El 2024 fue el año más difícil para Carlos III y la corona británica debido al cáncer del soberano y al de Kate Middleton, que va recuperando la normalidad tras acabar su tratamiento contra el cáncer, aunque todavía está centrada en su recuperación y en su gran prioridad: ella y su familia. La vimos el pasado lunes con Guillermo de Inglaterra en un homenaje a las víctimas del Holocausto celebrado en Londres. No se trasladaron hasta Polonia, donde sí estaban convocados Carlos III, al igual que los otros representantes de la realeza europea como Felipe VI y doña Letizia.
Sobre este acto y la presencia del monarca escribe Pilar Eyre este miércoles en Lecturas: "Carlos III caminaba, emocionado y sereno, a pesar de su grave enfermedad, haciendo suyo el juramento de los reyes ingleses, 'me comprometo a seguir con mis obligaciones el mayor tiempo posible'".

Ella define así las imágenes del acto: "Siempre vamos a recordar esa imagen bajo el arco de Auschwitz, muy pálido a pesar del maquillaje, con la boca pintada para disimular las llagas que provoca el tratamiento, con los ojos rojos, pero aguantando. Nobleza obliga".
Para la periodista, el padre de Guillermo y Harry hizo un gran esfuerzo: "Hasta el mismo domingo los médicos le aconsejaron que no viajara. Es cierto que la ocasión era importante y que tanto el rey como su hijo han presidido distintos memoriales del Holocausto en los últimos meses, una causa en la que ambos están muy comprometidos".
Sin embargo, Eyre añade: "Pero el estado de salud de Carlos empeora día a día. Aunque no se publican en ningún medio serio, corren rumores que el avance de su cáncer es imparable, hasta el punto de que cuando el otro día le preguntaron en un acto '¿Cómo está?', respondió con amargura, 'todavía vivo'".
La periodista recuerda que, como informaron, el monarca continúa con su tratamiento y que su cáncer no está "en remisión", como sí han indicado en el caso de la princesa de Gales. En este sentido, Eyre reflexiona: "Y en este punto todo puede cambiar de la noche a la mañana porque la enfermedad es imprevisible".

Viajando a los últimos meses, la experta en Casas Reales analiza: "Durante el viaje que hizo el rey a Australia, en noviembre, los médicos accedieron a regañadientes a interrumpir once días el tratamiento, pero el resultado fue un retroceso en su estado que hizo saltar las alarmas. Y a partir de entonces solo mantiene audiencias cortas, casi todas en su casa y muy medidas, aunque la proliferación de imágenes, la mayoría retocadas, nos hagan pensar que su actividad es incesante".
Y sostiene: "A pesar de los continuos cantos a la transparencia y de ir con el signo de los tiempos, la situación es muy oscura, aunque las evidencias sean muy claras: fingir que no pasa nada hasta el último momento".