Carmen Sevilla nos dejó el pasado martes 27 de junio a los 92 años y, tan solo un día después, fue incinerada en la más estricta intimidad en el velatorio de Pozuelo de Alarcón. Así lo decidió su único hijo, Augusto Algueró, que recibió críticas por no darle a su madre la gran despedida pública que sí tuvieron otras figuras de la cultura española como Rocío Jurado, Lola Flores o Sara Montiel.
Rappel, amigo de la actriz y presentadora, se mostró muy indignado en Telecinco. Tanto es así que el vidente está planeado una misa funeral para ella, en la que no faltarán los homenajes.
"Voy a convocar a todos los artistas y voy a hacer un funeral a una amiga mía porque me da la gana. No la voy a olvidar nunca, era una mujer entrañable, me ha demostrado ser amiga durante muchos años y ha sido una mujer maravillosa", explicó este domingo a los micrófonos de Europapress.
Sobre Augusto, añadió: "Conocí a su madre, a su primer marido, su segundo, sus historias... Respeto que su hijo haya querido que la gente no viera su deterioro, pero que haya habido velatorio, ni entierro ni nada, estoy en contra".
Carmen se fue de forma tan discreta como ha vivido los últimos años. En 2009 le diagnosticaron Alzheimer, en 2010 se retiró de la vida pública y en 2015 ingresó en una residencia geriátrica, donde ha permanecido hasta el final de sus días. El domingo 25 de junio fue trasladada a la Fundación Jiménez Díaz tras un empeoramiento en su estado de salud. Dos días después, su luz se apagó para siempre dando paso a la leyenda.
Augusto, su único hijo fruto de su primer matrimonio con el célebre arreglista del mismo nombre, eligió para ella una despedida íntima: "Si hubiera montado un circo también hubiera habido críticas", lamentó ante la prensa. En este sentido, desveló quiénes fueron los únicos que asistieron a su incineración: "Muy poquitos, única y exclusivamente familia directa, de lazos de sangre con mi madre, exceptuando dos personas que son las que han cuidado a mi madre durante los últimos años, que son Angelines y Alejandra".
