Gente

Kim Novak, el merecido León de Oro de Venecia y un documental de 'Vértigo' que vale la pena

En la 82ª edición del Festival de Venecia, el cine ha hecho justicia. Kim Novak, a sus 92 años, ha recibido el León de Oro a toda una trayectoria que durante décadas permaneció en la sombra, marcada por silencios, malentendidos y un retiro voluntario que, sin embargo, no borró su huella. La actriz, inmortalizada por Alfred Hitchcock en Vértigo (1958), regresa ahora con voz propia gracias a Kim Novak's Vertigo, un documental confesional que ilumina las luces y sombras de su carrera. El reconocimiento reivindica su talento: repara en parte el abandono al que el Hollywood clásico sometió a una de sus figuras más singulares.

"Yo era muy tímida, siempre muy reservada… Y mi madre cada día me pedía que me repitiera: 'Soy el capitán de mi nave'. Todos debemos hacer sentir nuestra voz". Con estas palabras, Novak ha introducido en Venecia el documental que Alexandre O. Philippe ha dirigido sobre su vida y, en especial, sobre la experiencia que supuso rodar Vértigo. Lejos de la mujer inaccesible que la prensa de los años cincuenta describía como "diva misteriosa" o "rostro indescifrable", Novak se presenta como alguien que buscó ser escuchada en una industria que prefería moldearla a su antojo.

El director de la Mostra, Alberto Barbera, ha explicado el premio subrayando "su exuberante belleza y su capacidad para dar vida a personajes ingenuos y discretos, así como sensuales y atormentados". Pero el homenaje va más allá de la apariencia: reconoce a una intérprete capaz de aportar humanidad y fragilidad incluso en papeles escritos para reforzar estereotipos.

La Mafia obligó a su novio negro a casarse con otra

Marilyn Pauline Novak, nombre real de la actriz, nació en Chicago en 1933, hija de una familia de origen checo. Becada por el Chicago Art Institute, nunca pensó en dedicarse al cine: su vocación inicial era la pintura. El azar la llevó a los estudios Columbia Pictures, donde acompañó a una amiga a un casting. Allí llamó la atención y firmó un contrato que marcaría para siempre su vida.

Harry Cohn, todopoderoso jefe del estudio, se convirtió en su mentor y verdugo. "Me llamaba la gorda polaca", recuerda la actriz en el documental. De sus romances, aparte del que tuvo con Cary Grant, hay que recordar el que la unió al cantante y actor Sammy Davis Jr. En aquellos años, la sociedad norteamericana no aceptaba una relación entre una mujer blanca y un negro. Entonces, en jefe de la Columbia, que tenía cuatro millones de dólares invertidos en películas por estrenarse de Kim, acudió a la mafia. Unos matones se llevaron a Sammy Davis Jr. al desierto de Nevada, cerca de Las Vegas, y le "sugirieron" que se casara de inmediato. En 24 horas, el cantante contrajo matrimonio con una chica de su coro. Kim lo llevó con resignación.

Harry Cohn además de aquel episodio la obligó a decolorarse el cabello, a perder peso y a cambiar su nombre. "Sólo podía haber una Marilyn en Hollywood", le dijo, aludiendo a Monroe. Pese a los abusos y humillaciones, Novak consiguió roles poco habituales para una joven convertida en sex symbol: Picnic (con William Holden, 1953), El hombre del brazo de oro (con Frank Sinatra, 1955) o Pal Joey (1957) demostraron su talento más allá de la belleza.

A lo largo de su carrera, Novak encontró figuras que la ayudaron a sostenerse. Greta Garbo fue su gran inspiración: "No tenía miedo de mostrar su vulnerabilidad", dice. También James Stewart, con quien compartió el rodaje de Vértigo: "Trabajar con Jimmy fue lo mejor que me pudo haber pasado. Era un 'reactor', no un actor, igual que yo. Nos complementamos a la perfección".

El contraste era evidente con otros colegas. "Kirk Douglas estaba constantemente echándote gestos y miradas, diciéndome: 'Yo te voy a enseñar el ritmo de la escena'. Me desconcertaba. Era antinatural", confesó. El sistema de estudios estaba dominado por hombres, y tras la muerte de Cohn, su carrera se resintió.

La actriz que no quería ser "Kim Novak"

Con excepción de títulos como Me enamoré de una bruja (1958) o En la mitad de la noche (1959), Columbia comenzó a relegarla a papeles superficiales. "Lleva mucha fuerza mantenerte íntegra en una industria que sabe lo que quiere y no escucha", afirma. Novak sentía que había nacido "en la galaxia equivocada", obligada a adoptar estilos interpretativos que no compartía, como la exageración en la comedia Phffft! (1954).

En los años cincuenta llegó incluso a crear su propia productora y a declararse en huelga para exigir un salario igual al de sus compañeros masculinos. Era un gesto adelantado a su tiempo, que hoy se leería como un acto feminista. Pero en aquella época, significó aislamiento.

