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Mario Conde consolida su relación con María José Castellví: historia del noviazgo descubierto por Informalia

Mario Conde sale con María José Castellví.

Exclusiva: Mario Conde se ha vuelto a enamorar: sale con una empresaria catalana veinte años más joven. Así titulábamos el pasado 14 de abril la primicia que descubría el romance del que fuera presidente de Banesto. Fue entonces, hace ahora algo más de dos meses cuando contábamos que, a los 76 años, Mario Conde se había vuelto a enamorar. El abogado del Estado que llegó a presidente de la importante entidad bancaria con menos de 40 años y fascinaba a los jóvenes de la época, consolida ahora su aquella relación y parece que su nueva etapa sentimental es un paso muy serio en la vida del empresario.

María José Castellví parece haber encontrado en el exbanquero caído y renacido, no solo compañía, sino algo parecido a la complicidad madura que sólo el tiempo concede. Todo comenzó, como ya adelantábamos, en febrero de este año, cuando Conde ya había puesto punto final a su anterior relación con Adriana Torres Silva, la artista con la que compartió vida desde 2020. Tras la primicia de Informalia, el periodista Eduardo Verbo puso el nombre de la protagonista del romance avanzado por este digital desde las páginas de Mujer Hoy.

Mario Conde y María José Castellví, juntos en Sevilla

El 14 de febrero, como si Cupido tuviera sentido del calendario, Mario fue anfitrión de una cena en su finca Los Carrizos, próxima a Cantillana, en la víspera de un festival taurino. Entre los invitados venía ella, María José, acompañando a un viejo amigo en común. Mario la sentó a su derecha. El resto no fue un flechazo, sino un reconocimiento. A veces el amor no llega, simplemente regresa disfrazado de nueva piel.

Desde entonces, la historia ha crecido con los mimbres de las cosas que se construyen despacio: gestos amables, silencios compartidos y alguna escapada a la costa onubense, donde Conde no dudó en presentarla como su pareja oficial durante la inauguración de un resort en Matalascañas. También han recorrido Sevilla, esa ciudad donde el tiempo parece quedarse a vivir en las plazas, y han elegido un domicilio de tres plantas y un ático como refugio para su historia. Una casa noble, de las que huelen a jazmín y cal viva, situada en uno de los barrios aún vírgenes del turismo. Una casa que —como ellos— está siendo restaurada a conciencia. Cada jueves bajan juntos a ver las obras. Mario y María José supervisan los detalles con una cuadrilla de diez obreros que ya los tratan como vecinos del barrio. La propiedad, con más de mil metros cuadrados y una terraza de 281, fue subastada hace una década. Ahora renace al ritmo de su nueva historia.

María José es discreta, empresaria del sector inmobiliario y turístico, madre de dos hijos y viuda desde hace años de Carlos Arbó. Dicen quienes la conocen que es brillante sin alarde, con esa elegancia innata que no necesita escaparates. En 2017 fundó su firma de joyas, Jouyells, donde cada pieza parece contener un secreto. La describen como simpática, serena y con los pies firmemente plantados en la tierra, incluso en la que se pisa con tacones. La diferencia de edad —23 años— no es más que un dato para los notarios del chisme. Para quienes han visto a Mario referirse a ella como "mi compañera" y dirigirle la mirada que sólo se reserva a lo esencial, el tiempo no cuenta. Se les ve compartiendo silencios sin prisa, en un presente sin explicaciones, como si se hubieran encontrado no para exhibirse, sino para entenderse. Y hay medios como Vanitatis que hasta aseguran que están reformando juntos su casa sevillana.

Ha sido, y es todavía, un gran seductor, un hombre elegante y atractivo para muchas mujeres. Sin embargo, en su vida privada solo hemos conocido a las tres más importantes. La primera, su esposa Lourdes Arroyo, madre de sus dos hijos, Mario y Alejandra, falleció a los 52 años en 2007 a causa de un cáncer. Conde sufrió mucho al perder a Lourdes, su gran apoyo en todos sus avatares profesionales y durante los años que estuvo en la cárcel.

Mario Conde y Lourdes Arroyo

Después de un tiempo de duelo, tres años más tarde, apareció en su vida María Pérez-Ugena, hija del que fuera gobernador civil de Almería, profesora de Derecho Constitucional y dos veces casada anteriormente. La había conocido en un gimnasio madrileño y se entendieron enseguida; fue una gran ayuda para que él recuperara la alegría de vivir. Se casaron en un pazo gallego con solo 10 invitados, y allí fijaron su residencia.

