José Luis Gil mantiene su lucha por recuperarse del ictus que sufrió hace dos años y que le tiene apartado, desde entonces, del trabajo. El actor, Juan Cuesta en Aquí no hay quien viva y Enrique Pastor en La que se avecina, no ha podido volver al trabajo desde entonces y sufre importantes secuelas, tal y como desvela Irene, una de sus hijas.
"No creo que mi padre pueda volver a la televisión. Fue un ictus muy fuerte, que le ha dejado secuelas graves", explica. "Nosotros lo llevamos como podemos. Hemos hablado con los neurólogos, con el centro de rehabilitación y, aunque nadie nos dice que no haya nada que hacer, tampoco apuntan a que la situación se arregle", dice en una entrevista a la revista Pronto, después de que hace unas semanas ya avanzase que "la vida para él ya no será la misma".
"Yo no lo veo, pero ojalá me equivoque y todo cambie a mejor en el futuro, aunque el paso del tiempo te hace perder las esperanzas", manifiesta Irene sobre José Luis Gil, a quien la televisión convirtió en uno de los actores más queridos por el gran público.
Recién cumplidos los 66 años, su situación es complicada, aunque conserva algunas facultades. "Tiene movilidad, pero, claro, no es un hombre muy joven. Mi padre reconoce a todo el mundo. Si viene alguien a verle sabe quién es, se entera de todo, pero tiene problemas para comunicarse", cuenta Irene.
Hace tres meses fue Alberto Caballero, director de La que se avecina, quien se pronunció sobre el estado de José Luis Gil. "Tenemos esa esperanza", comentó entonces. "Tened en cuenta que para nosotros fue un shock, porque había estado desde el capítulo uno. Está peleando y tengo esperanzas de que vuelva a estar", dijo el creador de una serie que, a modo de homenaje, emite su voz al comienzo de cada capítulo entonando el título de la ficción: "La que se avecina".