Cansada de las presiones, de la sexualización y de una imagen pública que no le pertenecía, se retiró en los años sesenta. "Lo que más temía como actriz era convertirme en 'Kim Novak'. No sabía quién era, pero una parte de mí ya la llevaba dentro". Se casó con el veterinario Robert Malloy, con quien compartió 44 años de vida en un rancho en Oregón. Desde allí cultivó otra faceta: la pintura.

El peso de Vértigo

Aunque no fue su primera película ni la última, Vértigo definió para siempre su relación con el cine. Novak sustituyó a Vera Miles, embarazada, en un rodaje que no comprendía del todo. "No había visto ninguna película de Hitchcock", admite. El director, famoso por su control obsesivo, le dio sin embargo una libertad inusual: "Lo que más me encantaba de Hitchcock era que te permitía convertirte en el personaje como quisieras. Otros directores quieren pensar por ti, actuar por ti, y entonces no tienes nada que ofrecerles". Es famosa la anécdota del día que Alfred Hitckcock le pidió durante el rodaje de una escena que evitará llevar sujetador: "Yo nunca llevo sujetador, señor Hitchcock", le espetó. La relación con el maestro del suspense fue complicada y el genio británico se vengaba con torturas cómo hacerle repetir hasta diez veces la escena en la que se intenta suicidar arrojándose a la bahía de San Francisco.

"Cuando me fui de Hollywood, acarreaba el peso de Carlotta, la culpa de Judy y la fantasía de Madeleine. Aún soy Madeleine y Judy. Pero estoy encontrando más de mí, y sirve para compensar". Novak conserva en su casa el vestido gris de Madeleine, símbolo de esa doble identidad que la marcó, aunque no lo tocó durante años.

El director Alexandre O. Philippe, especialista en documentales sobre cine, convenció a Novak para volver sobre Vértigo desde una mirada íntima. Kim Novak's Vertigo es tanto un autorretrato como un ajuste de cuentas: una mujer que durante décadas evitó hablar de su pasado se enfrenta ahora a su legado sin miedo.

El proyecto es también una respuesta a oportunidades que Novak rechazó: hace años descartó un contrato millonario para escribir sus memorias y prefirió publicar un libro de pinturas. Un incendio que destruyó su casa hace años acabó también con el manuscrito de su vida, que llevaba una década preparando. Pero Kim, profundamente espiritual y religiosa, dijo que era una señal de Dios. No volvió a intentarlo.

La batalla por su memoria

Peto Novak ha defendido su legado cuando lo ha sentido maltratado. Fue una de las pocas voces críticas con el uso de la música de Vértigo en The Artist (2011), que consideró un plagio. Y en fechas recientes se mostró incómoda con el proyecto Scandalous!, película sobre su relación con el cantante Sammy Davis Jr. "No creo que la relación fuera escandalosa", señaló. "Era alguien a quien realmente apreciaba. Teníamos mucho en común, incluyendo la necesidad de ser aceptados por lo que somos y lo que hacemos, más que por nuestra apariencia".

A Novak se le diagnosticó bipolaridad, condición que asumió públicamente con orgullo. "Me gusta mi dualidad", afirma. Su vida demuestra esa tensión constante entre vulnerabilidad y resistencia: sobrevivió a un cáncer de mama, superó la soledad tras enviudar y hoy, a sus 92 años, sigue creando desde la pintura.

Guillermo del Toro, encargado de entregarle el León de Oro, define su trayectoria como la de una artista "dolorosamente humana". Destaca la riqueza de sus papeles, desde heroínas góticas hasta mujeres aparentemente comunes. "Lo que más admiro es su capacidad para convertir cada personaje en un retrato íntimo", ha señalado.

El León de Oro a Kim Novak es un premio honorífico y un gesto de reparación hacia una artista que pagó el precio de desafiar un sistema machista y que se negó a ser encasillada. Su testimonio, recogido en el documental, nos recuerda la violencia invisible a la que se enfrentaron muchas actrices del Hollywood clásico y la fuerza de quienes se atrevieron a reclamar su voz.

La tímida joven que un día repitió "soy el capitán de mi nave" se ha convertido, con los años, en capitana de su propia historia. Y en Venecia, el mundo del cine por fin ha reconocido que esa travesía merecía un lugar en el Olimpo de las leyendas.

Trump también le criticó

En 2014, durante la entrega de los Oscar, la apariencia de Kim Novak, que tenía 81 años, generó comentarios negativos y burlas en redes sociales. Donald Trump, a través de su cuenta de Twitter, se sumó a estas críticas sugiriendo que Kim Novak debería "demandar a su cirujano plástico".

La actriz respondió a estas críticas, señalando que se sintió muy herida y que no se atrevió a salir de su casa en varios días. Pero ante los ataques y la falta de respeto de quien hoy es presidente de los Estados Unidos, Novak declaró que ya había sido llamada "gorda" y "polaca tonta" por un productor y que la belleza en Hollywood es un activo volátil, y que eso fue lo que la llevó a huir de la industria.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky