A raíz del confinamiento por la pandemia, la mentalidad de muchas personas cambió radicalmente. Las familias buscan ahora vivir alejados de las ciudades y apuestan más por las zonas rurales. Esta opción se presenta más económica en un año marcado por la fuerte inflación y por los precios de la vivienda por las nubes.
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Vivir cerca a zonas verdes se relaciona con una mejor salud mental y un menor consumo de medicamentos. En este contexto aparece la regla 3/30/300. Para cumplirse, las normas son las siguientes: tener a la vista tres árboles desde casa, vivir en un barrio con un 30% de cubierta vegetal y estar a menos de 300 metros de un parque.
Mitiga las altas temperaturas
Esta regla que pretende ayudar a construir ciudades más saludables ha sido creada por el silvicultor urbano Cecil Konijnendijk. Los beneficios de vivir en una ciudad verde son numerosos. En primer lugar, ayuda a mitigar las altas temperaturas, pues las zonas verdes son capaces de bajar el mercurio varios grados, combatiendo así el efecto 'isla de calor' en las ciudades.
Por otro lado, también ayudaría a prevenir inundaciones, pues la urbanización de las ciudades ha hecho que exista una alta proporción de superficies impermeables, lo que reduce la capacidad de esa zona para absorber el agua.
Menor riesgo de sufrir depresión
La salud también se vería repercutida de forma positiva. El contacto con espacios verdes se asocia con un menor riesgo de angustia psicológica, de sufrir depresión y ansiedad. Además, la exposición a largo plazo con estas zonas puede reducir el riesgo de problemas emocionales y de comportamiento y generar mejoras del desarrollo cognitivo, incluida una mejor atención y memoria de trabajo.
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También se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y dolor lumbar; una reducción de la mortalidad prematura y mejores resultados del embarazo. Estar en contacto con zonas verdes hace que te sientas más feliz.