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Farah Diba regresa a El Cairo para conmemorar el 45 aniversario de la muerte del sha de Persia

Farah Diba, la última emperatriz de Irán, regresó este fin de semana a El Cairo para rendir homenaje a su difunto esposo, Mohamed Reza Pahlevi, el último sha de Persia, con motivo del 45 aniversario de su fallecimiento. A sus 86 años, la ex emperatriz, que lleva décadas viviendo en el exilio, y no pierde la esperanza de derrotar al régimen de los Ayatolás en Irán, se desplazó a la capital egipcia para participar en una ceremonia privada en memoria del monarca iraní.

El retorno de Farah Diba a El Cairo es también una forma de mantener viva la memoria de una etapa clave de la historia contemporánea de Oriente Medio. La caída del sha marcó el nacimiento de la República Islámica de Irán y el fin de una dinastía que durante décadas aspiró a modernizar el país y fortalecer sus lazos con Occidente, si bien la corrupción, el terror y los excesos crearon un clima que favoreció la revolución que finalmente ha degenerado en una teocracia terrible.

Con esta visita, la emperatriz no solo rinde tributo a su esposo, sino también al país que les ofreció refugio cuando más lo necesitaban. A 45 años de la muerte del sha, Egipto sigue siendo un lugar de memoria para una familia que aún vive entre el recuerdo y el exilio.

El sha de Persia y Farah Diba

El domingo, Farah Pahlevi acudió al mausoleo real ubicado en la mezquita de Al Rifa'i, en el corazón de El Cairo. Allí reposan los restos del sha, fallecido el 27 de julio de 1980 tras perder el trono durante la revolución islámica que cambió para siempre el rumbo de Irán. En el lugar sagrado se depositaron flores blancas sobre su tumba y se realizó una oración íntima en recuerdo del monarca, considerado un sátrapa y un dictador pero mucho más útil para EEUU y Occidente que los chiís.

Tras la ceremonia en la mezquita, Diba visitó también el monumento al soldado desconocido, situado en el distrito cairota de Nasr, donde descansan los restos del presidente egipcio Anuar el Sadat. La visita no fue casual: Sadat fue uno de los pocos líderes que ofreció asilo a la familia imperial iraní tras su abrupta salida de Teherán en 1979. La relación entre ambos matrimonios, el egipcio y el iraní, fue cercana y sólida, incluso en los momentos más críticos del exilio.

La estancia de Farah Diba en Egipto remueve recuerdos de un capítulo especialmente duro de su vida, pero también de un vínculo histórico entre dos naciones. Tras el derrocamiento del sha, numerosos países occidentales —incluidos antiguos aliados como Estados Unidos y Reino Unido— evitaron acogerlo, temerosos de deteriorar sus relaciones con el nuevo régimen iraní. Egipto, sin embargo, les abrió las puertas, demostrando una lealtad que la emperatriz nunca ha olvidado.

Farah Diba en su visita por el 45º aniversario de la muerte de Mohamed Reza Pahlevi

Farah permaneció al lado de su esposo hasta su fallecimiento por un cáncer linfático en 1980, un año después de haber abandonado Irán. Desde entonces, la familia Pahlevi ha vivido en el exilio, estableciéndose entre Estados Unidos, Francia y otros países europeos. Ni ella ni sus hijos han regresado nunca al país que una vez gobernaron.

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