Tamara Falcó ha hecho este miércoles lo mejor que se le da: vender una exclusiva en su revista amiga para hablar de su vida y en concreto de lo que ya tiene encima, su boda con Íñigo Onieva, que se celebra el próximo sábado 8 de julio en el El Rincón.
La marquesa de Griñón finalmente le dará el "sí, quiero" al empresario madrileño, aunque hasta el último momento, vistos los antecedentes, puede pasar de todo.
Sea como sea, en su exclusiva pasada por caja de este miércoles en Hola, posiblemente la última antes de la boda, Tamara ha hablado del timing de la celebración y también de un curioso ritual que los novios han llevado a cabo para que la boda no se vaya al traste por la lluvia: "Llevamos dos docenas de huevos a Santa Clara".
La hija de Isabel Preysler también ha tenido unas palabras para su madre, su mejor maestra, que está pletórica por la boda: "Mi madre está emocionada. Hemos tenido la oportunidad de pasar dos semanas en la clínica Buchinger, mano a mano, y hemos viajado juntas a Nueva York para ver mi vestido. Ella, Wes y su equipo se llevaron divinamente desde el principio. Además, le encanta cómo me queda el vestido".
Hay que recordar que finalmente Tamara vestirá de Carolina Herrera tras el encontronazo que tuvo con la firma bilbaína Sophie et Voilà apenas dos meses antes de la celebración. La reina de corazones ha estado pendiente de los últimos flecos relacionados con el vestido y también de otros preparativos. La perfección es su idiosincrasia y quiere que a su hija no se le escape ni un detalle en su gran día.
En este sentido, Tamara ha desvelado: "Estoy feliz de que me acompañe a todo. Por ejemplo, en la elección de las mesas, porque es una persona con muchísimo criterio y tiene siempre algo que aportar. Además, claro está, que es mi madre del alma. Su vestido también se lo escogí yo [entre risas] Lo vi en un desfile y supe que era perfecto para ella. Ayer estuvimos probándolo y me encanta cómo le queda. Pero, claro, a ella siempre le queda todo bien".
Por otro lado, la hermana de Ana Boyer tiene confianza ciega puesta en Dios para que nada se estropee: "Estoy tranquila sabiendo que tengo a los mejores profesionales detrás y a la Divina Providencia, que, como decía mi padre, 'nunca abandona a sus pajaritos'". Desde aquí, solo esperamos que el príncipe no le salga rana...
