Desde que la semana pasada se conociera el ingreso hospitalario de María José Campanario, la odontóloga apenas había dado 'señales de vida' en redes sociales. Solo se supo que sobrellevaba los días en el hospital San Juan Grande de Jerez de la Frontera entreteniéndose con un juego llamado 'La palabra del día'. Y especialmente se apoyaba en Jesulín de Ubrique, quien fue visto serio y cabizbajo a las puertas del hospital.
Este lunes, a punto de cumplirse una semana de que se hiciera público su ingreso hospitalario, la madre de Julia, Jesús Alejandro y el pequeño Hugo ha escrito en Instagram: "En otro orden de cosas, me gustaría dar las gracias a toos los médicos, enfmermeras/os, anestesista, cirujano, personal de limpieza, celadores... por haberme cuidado tanto y tan bien y por lo grandes profesionales que son".

Y ha añadido: "Estaré agradecida toda la vida por haberme ayudado a pasar mejor estos días. Sois maravillosos". María José aprovechó el post para actualizar su estado de salud: "Estoy mejor. Gracias a todos los que habéis estado pendientes". Desde la tranquilidad de su hogar en Arcos de la Frontera, Cádiz, también ha compartido un vídeo de la "bendida lluvia" que estaba cayendo.

Aunque los motivos del ingreso no han sido confirmados ni por la odontóloga ni por su familia, se supo que están relacionados con la vista y que llegó tras una intervención quirúrgica a la que se sometió poco antes. "La cosa es más seria de lo que parece", comentaron en Espejo Público. La noticia saltaba el pasado martes, adelantada por la revista Semana. María José llevaba días ingresada y los testigos aseguraban que "llevaba un ojo vendado y el rostro ligeramente inflamado".
Hay que recordar, además, que la odontóloga, madre de tres hijos, sufre fibromialgia, una enfermedad que le fue diagnosticada hace más de una década y que la ha obligado a ingresar en varias ocasiones.
Este nuevo bache en la salud de Campanario llegó solo un mes después de que su marido sufriera una angina de pecho. El diestro se encontró indispuesto de madrugada por un dolor fuerte en el pecho y en la espalda: "Recuerdo que empecé a sentir un malestar general. Me encontraba fatigado, con ganas de vomitar y sentía unos fuertes pinchazos en el cuello, como si me estuviesen dando palos sin piedad. Yo pensaba que era debido a una contractura muscular, pero, a las tres y media de la mañana, los dolores comenzaron a ser cada vez más intensos. Era un dolor que no sabría describir", contó a las puertas del hospital, tras ser dado de alta. "No esperaba que pudiera pasarme algo así, me he llevado el susto más grande de mi vida".