En una suerte de redención dictada por la voz del tiempo, Juan Carlos I, el rey que un día fue símbolo de la reconciliación española y que después conoció el destierro del descrédito, regresa al centro del escenario literario con un libro que promete desatar pasiones. La editorial Planeta anunció este lunes que el próximo 12 de noviembre, de manera simultánea en España y Francia, se publicará Reconciliación, la autobiografía del monarca emérito escrita a cuatro manos con Laurence Debray, historiadora y escritora franco-venezolana, hija del pensador revolucionario Régis Debray y de la diplomática venezolana Elizabeth Burgos.
Adivinamos que en este escritura no hay solo tinta y papel. Nos preguntamos si desde la mente de Juan Carlos I, de 87 años, hay también un intento de reconciliarse consigo mismo, con su país o con la Historia antes de que el telón caiga definitivamente. Por aquello de que a veces, las últimas palabras son las que cuentan. Cuentan que, como cabía esperar, Zarzuela solo aportará el silencio ante esta noticia de la publicación de las memorias. Otra cosa es que, dentro de cuatro meses, con la obra leída y difundida en España y en el resto del mundo, en medio de una situación política complicada, a la Casa Real no le quede más remedio que pronunciarse.
Una suerte de confesión desde el exilio dorado de Abu Dabi
De momento, nos llega que estamos ante un ejercicio tardío de memoria, pero también de catarsis. Una suerte de confesión desde el exilio dorado de Abu Dabi, donde el rey emérito se resguarda del vendaval de su propia historia, rodeado de silencio, sombras y palmeras. "El objetivo era realmente hacer oír su voz y su versión de los hechos", confiesa Debray en Hola donde este miércoles contará lo que le dejen anticipar y acompañará el reportaje con fotografías exclusivas de las largas sesiones de trabajo en el desierto. "Tuvimos largas conversaciones, frecuentes y numerosas. Progresamos por cronología y por temáticas. Luego vino la transcripción, que él corregía, y que volvíamos a escribir juntos". Es una reconstrucción quirúrgica de una vida que abarca más de 80 años, con los días de gloria, los silencios, las pasiones, los errores, y ese ocaso a la vez silencioso y estridente que lo llevó a retirarse del país al que reinó durante casi cuatro décadas.
Escrito originalmente en francés, lengua materna de la autora y que el monarca domina con elegancia casi borgoñesa, el libro busca recuperar una voz. La del hombre, no la del símbolo. "Se entrega. Reconoce sus errores. Pero también habla de sus logros", asegura la escritora, quien previamente había publicado Mi rey caído y una biografía del mismo protagonista, aunque desde la distancia del ensayo histórico. Esta vez no hubo distancia. Debray vivió dos años en Abu Dabi junto a su familia para trabajar codo con codo con el rey. Luego pasó unos meses en Madrid, ajustando fechas, precisando episodios, removiendo recuerdos. "Fue un ejercicio nuevo para mí, porque los libros que había escrito sobre él hasta ahora eran fruto de una investigación o de impresiones personales", dice, como quien acepta que algo íntimo y nuevo ha nacido del proceso.
El resultado es, según sus palabras, una autobiografía "clásica, cronológica", sin afeites posmodernos ni desvíos estilísticos. Pero no por ello menos reveladora. El título, Reconciliación, ya sugiere que lo que se busca no es solo una narración, sino un gesto. El gesto final de un hombre que, con la biografía ya escrita en los huesos de su país, se asoma a la última página con la esperanza de cerrar el círculo. En el libro, el rey no elude los pasajes oscuros: los escándalos financieros, las amistades peligrosas, las cacerías incómodas, la abdicación forzada, el silencio de Zarzuela, el eco de Corinna. Pero los enfrenta con una mezcla de estoicismo y fatalismo. La misma con la que, en otro tiempo, supo esperar la muerte de Franco o resistir el 23-F. Esa mezcla de arrojo y resignación que lo define.
También hay espacio para los días luminosos: la Transición, la Constitución del 78, los años del aplauso unánime, la España que se abría a Europa y al mundo, y la figura del rey como bisagra entre lo viejo y lo nuevo. "Es sincero, honesto", repite Debray. No es un ajuste de cuentas, sino un ajuste con la memoria. El libro saldrá a la venta en el otoño, estación propicia para los balances. Será, sin duda, un acontecimiento literario y político. No tanto por las revelaciones —que las habrá—, sino por el gesto de narrarse. De hablar, al fin, en primera persona. El rey Juan Carlos ha decidido contar su historia. No como héroe ni como mártir, sino como hombre. Uno que lo tuvo todo, lo perdió casi todo, y ahora escribe, tal vez, para ganarse el derecho a ser comprendido. Otra cosa es lo que opine Zarzuela.