La televisión es un ecosistema fascinante. Un lugar donde se conjugan la pompa y la miseria, donde los egos chocan con la fuerza de dos trenes en vías opuestas y donde, de vez en cuando, aparece un gamberro con ganas de reventar la fiesta—o lo que en Telecinco insisten en llamar Fiesta.
Ese gamberro, en esta ocasión, tiene nombre y apellidos: Kike Quintana, sobrino de Ana Rosa Quintana y colaborador de Tardear, ese programa que empezó con la misión de ser el buque insignia de las tardes y terminó pareciendo más un flotador pinchado a la deriva. Como buen heredero de la irreverencia mediática de su tía, Kike decidió hacer una visita a Fiesta y, en un alarde de espontaneidad—o puro instinto de supervivencia televisiva—, se lanzó a repartir estopa con la misma delicadeza con la que un camarero torpe sirve sopa en un barco en plena tormenta.

La fiesta más aburrida del mundo
Lo primero que hizo fue analizar el ambiente, y lo que vio no le entusiasmó: "Me gusta mucho este plató porque tiene otra luz y creo que es lo que me viene bien a mí. Vengo de la oscuridad a aquí, que no lo entiendo bien porque tampoco hacéis mucha audiencia", soltó, con esa mezcla de cinismo y condescendencia que solo se permite quien sabe que su apellido le garantiza un pase VIP a cualquier plató de Mediaset.
Emma García, anfitriona del show y domadora de fieras televisivas, intentó contenerlo con una sonrisa tensa: "Como sigas así…". Pero Kike, que al parecer nació sin el gen de la prudencia, siguió con su monólogo incendiario. "Esto de Fiesta tiene poco. Esto es un salón de té. Necesita un poco de caña… A este programa le hace falta un poco de movilidad".
Es decir, menos tertulia de sobremesa y más juerga. Pero claro, en un plató donde el pico de emoción de la semana es una exclusiva de tercera mano sobre la sobrina del cuñado del ex de Isa Pantoja, pedir chispa es como pedirle a un yogur caducado que sepa a gloria.
La siesta de Paloma Barrientos
Pero el sobrino de Ana Rosa no se iba a conformar con criticar el tono del programa; necesitaba víctimas concretas. Y ahí apareció Paloma Barrientos, reputada periodista del corazón y, al parecer, poseedora de una gran capacidad para la siesta en horario laboral. "Paloma Barrientos hasta se está quedando dormida", sentenció Kike.
Barrientos, que hasta ese momento probablemente estaba haciendo como que escuchaba con interés, se revolvió en su asiento con la dignidad de una reina destronada. "El problema de este tipo de gente es que su sentido del humor es con ataques y no me gusta", replicó, con el tono de quien se siente ultrajada pero no lo suficiente como para levantarse e irse.

"¿Tú trabajas aquí o trabajas en la competencia en otra cadena? Me da la sensación de que en vez de ganar puntos te estás yendo al hoyo y arrancas etapa el lunes", siguió Barrientos, con el aire de una maestra cansada de regañar a un alumno que nunca aprende. "A estos niñatos hay que acostumbrarles a tener educación".
Niñato. La palabra maldita. Kike, lejos de amilanarse, la recibió con la tranquilidad del que sabe que su tía es la reina de Telecinco y que, por tanto, su puesto está tan asegurado como el de un árbol en un parque nacional.
¿Quién es Verónica Dulanto?
Y entonces llegó el turno de la nueva presentadora de Tardear, Verónica Dulanto, a quien Kike despachó con la sutileza de un elefante entrando en una tienda de porcelana. "Pones un carretillero de Mercamadrid y le conocen las mismas personas", sentenció, ante la mirada entre divertida y aterrorizada de Emma García.
La pobre Verónica, que hasta ese momento probablemente disfrutaba de un sábado tranquilo en casa, recibió una llamada urgente del programa para que entrara en directo a defenderse. "No me dejas tranquila ni el sábado, Kike. ¿Emma, no te lo quieres quedar?", bromeó, con la voz de quien sabe que su futuro laboral se ha convertido en un experimento sociológico en manos de un chaval con demasiadas ganas de jarana.

A todo esto, Kike ya se estaba buscando una escapatoria por si Dulanto decidía convertir el plató de Tardear en un campo de batalla. "Vas a ser una presentadora que nos va a dar muchas alegrías… Me estoy buscando una salida por si te cansas de mí". Que traducido al lenguaje de la televisión significa: "Si me echas, siempre puedo hacer un reality".
Final con beso y navaja
Al final, entre dardos y réplicas, la despedida fue sorprendentemente cordial. Emma García, que ya tiene tablas para lidiar con huracanes, le deseó suerte en su nueva etapa, mientras Kike, probablemente satisfecho con la polvareda que había levantado, salía del plató con la tranquilidad del que sabe que la televisión se alimenta de estas pequeñas guerras.
Porque, al final, el espectáculo debe continuar. Incluso si los presentadores se quedan dormidos, las nuevas estrellas son desconocidas y los sobrinos descarados convierten una entrevista en una batalla campal.
Quién sabe, quizá Tardear acabe siendo el programa más gamberro de la tele. O quizá dure menos que un café en un plató de Telecinco. Lo importante es que, mientras tanto, nos sigan regalando titulares como este.
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