Ryan Reynolds y Blake Lively enfrentan un torbellino de acusaciones contra Justin Baldoni. En el mundo del espectáculo, donde la ficción se entrelaza con la realidad, el matrimonio atraviesa un momento turbulento tras la demanda presentada por Lively contra el actor y director Justin Baldoni. Las acusaciones de acoso sexual, un entorno laboral tóxico y una presunta campaña de desprestigio han puesto bajo los reflectores a los involucrados, revelando una trama tan dramática como cualquiera de sus películas.

Ryan rompe el silencio

El lunes, Ryan Reynolds, conocido por su sentido del humor y su compromiso social, rompió su silencio con una publicación en Instagram. Vestido como Deadpool, el actor habló sobre la campaña benéfica que lidera junto a Blake para el hospital infantil Sick Kids. Sin embargo, su mensaje contenía un matiz sombrío: "Este vídeo fue grabado en un momento en el que realmente no tenía ganas de ponerme el traje". Ambos prometieron igualar las donaciones realizadas hasta Nochebuena, alcanzando un máximo de 500,000 dólares. Aunque el mensaje tenía como objetivo promover la causa, las palabras de Reynolds dejaron entrever un trasfondo emocional, probablemente relacionado con las recientes tensiones.

El viernes 20 de diciembre, Blake Lively presentó una demanda ante el Departamento de Derechos Civiles de California contra Justin Baldoni, acusándolo de acoso sexual y comportamiento inapropiado durante la producción de una película. Según la demanda, Baldoni creó un ambiente de trabajo tóxico, improvisó escenas de contenido sexual sin consentimiento previo y lanzó comentarios inapropiados sobre el peso de Lively, su vida personal e incluso su fallecido padre.

Uno de los incidentes más perturbadores descritos en la demanda alega que Baldoni, durante una escena, "mordió y chupó discretamente el labio inferior" de Lively sin previo aviso ni justificación narrativa. La actriz también acusa al productor Jamey Heath de haber mostrado videos explícitos y de haber invadido repetidamente su espacio personal.

Un supuesto complot contra Lively

El caso toma un giro aún más oscuro con la inclusión de mensajes de texto que, según los abogados de Lively, revelan un plan deliberado por parte de Baldoni y su equipo para dañar la reputación de la actriz. Estos mensajes, obtenidos mediante una citación judicial, sugieren que el equipo de crisis del actor discutió estrategias para desacreditar a Lively, incluyendo campañas de manipulación social. En un intercambio, Melissa Nathan, estratega de crisis de Baldoni, bromea con su publicista sobre "enterrar" a la actriz, mientras que en otro mensaje considera plantar rumores sobre la supuesta dificultad de Lively para trabajar en equipo. Baldoni también habría sugerido utilizar redes sociales para promover estas narrativas negativas.

Las tensiones entre Lively y Baldoni comenzaron incluso antes del rodaje, según la demanda. Lively se opuso a las modificaciones que Baldoni hizo al guion, las cuales incluían escenas explícitas de contenido sexual y desnudez que no estaban en el material original. Aunque Baldoni retiró algunas de estas escenas tras las objeciones, insistió en mantener otras, justificándolas como necesarias para su visión artística.

Mientras las acusaciones contra Baldoni se acumulan, Reynolds y Lively parecen mantener un frente unido. A pesar de la difícil situación, los dos continúan utilizando sus plataformas para apoyar causas benéficas y mantener un mensaje positivo.

Sin embargo, el caso subraya las complejidades del poder en Hollywood y los desafíos que enfrentan incluso las figuras más reconocidas al alzar la voz contra el abuso. Mientras la historia sigue desarrollándose, el foco permanece en Blake Lively, cuya valentía al confrontar estos problemas podría sentar un precedente importante en la industria.

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