David Broncano y su programa habían marcado esta semana el peor dato contra Pablo Motos desde el inicio de temporada. Debían renovar su estrategia para mantenerse relevantes en el competitivo panorama televisivo. Desde su estreno en RTVE, el programa había logrado captar la atención gracias en parte a la polémica que rodeó su fichaje, percibido por muchos como un movimiento político impulsado por Pedro Sánchez para contrarrestar el dominio de El Hormiguero y su presentador, Pablo Motos, azote del socialista. Esta narrativa inicial, que generó una oleada de interés, se tradujo en buenos datos de audiencia en los primeros compases de la temporada para La Revuelta. Sin embargo, con el paso de las semanas, el 'suflé' de la rivalidad entre ambos programas ha ido desinflándose, afectando negativamente los índices de audiencia de Broncano, quien ha tenido dificultades para mantener el ritmo inicial.

Frente a esta situación, Broncano ha optado por reactivar la controversia con Pablo Motos, consciente de que la polarización puede ser un recurso efectivo para movilizar a su audiencia. Este jueves, La Revuelta lanzó un dardo directo al programa rival, acusando a El Hormiguero de presionar a los invitados para que no acudan al espacio de RTVE. La acusación surgió tras la cancelación de última hora de Jorge Martín, campeón del mundo de motociclismo, quien decidió no asistir a La Revuelta apenas media hora antes del inicio del programa. Según Broncano, esta decisión fue consecuencia de presiones ejercidas por el equipo de Pablo Motos, en un supuesto intento por sabotear a su programa.

Sin embargo, el contexto no puede ser ignorado. Esta denuncia llegó en un momento en el que Broncano atravesaba su peor racha, en comparación con El Hormiguero. La acusación, estratégicamente lanzada un jueves, parece diseñada para generar una polémica que mantenga el interés del público durante el fin de semana y logre un repunte de audiencia el lunes, cuando La Revuelta vuelva a emitirse. Más que espectadores, el objetivo de Broncano es atraer a 'militantes' que, indignados por las supuestas prácticas de Motos, vean su programa como un acto de resistencia contra el 'presionador' de Antena 3.

La estrategia, sin embargo, expone una contradicción significativa en el discurso de La Revuelta. El programa, que se presenta como un espacio de buen rollo, modernidad y tolerancia, ha demostrado una inclinación recurrente por la confrontación. Esta actitud recuerda al clásico 'matón de clase' que, mientras predica camaradería, utiliza tácticas agresivas para defender su posición. Al acusar a Pablo Motos públicamente de presionar a los invitados, Broncano parece estar ejerciendo una forma de presión inversa, aprovechando la plataforma de RTVE para influir en la percepción pública y avivar la controversia.

La pregunta clave es si esta táctica será sostenible a largo plazo. Si bien la polarización puede generar picos de audiencia, también corre el riesgo de desgastar la credibilidad de La Revuelta. En última instancia, los espectadores podrían cansarse de un formato que parece depender excesivamente del conflicto con El Hormiguero para mantenerse relevante. Broncano, quien ha demostrado un talento indiscutible para la comedia y la entrevista, podría beneficiarse más de apostar por contenidos innovadores que refuercen su identidad propia, en lugar de basar su estrategia en un enfrentamiento constante con Pablo Motos.

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