Acaba de presentar su última novedad en belleza, la nueva máscara LED facial Centurion Korean de su marca Unicskin y lo hace con el aval de ocho años de crecimiento imparable y una empresa que ha conseguido conquistar a mujeres y hombres de medio mundo y a algunos de los cerebros más destacados de nuestra economía quese ha sumado a la aventura que comenzó Mónica Sada y por la que dejó su trabajo en la banca. La empresaria tiene sangre de médicos por sus venas (su abuelo fue el cirujano maxilofacial doctor Sada) y un interés desde adolescente por la estética. De ahí que de esa mezcla haya nacido una firma que puede competir con las grandes del sector. Su idea de llevar el centro de belleza a casa ha cuajado y por eso, hoy, preparar la cena con una máscara de LED en el rostro ya no es cosa del futuro.
¿Cómo surge esta empresa de belleza que ha creado cuando lo suyo era la banca y las finanzas?
Mi historia comienza precisamente con los problemas de piel que he padecido desde los 15 años. Psoriasis, acné, dermatitis atópica, un melanoma que me extirparon en Nueva York... Soy hija de médicos. Desde mi abuelo que fundó la cirugía maxilofacial en España (el doctor Sada) a mi padre y mis tíos que también es médico. Por lo que me he criado rodeada de médicos y donde la estética y la salud siempre ha estado en auge.

Raro es que no haya seguidos sus pasos.
Estudié Ciencias puras porque mi padre quería que también fuera médico. Pero me llevó a un par de operaciones y te aseguro que lo mío no era la sangre aunque sí me interesaba la estética. Estudié Economía y Derecho en ICADE y trabajé en banca en Nueva York. En Madrid me habían tratado varios dermatólogos y hoy sigo con el doctor Ricardo Ruiz. Y es verdad que había tomado medicación en algunos momentos. Cuando llegué a Nueva York, me di cuenta de que cuando buscaba la cosmética selectiva no sólo no ayudaba a mi piel sino que la empeoraba. Resulta que cuanto más cara y bonita era la crema, peor me iba. Una dermatóloga del Mont Sinaí me empezó a tratar y descubrí mi solución. Me dijo que lo que realmente me iba a cuidar eran las fórmulas magistrales que me harían en la farmacia y que solamente llevaban principios activos sin siliconas, ni colorantes, ni parabenos…
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Evidentemente esas cremas no entran por los ojos pero daba igual. Si mezclaba esas cremas con radiofrecuencia o luz led u otras tecnologías mi piel iba a mejorar aún más. Le hice caso, compré esas fórmulas, iba a un centro de estética y efectivamente mi piel cambió a mejor. Ahí abrí los ojos. Entendí que no había que gastarse fortunas en cremas sino ir a lo básico y mucho más barato pero no tenía tanto tiempo para ir a los centros de estética. Y no valía con ir un día a la semana. Mi trabajo en la banca no me dejaba ese espacio y me puse a investigar qué máquinas podía tener en casa. Eran muy caras y complicadas.

Empecé a apuntarme a cursos de cosmetología y mucho de la luz led y fue como volver a mis orígenes. Llamaba a mi padre para consultarle y estudiaba temas de salud hasta el punto que me di cuenta que las cremas son unisex (en contra de lo que vende la publicidad) y opté por no entrar a competir con ninguna marca sino crear una nueva categoría en el mercado que hasta ese momento no existía. No podía enfrentarme a las grandes marcas ni a las farmacias porque quería mejorar la presentación ya que mi idea era venderlo en puntos de venta más selectivos (Harrods, El Corte Inglés, Galerías Lafayette, Four Seasons, Villamagna, Marbella Club…) y mezclándolo con la tecnología del centro de estética llevándomelo a casa. Mi categoría era la tecnobelleza que es lo mismo que llevarte un spa o centro de belleza a tu casa.
Entendí que tenía que regresar a España donde tengo una familia de médicos y era el momento de regresar a mis orígenes. También porque en España tenemos las mejores materias primas y laboratorios por mucho que digan de Suiza o los Estados Unidos. Me senté con 35 laboratorios en Europa y 15 fábricas en Asia, evidentemente en Corea donde está lo más avanzado, y mis productos son cien por cien españoles con laboratorios en Barcelona con tecnología coreana. Lo lanzamos en 2017 y a día de hoy es un éxito. Acabamos de lanzar nuestro séptimo producto tecnológico y tenemos 22 productos dermocosméticos. Exportamos el 70 por cien de nuestras ventas sobre todo en Kuwait, Dubai, Arabia Saudí, Qatar…
¿La española se cuida tanto como debería?
Muy poco. Estamos intentando cambiar la educación con el concepto de llevarte el spa a casa. Al igual que Nespresso consiguió tener una café de calidad en los domicilios, queremos que, con nuestra máscara, gafas y otros productos el cuidado, sea real.
¿Quién está en esta aventura?
Empecé yo sola con un préstamo personal. Trabajé en JP Morgan en Nueva York y luego estuve en el Deutsche Bank pero me pedí un transfer para trabajar en España y lanzar este proyecto. Estuve dos años combinando los dos trabajos. Y mi suerte fue que, en mi primera ampliación de capital, han ido entrando en estos ocho años unos socios inversores estupendos que les agradezco su confianza ya que siempre han creído en mí. Tengo desde el CEO del Banco Lazard, Pedro Pasquín; al ex presidente de Bankinter Pedro Guerrero; o José Antonio Abad, uno de los fundadores del banco Alantra. También una boutique de inversión como Okendo Corporait o, por el lado artístico, tengo a José María Cano que es además padrino de mi hija, Sandra García-Sanjuán, fundadora de Starlite. También Álvaro Fernández Villaverde, de la familia dueña del hotel Santo Mauro…

Pero seguirá siendo la socia mayoritaria.
Tengo un consejo de asesores desde hace tres años que nos reunimos cada dos meses y ahí están algunos de mis socios y otros consejeros externos que he seleccionado porque considero que son muy brillantes y me pueden aportar buenas ideas para tomar decisiones importantes. Ahí está Javier Labarta, el ex presidente de L'Oreal Lujo para Latinoamérica; Pedro Goenaga, de Russell Reynolds... En la actualidad estamos en más de 30 mercados y estoy muy contenta porque siempre he querido que todos los productos estén avalados por médicos. Y porque en menos de ocho años hemos recibido 25 premios y reconocimientos internacionales a nuestra marca o productos como líderes en innovación.
Lo de tener las máquinas en casa es muy americano. ¿Cree que la española pasará por ese aro?
Cada vez más, aunque es verdad que cuesta que lo hagan. En España funciona muy bien el boca a boca y tener como embajadora a Alex Rivière, que es una apasionada de nuestra máscara y la usa sin parar, pues es un añadido.
El mundo influencer supongo será fundamental para los lanzamientos.
Más que influencer queremos personas que no se casen con cualquier marca. Usamos a expertos como es el caso de Alex, ya que es muy especial a la hora de involucrarse.
En España la reina Letizia es un ejemplo de la mujer que se cuida al máximo. No hace mucho se la ha visto en un centro de belleza del barrio de Tetuán.
Pues me encantaría mandarle la máscara Centurium y tenerla como embajadora.
¿A quién más le gustaría mandársela?
A un hombre potente porque es unisex y sirve para todas las caras.
¿Al rey Felipe? ¿Se puede usar con barba?
Bueno. Pero claro que se puede porque la luz traspasa todo.
¿Cuál es su ritual obligatorio?
Limpieza, hidratación y protección solar para el día o el retinol si es por la noche. Las gafas me las pongo mientras me lavo los dientes y la máscara tres días a la semana.
¿Sus niños se asustan cuando la ven con la máscara?
Para nada. Se la ponen ellos y lo pasan bomba.
¿Qué opina de los tratamientos más invasivos como son los pinchazos o el bisturí?
Cada persona debe hacer aquello que le haga sentir cómodo. Soy de la teoría de que cuánto más natural estemos será mejor. Pero eso no quita que si tu médico estético te hace una serie de mejoras, será para bien. Hay muchas cosas antes de un pinchazo. Pero cada uno tiene que sentirse bien siempre, también cuando se apueste por la naturalidad y no perder la expresión.
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