Gente

Daniel Sancho, encerrado en una celda con otras 18 personas, en una cárcel con 500 presos y su padre no puede ir por una deuda

La celda es pequeña. Hay diecinueve hombres en un espacio donde no caben ni diez. No hay camas. Solo colchonetas finas sobre el suelo de cemento. La luz es blanca y dura. Llega desde un tubo fluorescente clavado en el techo y no se apaga nunca. Hace calor. Un calor pegajoso y pesado que sube desde la piel y no deja pensar.

Daniel se sienta con la espalda contra la pared. La pared está sucia. Hay manchas de algo oscuro que parecen sangre vieja. Nadie habla. El aire está lleno de olores rancios: sudor, orina, el aliento caliente de hombres que llevan años sin probar el aire fresco.

La comida llega en un cuenco de metal. Arroz. Un caldo espeso. Algo de pescado seco. Un guardia abre la reja y deja la comida en el suelo. Cierra la reja sin mirar a nadie. Daniel espera su turno y recoge su ración. Come en silencio. Ha aprendido que es mejor no hablar. Hablar es peligroso.

La prisión es grande. Hay quinientos hombres dentro. Asesinos, narcotraficantes, ladrones, pederastas. Casi todos tailandeses. Solo tres extranjeros. Nadie habla inglés. Nadie entiende su idioma. Está solo aunque siempre esté rodeado de gente.

Por las noches, la celda se llena de ruidos. Alguien tose en la esquina. Otro reza en voz baja. Se oyen susurros y suspiros. A veces gritos. A veces golpes. Daniel cierra los ojos e intenta dormir.

Afuera, su padre no ha venido. Dicen que no puede viajar a Tailandia. Dicen que debe dinero. Doscientos mil euros. La mujer que lo reclama trabajó con ellos al principio. Se llamaba Alice. Alice Keartjareanlap y ha hablado en la revista Pronto.

Ahora piden dinero por algo que nadie sabe. Dicen que ella prometió ayuda, que dijo que podría sacarlo de aquí antes del juicio. Pero no pagaron. Dijeron que era un engaño. El juicio llegará. No sabe cuándo. No sabe qué pasará. Solo espera.

En la cárcel hay reglas. No hay que llamar la atención. No hay que mirar a los ojos demasiado tiempo. No hay que decir que no cuando alguien pide algo. Un cigarro. Pasta de dientes. Un poco de comida. Si dices que no, hay problemas. Daniel ha tenido problemas. Se ha peleado. Se ha defendido.

El tiempo es lento. Pasa sin moverse. No hay relojes. No hay nada que haga pensar en el mundo de antes.

Rodolfo Sancho y la supuesta deuda en Tailandia: un nuevo giro en el caso de su hijo

En medio del complicado presente de Daniel Sancho en la cárcel tailandesa, una nueva polémica envuelve a su padre, el actor Rodolfo Sancho. Según ha revelado Joaquín Campos, autor del libro Muerte en Tailandia, el intérprete español estaría evitando viajar al país asiático debido a una presunta deuda de 200.000 euros con una mujer tailandesa.

"Rodolfo no puede permitirse pisar Tailandia porque debe esa cantidad a una señora de allí", aseguró Campos en una entrevista con la revista Pronto. Aunque no se ha confirmado oficialmente la identidad de la supuesta acreedora, varias fuentes apuntan a Alice Keartjareanlap, quien formó parte del equipo legal de la familia Sancho en el inicio del proceso judicial.

La historia de Alice ha estado rodeada de controversia desde el principio. Según Campos, su papel en la defensa de Daniel era "muy extraño" y su comportamiento ha sido descrito como poco fiable. De hecho, en el programa Código 10, el escritor explicó que la mujer habría intentado obtener dinero de Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo a cambio de favores legales dudosos. "Alice les aseguró que con una cantidad de dinero podía conseguir la libertad de Daniel antes del juicio", afirmó. Sin embargo, tras consultar con otras personas del entorno, la familia habría descartado esa opción al considerarla un fraude.

Además, Campos sostiene que Alice opera en un terreno turbio dentro del sistema penitenciario tailandés, vinculada a "ilegalidades de todo tipo". Su posible papel en este escándalo añade aún más incertidumbre a la ya complicada situación del joven español en prisión.

Daniel Sancho y la dura realidad de la cárcel en Tailandia

Mientras tanto, la vida de Daniel Sancho en la prisión tailandesa parece estar lejos de cualquier privilegio. Según el testimonio de Campos, el joven se encuentra en condiciones extremas dentro de un sistema penitenciario hostil.

"Está encerrado en una celda con otras dieciocho personas, en una cárcel con alrededor de quinientos presos, de los cuales apenas tres son extranjeros", relató. Uno de los principales problemas que enfrenta es la barrera idiomática, ya que la mayoría de los reclusos no habla inglés, lo que dificulta su comunicación y lo aísla aún más dentro del penal.

Pero su mayor reto no es solo la soledad. Según Campos, el entorno en el que se encuentra es sumamente peligroso. "Comparte espacio con asesinos, narcotraficantes y pedófilos, personas con condenas muy largas que no tienen nada que perder", explica. Como extranjero, sufre una presión constante y es un blanco fácil dentro del sistema carcelario.

El periodista también asegura que Daniel ha tenido que enfrentarse a situaciones violentas dentro de la prisión. "Si un preso le pide algo, como una simple crema dentífrica, y él se niega a dársela, eso puede desembocar en problemas graves", señala. "Ya ha tenido altercados con otros internos".

La combinación de un entorno hostil, la falta de apoyo y la incertidumbre sobre su futuro judicial han convertido la estancia de Daniel Sancho en Tailandia en un auténtico calvario. Entretanto, la polémica en torno a su padre y la supuesta deuda con Alice Keartjareanlap sigue sumando sombras a un caso que parece no tener fin.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky