¿Un simple error administrativo o un secreto guardado durante décadas que salió a la luz por accidente? Esa es la pregunta que muchos británicos se hacen desde el pasado viernes 15 de agosto, cuando la princesa Ana, hermana del rey Carlos III, celebraba su 75 cumpleaños. Considerada el miembro más trabajador y discreto de la familia real, la hija de Isabel II recibió un homenaje oficial que, en lugar de reforzar su imagen, desató una inesperada polémica.
Con motivo de la efeméride, la página web de la Casa Real británica publicó un mensaje de felicitación acompañado de un listado con 75 datos relevantes de la vida de la princesa. Todo parecía en orden hasta que uno de esos datos mencionaba a dos supuestos hijastros: Tom y Amy Laurence. El problema es que su esposo, el vicealmirante Timothy Laurence, era soltero y no tenía hijos cuando contrajo matrimonio con la princesa, el 12 de diciembre de 1992. En cuestión de minutos, las redes sociales comenzaron a hervir. ¿Había cometido el Palacio de Buckingham un error de bulto, o se trataba de la revelación accidental de una parte desconocida de la vida privada de Timothy Laurence? La confusión aumentó al descubrirse que el mensaje fue retirado rápidamente de la web oficial, sin ofrecer explicación alguna.

Sin embargo, las capturas de pantalla ya circulaban por Twitter, Facebook e Instagram, alimentando todo tipo de rumores. Algunos usuarios sugirieron que Tom y Amy podrían ser fruto de una relación anterior del vicealmirante. Otros se inclinaron por la teoría del fallo interno, incluso por un descuido relacionado con el uso de herramientas de inteligencia artificial para redactar el homenaje.
El silencio de palacio y la sombra de la inteligencia artificial
Buckingham Palace guarda silencio. El mensaje con los 75 datos fue sustituido por dos nuevas fotografías oficiales de Ana, tomadas por John Swannell, centrando la comunicación en el carácter solemne de su aniversario. La estrategia buscaba desviar la atención, pero no logró acallar la conversación digital. El error ha reabierto un debate en Reino Unido sobre la capacidad del equipo de comunicación de la Casa Real para enfrentarse a los retos tecnológicos actuales, desde la gestión de contenidos hasta la detección de deepfakes. Si un simple homenaje puede generar semejante confusión, ¿qué ocurriría en un escenario donde una imagen manipulada de un miembro de la realeza se hiciera viral?
La controversia resulta aún más llamativa si se contrasta con la personalidad de la homenajeada. La princesa Ana ha sido siempre reconocida por su discreción y su entrega al trabajo. El mismo viernes de su cumpleaños prefirió celebrarlo navegando junto a su esposo por las islas occidentales de Escocia, fiel a su carácter alejado del glamour excesivo y más centrado en la intimidad familiar.

Ana, que en 1973 se casó con el jinete Mark Phillips, tuvo dos hijos: Peter y Zara. Su vida personal no ha estado exenta de altibajos —incluyendo el divorcio de Phillips—, pero ha mantenido siempre un perfil estable. Curiosamente, fue Mark quien sí amplió su descendencia fuera del matrimonio con la princesa, al tener a Felicity en 1985 fruto de una relación extramatrimonial y a Stephanie con su segunda esposa. Peter Phillips, primogénito de Ana y primer nieto de Isabel II, es economista y recientemente anunció su compromiso con la enfermera Harriet Sperling, tras un matrimonio anterior con Autumn Kelly, madre de sus dos hijas, Savannah e Isla. Por su parte, Zara Tindall, amazona de élite, está casada con el exjugador de rugby Mike Tindall y tienen tres hijos: Mia, Lena y Lucas.