El fundador de Meta, Mark Zuckerberg, está explorando la compra de una propiedad en Washington D.C. en un movimiento que subraya su intención de influir en la política tecnológica del nuevo gobierno de Donald Trump.
Zuckerberg, de 40 años, ya posee varias propiedades en California, donde se encuentra la sede de Meta, así como un extenso complejo en Hawái. Sin embargo, su interés por establecerse en la capital de Estados Unidos es visto como un intento de acercarse a la administración republicana, en un momento crucial para la industria tecnológica y, en particular, para la regulación de la inteligencia artificial (IA).
De enemigo a aliado
La relación entre Trump y Zuckerberg ha pasado de la tensión abierta a una pragmática aproximación. Durante la campaña electoral de 2024, Trump amenazó con encarcelar al empresario si intentaba interferir en el proceso electoral, acusando a Facebook de censurar voces conservadoras. En un mitin, llegó a calificar a Meta como "enemigo del pueblo", una etiqueta que solía reservar para sus rivales políticos y medios de comunicación críticos.
Pero tras la victoria de Trump, Zuckerberg ha movido sus fichas. Este mes, Meta anunció una reestructuración en su política de moderación de contenidos, eliminando su programa de verificación de datos por terceros, una decisión celebrada por Trump y su círculo. Además, la compañía denunció presiones previas del gobierno de Joe Biden para moderar información sobre la pandemia, reforzando su acercamiento a la nueva administración.
Otro gesto clave fue la reciente reconfiguración del equipo directivo de Meta. Zuckerberg reemplazó a Nick Clegg, el hasta entonces jefe de políticas globales y ex vice primer ministro británico, por Joel Kaplan, un influyente republicano y antiguo asesor de George W. Bush. Además, nombró a Dana White, empresario del mundo de las artes marciales y amigo cercano de Trump, como nuevo miembro de la junta directiva de la empresa.
La inteligencia artificial en el centro de la disputa
El interés de Zuckerberg en Washington no es solo político, sino estratégico. Meta busca consolidarse como líder en inteligencia artificial, un campo en el que compite ferozmente con OpenAI, Google y Microsoft. Zuckerberg ha declarado que la compañía planea invertir entre 60.000 y 65.000 millones de dólares para fortalecer su infraestructura de IA y expandir significativamente sus equipos.
Sin embargo, la atención de Trump ha estado dirigida hacia otras empresas tecnológicas. Recientemente, el presidente anunció la formación de Stargate, un megaconsorcio de 500.000 millones de dólares entre OpenAI, SoftBank y Oracle para construir la infraestructura de IA en Estados Unidos. Este proyecto ha sido descrito como una apuesta clave de la nueva administración para asegurar el liderazgo tecnológico del país frente a China.
Zuckerberg, consciente de la importancia de estar cerca del poder, parece dispuesto a hacer todo lo necesario para que Meta no quede relegada en la carrera por la IA. Y en la política estadounidense, la proximidad física sigue siendo un factor de influencia.
El 'Trump bump' en el mercado inmobiliario
Zuckerberg no es el único empresario tecnológico que está apostando por establecerse en la capital. Desde la victoria de Trump, Washington D.C. ha experimentado un auge en la compra de propiedades de lujo, fenómeno que algunos han bautizado como el Trump bump.
David Sacks, inversor de riesgo y nuevo zar de criptomonedas e IA en el gobierno de Trump, ha adquirido recientemente una residencia de 10 millones de dólares en la ciudad, según documentos revisados por el Financial Times. Por su parte, Elon Musk, quien dirige el recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental, también ha mostrado interés en adquirir una propiedad en la capital, aunque su búsqueda ha generado resistencia en barrios progresistas como Adams Morgan.
Musk ha negado que vaya a instalarse en la Casa Blanca, pero su creciente papel en la administración ha generado especulaciones sobre su influencia en las decisiones tecnológicas del gobierno.
Zuckerberg y Trump: un nuevo pacto de conveniencia
La relación entre Zuckerberg y Trump parece haber evolucionado hacia un entendimiento mutuo. Zuckerberg asistió a la primera investidura de Trump en 2017, sentándose detrás del presidente junto a otros gigantes tecnológicos como Jeff Bezos. Ahora, con Trump de vuelta en el poder, el fundador de Meta parece haber aprendido la lección: estar cerca del poder es clave para proteger los intereses de su empresa.
Aunque Meta sigue siendo una de las compañías más poderosas del mundo, con una capitalización de mercado de 1,7 billones de dólares, su futuro depende en gran parte de la regulación gubernamental. Con la inteligencia artificial como prioridad en la agenda de Washington, Zuckerberg parece dispuesto a asegurarse de que Meta tenga un asiento en la mesa de decisiones.
Mudarse a Washington D.C. no solo le permitirá estar al tanto de los cambios legislativos, sino también fortalecer su relación con una administración que, si bien en el pasado lo vio como un enemigo, ahora podría convertirse en su aliada. En la política estadounidense, las enemistades rara vez son permanentes, y Zuckerberg, como buen estratega, parece estar jugando sus cartas con precisión.
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