Mario Conde y María Pérez-Ugena

María seguía dando clases en la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, y Conde atendía sus nuevos negocios mientras intentaba triunfar de nuevo en política. Una vida complicada para el matrimonio, que acabó seis años después en un divorcio exprés ante notario. Luego tuvo un breve romance con Pilar Marín, sevillana, 27 años menor y con mucho carácter. Pero el verdadero impacto sentimental llegó con la aparición en la vida de Mario Conde de la pintora Adriana Torres Silva, marquesa de Casa Mendaro. Una aristócrata y cotizada artista, separada y madre de tres hijas, alegre, atractiva, con mundo y cultura, independencia, y muy apegada a su tierra: su casa familiar está en Utrera. La artista fue como un torrente de alegría y serenidad en la vida del exbanquero, centrado entonces en Los Carrizos, su finca en Andalucía, donde produce aceite y otros cultivos. Conde hablaba maravillas de su nueva pareja; estaba muy enamorado y se les veía juntos en Sevilla, en Madrid, en actos sociales.

Mario Conde y Pilar Marín

La relación amorosa de cuatro años se acabó, pero la amistad entre ellos no. Mario Conde sigue hablando maravillas de Adriana, pero dio un giro a su vida emprendiendo una nueva experiencia en Edimburgo, la capital de Escocia, para estudiar su historia, la obra de algunos autores escoceses y, en realidad, para encontrarse a sí mismo, en ese sorprendente parón existencial que ha durado unos cuantos meses.

Mario Conde y Adriana Torres Silva

Ahora Mario Conde está enamorado, y muy enamorado

Conde, nacido en Tui (Pontevedra) el 14 de septiembre de 1948, se convirtió en una figura emblemática del auge empresarial de los años 80, gracias a su fulgurante carrera en el mundo financiero. Su alianza con Juan Abelló en el sector farmacéutico le abrió las puertas de Banesto, entidad que presidió entre 1987 y 1993, hasta que una intervención del Banco de España desveló un agujero patrimonial superior a los 3.000 millones de euros. Aquel episodio marcaría su caída y posterior condena judicial.

Años más tarde, tras su paso por prisión, Conde logró reinventarse como escritor y tertuliano. Publicó libros de éxito como Memorias de un preso o Los días de gloria, en los que trató de ofrecer su versión de los hechos, y participó en programas de televisión, especialmente en Intereconomía, desde donde incluso lanzó una efímera plataforma política: Sociedad Civil y Democracia, con la que se presentó a las elecciones gallegas de 2012 sin lograr representación.

Desde entonces, su presencia en los medios ha sido intermitente, alternando apariciones en debates económicos con breves regresos a la actualidad política o literaria. En 2022, fue noticia por su relación con la pintora sevillana Adriana Torres Silva, una historia que ocupó titulares hasta su ruptura, revelada en enero de este mismo año.

Ahora, como adelantó Informalia, el exbanquero ha vuelto a encontrar el amor. Centrado también en organizar su legado patrimonial para sus dos hijos: Alejandra Conde, novia de Colate, y Mario Conde Jr., habitual del ambiente nocturno madrileño. Conde estaría valorando seriamente el lanzamiento de una iniciativa empresarial de carácter financiero. Para ello, ha reforzado su equipo de comunicación en los últimos meses, lo que sugiere una estrategia de visibilidad que podría estar orientada a recuperar una parte del protagonismo que tuvo en décadas pasadas. Se desconoce por ahora el sector exacto del proyecto, pero fuentes próximas hablan de un modelo innovador y con ambición de impacto.

Conde representa como pocos el ciclo completo de ascenso, caída y reconstrucción. Brillante estudiante de Derecho —con premio extraordinario en la Universidad de Deusto—, logró aprobar las oposiciones a abogado del Estado con solo 23 años, pero dejó atrás el funcionariado para perseguir una carrera empresarial que le colocó en el centro del poder económico y mediático del país.

Durante años fue señalado como una figura capaz de disputar el liderazgo de la derecha a José María Aznar, gracias a su cercanía con Zarzuela y su apoyo a diversos proyectos mediáticos. Pero todo cambió tras el estallido del caso Banesto. La condena por apropiación indebida, estafa y falsedad documental lo alejó del poder durante años. Sin embargo, como tantas veces antes, Conde parece preparado para escribir un nuevo capítulo en su biografía. Esta vez, desde una posición más discreta, pero con la misma voluntad de no quedar relegado al olvido. El amor y los negocios vuelven a cruzarse en la vida de un hombre que, pese a sus sombras, nunca ha dejado de reinventarse.

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