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El servicio de seguridad de Pedro Sánchez impide a los reporteros fotografiarle en Huesca durante sus vacaciones navideñas con Begoña Gómez

Este viernes contábamos que el presidente del Gobierno está de vacaciones navideñas junto a su mujer, en los Pirineos de Huesca; también recogíamos que algún espontáneo descontento con su gestión le ha gritado "mamonazo" por la calle. Ahora además sabemos que Pedro Sánchez no ha permitido a los reporteros que le fotografíen ni a él ni a su mujer y que ha dado orden a su servicio de seguridad para impedir a los informadores gráficos hacer su trabajo.

El líder socialista ha decidido una vez más refugiarse en los paisajes nevados del Valle de Benasque, en el Pirineo aragonés, para disfrutar de unos días de vacaciones privadas junto a Begoña Gómez. El mandatario llegó el miércoles por la tarde a Cerler, localidad cercana a la estación de esquí de Aramón, con la intención de practicar deportes de invierno, esquiar y desconectar antes de regresar a Madrid el próximo 30 de diciembre.

Sin embargo, la tranquilidad de estas escapadas invernales contrasta con el celo que rodea sus movimientos. En esta ocasión, sus guardaespaldas han impedido a los reporteros gráficos captar imágenes del presidente durante su estancia en la zona. Desde Moncloa se ha subrayado que el viaje tiene un carácter estrictamente privado, razón por la que se ha evitado proporcionar información detallada sobre sus actividades o desplazamientos en el valle.

Esta política de discreción ha marcado las anteriores visitas de Sánchez a la zona. No es la primera vez que el presidente y su familia eligen Benasque como destino vacacional. Ya estuvo allí en 2014, 2015 y 2017, y regresó en 2018 para pasar la Nochevieja en un hotel de Cerler, acompañado también por sus dos hijas. En todas esas ocasiones, el presidente ha mostrado su aprecio por los paisajes del Pirineo y su interés por los deportes de invierno, especialmente el esquí y el snowboard.

Una postal blanca sin protagonistas

El clima en el Pirineo aragonés está siendo ideal para los amantes del deporte blanco. Ayer, la estación de Cerler ofrecía 19 pistas abiertas, 11 remontes en funcionamiento y hasta 18 kilómetros esquiables, con espesores de nieve que oscilaban entre los 20 y los 50 centímetros. Las condiciones, aunque no excepcionales, han permitido que los esquiadores disfruten de una nieve de calidad dura.

Mientras tanto, el resto de estaciones del Pirineo aragonés, como Formigal-Panticosa o el dominio conjunto de Candanchú-Astún, han presentado cifras similares, contribuyendo a una ocupación hotelera que supera el 80% en estas fechas. Sin embargo, la presencia del presidente ha pasado prácticamente desapercibida entre los turistas, debido a las medidas de seguridad y al blindaje informativo que envuelve su visita.

Silencio en la nieve

En un momento en que el líder socialista busca recuperar fuerzas tras un año políticamente intenso, su escapada pirenaica refleja el delicado equilibrio entre la privacidad y la exposición pública. Aunque los medios y los curiosos han intentado capturar imágenes del presidente en su entorno vacacional, el férreo control del equipo de seguridad ha frustrado cualquier intento de conseguir una instantánea que rompa el anonimato de estas vacaciones navideñas.

Lo que queda, al final, es una estampa de las montañas aragonesas, un paisaje donde la calma parece no ser negociable. Pedro Sánchez ha encontrado, una vez más, un refugio blanco donde deslizarse lejos del ruido de la política, mientras el eco de las pistas de Cerler se limita al crujido de los esquís sobre la nieve.

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