Un infarto ha sido la causa de la muerte de Caritina Goyanes, de 46 años, hace apenas unas horas en la provincia de Málaga. Después de la tragedia de perder a su padre Carlos Goyanes, mientras dormía la siesta en su casa de Marbella, también por un infarto, la desgracia se vuelve a cebar en la familia Goyanes Lapique con la terrible tragedia de la muerte de la empresaria y madre de dos hijos. Fue su marido Antonio Matos quien la encontró muy grave y decidió trasladarla de inmediato a un hospital donde no pudieron hacer nada por salvar su vida. Nadie podía creerse la noticia. Las primeras horas están siendo de auténtico caos y es que era impensable que una mujer feliz, orgullosa de su familia y triunfadora con su empresa de catering, con la que lleva décadas trabajando, falleciera de una manera tan rápida y sin tiempo para poder hacer algo.
La familia no acababa de superar la pérdida de Carlos Goyanes y ahora estaban preparando su vuelta a Madrid, donde querían hacer un funeral para que acudieran todos los amigos y familiares que no pudieron despedirlo en Marbella. Precisamente para superar el tremendo dolor y la ausencia que sentía Cari decidió marcharse estos días con su hermana Miriam a la casa que esta última tiene un Formentor (Mallorca), donde han pasado unos días tranquilas. Por desgracia, a Cari con su hermana Miriam ahora le une también el estar las dos viudas y de ahí la total conexión que habían tenido estos días en Formentor. Ambas se han trasladado de inmediato a Marbella, donde a las 23:00 h. se celebra un responso.
El traslado de Cari Lapique desde Mallorca a Málaga ha sido el peor vuelo de su vida. Precisamente ha sido su yerno, Antonio Matos, quien ha decidido esperar a que Cari pueda reunirse con todos y cederle la potestad de todo lo que quiera decidir a partir de este momento. Aunque Matos sea el viudo, ha querido que la madre de Caritina sea quien determine si mañana, martes, finalmente incineran o entierran el cuerpo de Caritina. Un gesto muy generoso y humano por parte de Matos, que entiende que una madre que entierra a una hija de 46 años tiene la potestad para tomar todas las decisiones. El martes era precisamente el día que Isabel Preysler llegaba a Marbella para pasar el final de sus vacaciones con un grupo de amigas. Conmocionada también con la noticia, se espera que asista para dar su último adiós a la hija de una de sus mejores amigas de toda la vida.

A medida que se iba conociendo la noticia de la muerte de Caritina, los teléfonos no han parado de sonar entre todas sus amistades y familiares. Nuria González, con quien he podido hablar, me asegura rota de dolor que estaban preparándose varias amigas íntimas de Cari para viajar inmediatamente a Málaga con el fin de reunirse con la familia. También el matrimonio Trapote, que se encontraba ya en Madrid, ha viajado inmediatamente a Marbella para acompañar a la familia en este doloroso momento. Muchísimos amigos de la familia de Madrid no han dudado en viajar y aunque lleguen tarde quieren estar cerca de Cari esta noche. Se da la circunstancia de que la familia guardaba en la casa de Marbella las cenizas de Carlos Goyanes, con la idea de llevarlas en breve a la capital para enterrarlo y celebrar su funeral a finales del mes de septiembre. Ahora ese entierro será mucho más trágico.
Las últimas informaciones apuntan a que fue su marido quien, al ver que Caritina no respondía mientras se encontraba en la piscina de su casa, decidió trasladarla de urgencia a un centro hospitalario, donde ya no pudieron salvarle la vida. El matrimonio tiene dos hijos, Pedro de 13 años y mini Cari de 10. Estaban unidos y eran felices. Y lo digo para desmentir las informaciones de pésimo gusto que incluso apuntaban a un conflicto en la familia. No es verdad. Caritina era una mujer de una fe tremenda y no solo no lo escondía, sino que proclamaba a los cuatro vientos su adoración por Dios y la felicidad y dicha que le daba su fe. Era una apasionada también de los encuentros de Emaús, retiro que, aseguraba, le había cambiado la vida.

Caritina tenía todo pero se ha ido muy pronto. Era una mujer luchadora, muy trabajadora y ya está. Tenía asumido que su físico siempre iba a estar con más kilos de los que le gustaría. Hace unos años fue hasta imagen de alguna marca de régimen para perder peso y se proclamó embajadora haciendo una serie de posados mientras seguía ese tratamiento. Pero su esfuerzo no duró mucho y siempre se mostró como una mujer feliz y sin ningún tipo de complejo. Solo se quejaba de que los kilos de más, muchas veces, eran un problema, sobre todo cuando sus niños eran pequeños y necesitaba tener más agilidad. Al igual que su madre está muy unida a su hermana Miriam, la unión de Carla y Caritina era igual de fuerte. Las dos hijas de Carlos y Cari siempre fueron uña y carne, tanto de niñas como de adolescentes o ya como madres de familia y profesionales. Sus caracteres podían ser muy diferentes pero la complicidad y el cariño era enorme.
Hoy, Carla no solo llora la muerte de un padre al que ella fue, además, quien encontró muerto mientras dormía la siesta, sino que tiene que encajar que su hermana Caritina ya no va a estar a su lado. Solo el drama de Lola Flores y su hijo Antonio González se puede comparar a una tragedia de este calibre. Salvando las instancias, que una familia pierda a dos miembros tan importantes es un golpe que pocos saben encajar. Solo la fe para los creyentes y el tiempo para el resto de los mortales será el bálsamo que amortigüe algo del profundo dolor.

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