Casas Reales

Pilar Eyre examina a Meghan Markle y deja su docuserie por los suelos: "No he visto nada más estúpido en mi vida"

Meghan Markle estrenó la semana pasada en Netflix su nueva docuserie (en la que cocina y muestra su vida en Montecito) y ahora ha sido Pilar Eyre la que la ha examinado con lupa. Tiene una sentencia clara: "Después de tragarme ocho episodios de 40 minutos en los que Meghan no hace otra cosa que soltar una bobada después de otra, sonreír, parpadear y bailar al mismo tiempo y elaborar unos comistrajos repugnantes, puedo decir que esto no está pagado. No he visto nada más estúpido en mi vida que Con amor, Meghan".

Para la periodista experta en Casas Reales, Con amor, Meghan refleja a una nuera de Carlos III "insolente" e impostada. "Meghan dice varias veces que las abejas son muy monas, hasta que una se pone insolente y entonces confiesa que le dan miedo", escribe Eyre en su blog de Lecturas este miércoles.

¿Una naturalidad "impostada"?

Una producción, que según sugiere la periodista, está excesivamente calculada para ensalzar la imagen la mujer del príncipe Harry. La autora enfatiza en la artificialidad del comportamiento de Meghan durante todo el documental: "A lo largo de la serie dice cincuenta veces 'qué monada', treinta 'es tan genial', veinte 'fantástico' y muchos 'lo adoro', 'me encanta', 'es hermoso', 'soy tan feliz' y 'todo es superdivertido'", continua.

Además, critica la adulación desmedida del entorno de la cuñada de Kate Middleton, que continuamente le reiteran lo "guapa", "inteligente" y "fantástica" que es. "Y no solo le hacen la pelota las amigas, que más parecen actrices contratadas que amigas de verdad, sino el equipo de rodaje", sentencia Eyre insinuando que la serie es más una autopromoción que un documental genuino.

"Un yogurt machacado en una copa merece varios 'qué locura', 'me chifla', y una sopa con aspecto de agua de fregar es recibida con 'es increíble', 'wow'", detalla la periodista, que no da crédito al ver la reacción exagerada de la duquesa y sus amigas "impostoras" ante comidas básicas (un yogur o una sopa insípida).

Para Harry también tiene unas palabras no muy positivas, pues considera que su aparición es "incómoda" y "forzada" y que no encaja en la dinámica de la serie: "De vez en cuando Meghan tiene que sacar en la conversación a hijos y marido para que la cosa tenga algo de interés".

En este sentido, sostiene sobre el hijo de Diana de Gales: "Es evidente que no sabe qué pinta ahí y que no conoce a nadie. Su mujer tampoco parece conocerlo mucho, porque en un episodio ha dicho que cocinaba muy bien y en otro que no tenía ni idea y que solo se metía en la cocina para comer toneladas de beicon, o sea que todo el mensaje de comer sano de la serie se va en un segundo a tomar viento", comenta la periodista sobre la incursión del hermano de Guillermo de Inglaterra en el capítulo final. Y sentencia sobre la posibilidad de una segunda temporada en Netflix, donde no es la primera vez que trabajan los duques (ya protagonizaron Enrique y Meghan para la plataforma de contenidos): "Dios nos coja confesados".

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