Desde sus primeros pasos en los escenarios escolares, Meghan Markle parecía destinada a la fama. La ahora duquesa de Sussex no solo soñaba con triunfar, sino que se veía a sí misma como una figura mundialmente reconocida desde una edad temprana. Un ejemplo claro de esta ambición quedó registrado en una carta que escribió a los 11 años, dirigida a su directora escolar, en la que afirmaba: "Cuando sea rica y famosa y escriba mi autobiografía, hablaré de usted y de la escuela para que sean conocidos en todo el mundo".
Criada en Los Ángeles, Meghan, de 43 años, asistió a la prestigiosa escuela secundaria católica Immaculate Heart, donde comenzó a destacar en producciones teatrales. Sus compañeros y profesores veían su dedicación y talento con admiración. Meghan tenía un don para el teatro que era evidente, pero también lo era su deseo de ser el centro de atención, algo que a veces causaba tensiones con otros estudiantes.

El biógrafo Tom Bower afirma en su libro Revenge que Meghan se irritó especialmente después de que una niña de su escuela consiguiera un trabajo como actriz y otras dos niñas hicieran una audición para la película de 1992 Trace of Red. Su padre, que ahora tiene 80 años, Thomas Markle, se ha distanciado de su hija después de no asistir a su boda con Harry en mayo de 2018. Él fue quien le dijo a Bower: "Meghan quiere ser la estrella del escenario y la estrella de la vida".
Su padre, Thomas Markle, un experimentado director de fotografía en Hollywood, desempeñó un papel fundamental en su desarrollo artístico. No solo la apoyó económicamente al inscribirla en escuelas privadas de alto nivel, sino que también utilizó su experiencia profesional para perfeccionar sus habilidades.

Thomas le enseñó a Meghan detalles técnicos esenciales, como cómo posicionarse en el escenario, proyectar sinceridad y mostrar su mejor perfil. Thomas incluso la llevó a la ceremonia de los premios Emmy cuando Meghan tenía 17 años. Al recorrer la alfombra roja, la joven le confesó: "Papá, quiero ser famosa como tú algún día".

Meghan era una de las estudiantes más populares y fue coronada reina del baile en 1998, pero su ambición a veces chocaba con su entorno. Un ejemplo de ello ocurrió en 1999, cuando la escuela produjo el musical The Pajama Game. Meghan deseaba el papel principal, pero también quería asistir a un retiro escolar. La profesora de teatro, Gigi Perreau, le pidió que eligiera entre ambos, y Meghan optó por el retiro. Al perder el papel, pidió a su padre que no participara en la iluminación del espectáculo, pero Thomas ignoró su petición. Esto tensó su relación temporalmente.

Tras graduarse, Meghan asistió a la Universidad Northwestern, en Illinois, donde continuó perfeccionando su arte antes de regresar a Los Ángeles para buscar trabajo en Hollywood. Sin embargo, a pesar del apoyo de su padre, su carrera no despegó inmediatamente. Thomas invirtió en fotografías profesionales para ayudarla a conseguir audiciones, pero las respuestas no llegaron al principio. Años más tarde, Meghan encontró su gran oportunidad con el papel de Rachel Zane en la serie Suits, que la catapultó a la fama internacional. Pero fue su relación con el príncipe Harry lo que realmente la colocó en el centro de la atención mundial.

La relación entre Meghan y su padre comenzó a deteriorarse en los años previos a su boda real en 2018. La situación alcanzó un punto crítico cuando se reveló que Thomas había organizado fotos con paparazzi, un acto que Meghan y Harry consideraron una traición. Desde entonces, el distanciamiento ha sido evidente, con Thomas criticando públicamente a su hija en múltiples ocasiones.

A pesar de las controversias, Meghan ha continuado construyendo su vida y carrera con Harry en California. Su transición fuera de la Familia Real en 2020, conocida como "Megxit", y la posterior entrevista con Oprah Winfrey en 2021, solidificaron su imagen como una figura polarizadora. Mientras algunos la ven como una víctima del sistema real, otros critican su aparente necesidad de protagonismo constante.

El padre y la madre de Meghan, Doria Ragland, se habían divorciado cuando Meghan tenía seis años, pero la criaron juntos y a menudo se veía a la futura duquesa en los sets en los que él trabajaba. Thomas quería lo mejor para su hija y gastó mucho dinero para que sus hijos fueran a escuelas buenas privadas, incluida la escuela Immaculate Heart, que costaba 17.650 dólares al año.
Desde su mudanza a Estados Unidos, Meghan ha diversificado sus proyectos, desde podcasts hasta un próximo programa de cocina para Netflix en 2025. Aunque sigue siendo objeto de atención y controversia, su capacidad para reinventarse y mantenerse relevante es innegable. Meghan Markle siempre supo que estaba destinada a la fama. Desde los escenarios escolares hasta la realeza, su historia es un testimonio de ambición, resiliencia y la búsqueda constante de su lugar bajo los reflectores.