir: "Bueno…", sin gran entusiasmo.
Así preguntó Dulanto: "Después de tantos años juntos, que esto también es una realidad, ¿seguís teniendo relaciones sexuales?", les planteó a Marisa y Antonio. "¿Y esa pregunta?", replicó Marisa. "¿Que eso es un problema en nuestra relación? No, no, no. Terapeuta, terapeuta y terapeuta. Cuando necesitemos una sexóloga te prometo Verónica Dulanto que te llamo". Y entonces Marisa Martín Blázquez devolvió el golpe a Verónica: "¿Y tú tienes buenas relaciones sexuales, cariño?". Ahí Dulanto dijo: "Bueno…", sin grandes alharacas.
Una historia de amor de dos décadas
Más allá de las bromas y el juego televisivo, Verónica Dulanto tiene una historia de amor que ha resistido el paso del tiempo. Lleva dos décadas al lado de su marido, Andrés, con quien se casó en junio de 2008 en una idílica finca en Madrid. Juntos han formado una familia con sus dos hijas, Carla y Romina, de 13 y 10 años respectivamente.

Nacida en el barrio madrileño de Arganzuela, la periodista ha sabido equilibrar su vida profesional con la personal, un desafío nada fácil en una carrera como la suya, donde la estabilidad laboral muchas veces brilla por su ausencia. A pesar de los retos, Dulanto siempre ha dejado claro que su familia es el pilar fundamental de su vida: "Estoy enamorada de mis hijas", ha confesado en más de una ocasión, dejando en evidencia que su maternidad es, sin duda, su mayor orgullo.
Un encuentro casual en Ibiza
Verónica Dulanto y Andrés se conocieron en 2004 de una manera que parece sacada de una comedia romántica. Unas vacaciones con sus amigas en Ibiza, una fiesta de cumpleaños de un desconocido y un flechazo que, en ese momento, no parecía tener futuro: "Fue en Cala Molí. Un chico se acercó a una amiga mía y nos invitó a la fiesta de un amigo suyo, que cumplía 30 años. Decidimos ir y allí conocí al cumpleañero, Andrés. Me hizo gracia su humor negro y particular, pero nada más".

En aquel entonces, él trabajaba en Alemania y ella tenía su vida en Madrid. No intercambiaron teléfonos ni hicieron planes para verse de nuevo, pero el destino volvió a juntarlos. Seis meses después, la amiga de Verónica comenzó una relación con el amigo de Andrés y le dio la noticia: "Oye, ¿sabes que Andrés va a venir a Madrid a trabajar?". A partir de ese momento, empezaron a verse, primero con una cena, luego con otra apuesta… y hasta hoy. "No fue un flechazo de 'Dios mío, me muero', no. Ninguno de los dos buscaba pareja, pero mira tú".
Un matrimonio basado en la complicidad
Lo que hizo que Andrés conquistara a Verónica no fue solo su humor, sino su atención y su forma de hacerle la vida más fácil: "Era (y es) muy atento, detallista, educado… Se desvivía porque estuviera bien". Al describir a su marido, Verónica no escatima en elogios: "Es súper familiar, tiene cuatro hermanos y son una piña. Es divertido a más no poder, el alma de la fiesta. También muy trabajador y noble".

El día de su boda, el 21 de junio de 2008, fue una jornada inolvidable. Madrid ardía bajo un calor sofocante, pero nada impidió que fuera un momento mágico: "Nos casamos en la carretera de Colmenar. Se me pasó volando. Quien se vaya a casar, lo digo: disfrutadlo, porque sobre todo para las novias, pasa que no te enteras. Mi vestido tenía una hilera de 150 botones desde la rabadilla hasta la nuca. Acabamos a las 7 de la mañana y yo ya estaba destrozada".

¿Y qué pasa con la pasión?
Pero, volviendo a la pregunta que quedó en el aire en televisión: después de tantos años juntos, ¿sigue habiendo pasión en su matrimonio? La reacción de Verónica ante la pregunta de Marisa Martín Blázquez ha dado pie a especulaciones. Su respuesta evasiva y la falta de entusiasmo han hecho que algunos se pregunten si la rutina ha afectado la intimidad de la pareja.
No es un secreto que la vida conyugal cambia con los años, especialmente cuando hay hijos de por medio y las responsabilidades se multiplican. Sin embargo, Verónica y Andrés han demostrado que su relación es sólida, basada en la complicidad, el respeto y el cariño. Tal vez, más allá de la frecuencia o intensidad de sus encuentros íntimos, lo importante es que su matrimonio sigue en pie después de dos décadas, algo que no todos pueden decir.

Así que, aunque su "Bueno…" haya sonado poco entusiasta, lo cierto es que su historia sigue adelante, con humor, amor y, quién sabe, quizás también con pasión.