Cualquier esperanza que el príncipe Andrés pudiera albergar de recuperar su lugar en la vida pública británica se ha desvanecido definitivamente. El libro que ha salido a la venta este jueves, 14 de agosto, reaviva y multiplica las acusaciones sobre su conducta, dibujando un retrato demoledor que combina arrogancia, abusos de poder, excesos sexuales y dudosas operaciones financieras. La publicación coincide con los resultados de una encuesta de YouGov que revela que dos tercios de los ciudadanos británicos consideran que debería ser despojado de sus títulos reales.
La obra, titulada The Rise and Fall of the House of York (El ascenso y la caída de la casa de York), está firmada por el historiador Andrew Lownie y es fruto de años de investigación, entrevistas con antiguos compañeros de la Marina Real, diplomáticos y personas de su círculo social. Pese a los intentos del autor, no pudo acceder a documentos oficiales sobre el papel del duque como embajador comercial del Reino Unido, ni sobre sus finanzas o su relación con el fallecido magnate Jeffrey Epstein, ya que siguen clasificados como "secreto" para evitar daños a la monarquía y al Estado.

El relato no deja resquicios para una imagen favorable. Según el libro, la arrogancia de Andrés ya era evidente en su juventud, provocando la antipatía de sus compañeros de colegio en Escocia. Allí, relata Lownie, era objeto de empujones y bromas agresivas durante los partidos de rugby.
A partir de esa etapa, el autor encadena episodios que apuntan a una conducta marcada por la prepotencia y los malos modales. La obra recoge rumores sobre su vida sexual, incluyendo la teoría de que mantuvo su primera relación a los once años y que, a lo largo de las décadas, se habría acostado con más de mil mujeres, muchas de ellas trabajadoras sexuales. Algunas, según el testimonio de ex empleados, llegaron a compartir mesa con la reina Isabel en cenas oficiales, mientras el príncipe mantenía actitudes inapropiadas.
Detalles escabrosos
Los detalles escabrosos incluyen relatos de sirvientes que debían limpiar toallas y pañuelos desechables con restos biológicos después de sus fiestas privadas. La prensa sensacionalista británica llegó a bautizarlo como "el príncipe pervertido", mientras que su personal lo apodaba en privado "Su Majestad el bufón".
El libro también apunta a un patrón de desprecio hacia subordinados y empleados. Se recogen casos como el despido fulminante de un trabajador por un lunar facial que le resultaba desagradable, la burla pública a otro por vestir una pajarita de plástico en lugar de seda, o la humillación de un tercero por no usar el título exacto de la reina madre.
En el ámbito militar, su paso por la Marina no parece haber moderado su carácter. Durante la Guerra de las Malvinas, mientras sus compañeros consumían raciones estándar, Andrés recibía menús dignos de un restaurante de alta cocina, enviados expresamente para él.
Sus aficiones, según el libro, incluyen la equitación y el golf, pero incluso en el deporte, afirma Lownie, imponía condiciones ventajosas para asegurarse la victoria, un estilo que recuerda a Donald Trump, también cercano en su momento a Epstein.
La biografía también dedica espacio a su relación con Sarah Ferguson. Aunque divorciados desde hace décadas, ambos conviven en la residencia de Royal Lodge, en Windsor, cuyo mantenimiento anual asciende a unos 300.000 euros. El origen de esos fondos no está claro, pero el autor sugiere que tanto el rey Carlos III como el príncipe Guillermo podrían estar financiando, de forma discreta, la vida de Andrés, tal como habría hecho en su momento la difunta reina Isabel II. La duquesa de York tampoco escapa a las críticas: se la describe como derrochadora y exigente con el personal doméstico, llegando a ordenar a una sirvienta que refrigerara una lechuga en plena madrugada.

En su etapa como representante especial para el comercio internacional del Reino Unido, cargo que le permitía viajar con gastos pagados por el erario, el príncipe habría aprovechado para organizar encuentros con trabajadoras sexuales —en una ocasión, en Bangkok, se menciona la presencia de cuarenta mujeres en su suite— y para cerrar acuerdos financieros con magnates extranjeros, recibiendo préstamos, regalos y favores a cambio de influencia en la corte real.
Según Lownie, la reina Isabel estaba al tanto de las actividades de su hijo favorito, pero le permitía actuar sin consecuencias, protegiéndolo frente a posibles repercusiones legales o políticas.
El libro, serializado por el diario The Daily Mail, ha generado un fuerte impacto mediático por sus acusaciones y porque su autor se declara abiertamente monárquico y conservador. "Si así escribe un monárquico, ¿qué no revelaría un republicano?", ironizan algunos comentaristas británicos.
La publicación llega en un momento especialmente delicado para la monarquía, que todavía lidia con la erosión de su imagen tras la muerte de Isabel II y las tensiones internas provocadas por el príncipe Harry y Meghan Markle. El caso de Andrés, que desde 2019 fue apartado de la agenda oficial tras un millonario acuerdo extrajudicial en una demanda por abuso sexual, vuelve ahora al centro de la polémica y amenaza con convertirse en una sombra duradera para la Casa de Windsor.
Con las encuestas reflejando un claro rechazo de la opinión pública y un libro que recopila, con nombres y detalles, décadas de excesos y escándalos, el futuro del duque de York parece más aislado que nunca. Ya era hora.